ARYA. Estoy en el asiento del copiloto del auto de Ryan, estamos de camino al bosque en los límites de su manada con la de Kenner, llevo unos vaqueros ajustados, botas negras, una camisilla bajo mi campera de cuero n***o, toda una chica mala, es que aquí ya no puedo usar vestido, me congelaría, hace frío y no tengo la temperatura elevada como la de la mayoría. — Nerviosa, rubita. – insinúa Ryan. — No, de hecho, quiero salir corriendo y no cantar. — Lástima que sí lo harás, ¿cierto? – sonríe de medio lado. – Mi tío dijo que llevaría a tu abuela a casa. — Sí, lo sé. — Yyy — Te estás auto invitando a casa. – eleve una ceja hacia él que me sonríe inocente. — Sí. – muestra sus dientes en una sonrisa nerviosa. – Además no quiero que duermas sola. — Mmm, lo tienes todo planeado, eh. — N