ARYA. Han pasado dos semanas, desde el día en que Ryan dijo que le gusto, al principio creí que todo esto era una locura, de hecho lo sigo creyendo, pero, por más que diga que no debo sentir cosas por él, mi cuerpo reacciona de forma diferente, desconocida. Tal como se lo pedí, lo mantenemos en secreto, nos vemos a escondidas y hasta ahora, no hemos pasado de más de unos besos, aunque creo que no tardará demasiado para pasar al siguiente nivel. Hasta cierto punto, me desconozco, no esperaba que en pocas semanas, él me importara tanto y menos, que mi cuerpo pareciera pertenecerle tanto como mis labios, en fin, demasiado dulce empalaga. — Abuela, saldré un momento, iré a mi lugar de siempre, prometo no tardar. – le hablo a la señora distraída que está lavando el tomate desde hace ya cinco