ARYA.
Bien, estoy asintiendo ante el vestido color celeste que tengo en frente, me lo pondré para hoy, lo dejo sobre la cama y voy a darme una ducha, aprovecho de lavarme el cabello, después de lo que considero buen tiempo, salgo a prepararme. Bajo a la cocina para encontrarme con mi abue, puedo notar que está un tanto pensativa, es como si su mente estuviera lejos.
Me acerco lentamente y la observo con el entrecejo levemente arrugado, sus ojos están cristalizados, ¿qué mierda?
— Abue, ¿estás bien?, ¿sucede algo? – rápidamente busco su mirada, ella parece reaccionar y se recompone.
— Arya. – sorbe por la nariz. – No te sentí llegar niña.
— Abue, dime qué es lo que está sucediendo, tú no lloras por nada.
— No estaba llorando. – evita mi mirada y me sirve el café.
— Abue, si sabes que ya no soy una niña, ¿cierto?
— Arya, son cosas de vieja.
— Resulta ser que la vieja es mi abuela. – me mira de forma reprobatoria. – Abue, puedes confiar en mí, por favor, dime.
— Me enamoré. – suspira bajando la mirada, sonrío.
— ¿De quién?
— De hecho, es una historia más complicada de la que crees.
— Yo encantada de escuchar. – me siento y comienzo a desayunar en su compañía.
— Verás Arya, yo siempre amé a tu abuelo.
— Abue, no vayas por ahí, sabemos que mi abuelo falleció incluso antes de que yo recordará mi infancia, es decir, cuando tenía unos…
— 4 años.
— Bien. Desde entonces nunca te he visto con algún hombre.
— Arya, es…
— Complicado, ya lo dijiste. Pero, explícame el por qué.
— En realidad, a mí me gusta él, pero él es… es joven.
— ¿Joven?
— Sí, es relativamente joven ante mí. – se sonroja levemente y me muerdo el labio inferior para no reír antes de lo que diré.
— ¿Qué tiene de malo? Abue, aún estás en esos tiempos donde el amor es un sube y baja y no lo digo exactamente por el juego con ese nombre. – bromeo y ella me golpea con la servilleta de la cocina mientras río a carcajadas.
Es irónico que le hable de esa forma porque soy una virgen en todos los sentidos, pero, las ganas de verla riendo conmigo eran más grandes y funcionó, se sonrojó y comenzó a reír.
— Niña loca. – me reprende sin molestia en su voz.
— Vamos abuela, quiero conocerlo, dime, ¿te respeta?
— ¡Arya!
— Abuela, debe ser todo un caballero si quiere que lo acepte rondándote.
— Te estoy diciendo que es joven y mírate.
— Abuela, la edad es solo un número, siempre será la forma de ser ante cualquier situación lo que determine lo demás. – me encojo de hombros.
— Es que no lo entiendes, Arya, él no es como nosotros, es uno de ellos. – dice en voz baja y yo dejo caer mi cuchara a medio camino a mi boca.
— ¿Qué dices? – mis ojos no salen de su lugar porque seguro estás bien pegados a mi cabecita loca. – Noooo, ¿es un lobo?
— Sí. – susurra, quedo boca abierta, ella me mira esperando una reacción.
— AAAAAHHHHH, NO TE LO CREO, ES ¿NETA ABUELA?
— Lo sé, es un imposible, le diré que…
— Espera, ¿crees que estoy enojada? – la miro arrugando el entrecejo.
— Tu reacción me lo dice. – se le cristaliza la mirada.
— No, abue. – tomo sus manos. – Es verdad que estoy muy desconcertada con esto, es decir, soy un poco nueva en esta vida de sobrenaturales, pero, ante todo soy una persona que ve más allá de las situaciones.
— Arya…
— Escucha abue, no estoy enojada, ¿okey? No te juzgo, debes tenerlo claro. – asiente y se limpia las lágrimas que no salieron de sus hermosos ojos. – Y ahora, dime, ¿cómo sucedió todo esto?
— Ya sucedió hace varios días atrás. – se sonroja. – Yo fui a la manada Strong Wolves porque unos guerreros estaban muy heridos y podrían morir sin mi ayuda.
— Creí que no ayudabas si no controlabas a uno de ellos o ¿es la manada de tu amigo? – me rasco un poco la cabeza.
— No, mira, tu amigo. Sander, es como un nieto para mí, siempre fue amable y gentil conmigo, le tomé mucho cariño hasta que le dije de mis habilidades.
— ¿Él también lo sabía?
— Sí, sospechó de ti también, pero era muy educado como para decirte alguna cosa. – sonríe un poco. – Bueno, hace unos días te dije que iría a una manada porque necesitaban de mí.
— Lo recuerdo.
— Pues, era Sander quién me pidió ayuda para curar a los gammas. Su Alpha es un completo idiota, pero, para no ver morir a sus gammas aceptó mi ayuda. – respira profundo. – Hice lo que pude, ellos estaban inconscientes y fui día tras día para ayudarlos.
— Entendí esa parte abuela, no sé por qué creo que estás alargando el momento de decirme las cosas. – entrecierro los ojos acusándola, luego los abro completamente. – ABUELA, NO ME DIGAS QUE ESE JOVEN EL CUAL TE GUSTA ES SANDER. – grito.
— ¿QUÉ? ¡NO! NO DIGAS ESTUPIDECES, Sander es un niño. – se exalta y me relajo.
— Uff, abuela que miedo, sabes no tengo nada en contra de las relaciones de mujer mayor con hombres menores, pero eso iba a ser raro – me llevo la mano el pecho y ella niega indignada.
— Estás tan loca como yo a tu edad, niña.
— Bueno, creo que heredé lo físico y la locura. – reímos juntas. – Pero, no eres tan lista como para despistarme, así que habla, abue. – me cruzo de brazos.
— Está bien. – resopla y lleva para atrás su cabello. – Uno de ellos iba despertando, creo que es un gamma de más alto rango.
— Mmm, te brillan los ojitos, señora Alves – asiento levemente causando que se sonroje, ¿cuándo cambiamos papeles? Parece ser la niña y yo la abuela.
— Arya. – niega. – Bien, este despertó y parecía buscar algo, porque a pesar del dolor que sentía olfateaba todo a su alrededor, se forzó a abrir los ojos y me escaneó tanto como pudo con una expresión de confusión. – baja la mirada como triste, antes de que diga algo, ella continúa.— De un jalón me acercó a él y olfateó mi cuello a más no poder.
— Pero, ¡qué atrevido! – me burlo, el rostro de mi abuela se ve más rojo que el tomate.
— Luego comenzó a decirme que yo era suya. – susurró.
— ¿Qué? Disculpa, no te escuché abuela. – quiero reírme por las expresiones tan avergonzadas que está teniendo.
— No te hagas, si lo escuchaste. – me riñe y yo me encojo de hombros.
— Abuela, no le veo el problema a eso.
— El problema, querida Arya, es que él es un lobo, en apariencia joven que me está cortejando como si yo fuera una chiquilla y no lo soy. – responde tragando grueso. – Porque me reconoció como su mate.
— Abue. – susurro abriendo los ojos tanto como puedo. – Pero ¿qué eso no era posible? Digo, el poder del collar…
— Ese es el tema. – la miro sin entender. – Llevaba puesto el collar, pero en el momento en el que me jaló con fuerza hacia él lo arrancó de mi cuello y lo tiró hacia un lado y comenzó a olfatearme como loco y ahí me reconoció como mate.
— Wow, pero, si eso ocultaba tu olor, ¿cómo se atrevió a quitártelo?
— Lo quemó, pero, no le importó cuando lo quitó, solo sé que ahora anda tras de mí, diciendo que soy suya y que debo estar con él.
— Es decir, quiere comerse a caperucita roja. – suelto sin pensar.
— Arya esto es serio, yo soy bruja.
— ¿Y?
— Debo renunciar a mí poder si quiero quedarme con él.
— Sabes que no entiendo nada, ¿cierto?
— Para que él pueda marcarme y hacerme rejuvenecer. – no entiendo un carajo. – Debo dejar el poder de bruja a un lado, porque los años que llevo no encajarían con el poder y mi apariencia. – okey, me rindo, ya le perdí el hilo.
— Abuela. No entiendo ni mierdas.
— Arya, no seas grosera, te estoy diciendo que el poder que llevo debo heredárselo a alguien de la familia y así podré convertirme en uno de ellos sin problemas.
— Capto, ¿cómo harás eso?
— Pensaba en dártelo a ti, porque eres la que está desarrollando recién y el cambio no sería tan brusco. – me levanto de la mesa y niego enérgicamente con el dedo índice.
— No, no, no, abuela, ¿quieres que haga un desastre? No estoy preparada, además, ¿por qué no se lo das a mi tío? – ella baja la mirada.
— Él no lo sabe y cuando se entere de esto va a odiarme, pero, yo…
— Quieres a ese lobo. – termino por ella en voz baja y ella asiente.
Me acerco de nuevo a ella y hago que me mire, le doy un abrazo, ahora, ¿qué haré? No puedo con tanto, ni siquiera controlo mis poderes y ahora resulta que debo adecuarme también al de ella, pero también, no puedo ser egoísta, me consta que ella jamás estuvo con nadie más que no sea mi abuelo, de eso ya pasó años, 14 para ser exactos. Me imagino que mi tío sí estallaría en nervios ante esto, mientras debo calmarla.
— Abuela, tranquila, ¿sí? – me separo para que me mire a los ojos, vamos, hazlo, es hora de que hagas esto por ellos. – Está bien abuela, yo acepto tus poderes, pero primero enséñame a lidiar con los míos y los tuyos para que pueda dejar que seas feliz. – ella deja caer sus lágrimas.
— Arya, yo, no sé cómo agradecerte, yo de verdad…
— No es necesario. – susurro secando sus lágrimas. – Supongo que después de eso serás algo así como una joven abuela. – sonrío con ella.
— Eres una gran mujer, Arya.
— Lo que soy es gracias a mis padres y a ti. – nos abrazamos.
Ser una bruja con más poderes no puede ser tan malo, ¿o sí?
— Abuela, debo ir un raro al bosque por unas hierbas, pero de una te aviso que quiero conocer a tu galán, debo dar mi aprobación o no se quedará con tremenda mujer. – le doy una cálida sonrisa mientras se sonroja.
— Arya, eres un caso extraño. – niega con la cabeza. – Pero, ve, no tardes.
— No tardaré, dentro de unas horas debe venir Kenner para llevarme a la cafetería, reunión de amigos. – me encojo de hombros.
— Entiendo, yo te esperaré aquí.
Me despido de ella y me coloco una campera negra que hace notar más mi vestido celeste, solo espero no ensuciarla porque es el que pienso llevar hoy en todo el día. Llevo un pequeño cesto para las hierbas y mi celular obvio para corroborar que lleve las hierbas correctas y no simples pastitos que encuentre por doquier.
En fin, unas horas después y ya llevo unas cuántas de las hierbas que busco, me faltan dos más y podré regresar, gracias a Dios no olvidé mi linda botella con agua, sino ya me resecaría. Camino como si nada hasta que a lo lejos escucho ruidos como golpes, pero, no lo distingo, escucho aullidos y eso me hace abrir los ojos tanto como puedo, ¿son lobos peleando? Mierda, debo salir de aquí si no quiero terminar como comida. Comienzo a correr por donde vine y comienzo a darme cuenta de que esta vez sí que me alejé mucho de casa, maldita, para que aprendas otro día.
En mis pasos a zancadas corriendo me doblo el pie y caigo al suelo, gracias a Dios esto está seco, pero me raspé un poquito la pierna izquierda, cuando voy a levantarme escucho una pesada respiración con medio gruñido, no, no, no, por favor que no sea uno de esos lobos, soy joven para morir, cierro mis ojos, no quiero ver, tiemblo y no hago el intento de levantarme, escucho otro de sus gruñidos y trago en seco, parece ser que está frente de mí, vamos Arya, no puedes morir aquí. Respiro profundo y abro los ojos, lentamente alzo la mirada y veo de cerca al enorme lobo n***o que está a uno pasos de mí, sigue gruñendo, pero no parece ser conmigo.
Entonces, veo la dirección de donde mira y es su pata, una rama medio grande está un poco muy atorada en medio de sus garras y parece frustrado ´por no poder quitársela, doy un paso y rápido me mira, sus ojos son de un azul intenso, como el cielo, solo que ahora el cielo está nublado, trago grueso, es un lobo, pero según mi abuela son tan hombres como los que vemos todos los días recorrer la ciudad, en fin, doy un paso cautelosa hacia él.
— Tranquilo, quiero ayudarte. – digo tratando de no sonar nerviosa.
Me deja acercarme a ver su pata, no está atorada, ¡está clavada!, por encima de su pata, le dolerá si se la quito sin más. Además de eso, parece estar más herido, pero la de la pata es lo que más le incomoda.
— Escucha. – lo miro y no aparta su mirada de la mía. – Debo quitarla, o no podrás seguir y si la quito sé que te dolerá, pero, tengo cómo ayudarte a que no te duela. – señalo mi cesto hacia atrás con todas las hierbas esparcidas en el suelo.
Hazlo, duele como la mierda y solo tú estás aquí.
— Me, me… ¿me hablaste? – pregunto temblorosa, sabiendo que sí no fue eso yo estoy loca.
¡Quita esta mierda! grita haciendo de un saltito en mi lugar, pronto junto mis hierbas.
Miro cuales eran las que me ayudarían en sanación y aparto un poco de cada uno, el hechizo puede decirlo en forma mental, aquí quién lleva las de perder soy yo, pues este lobo sabe quién soy yo, pero yo no a él o ella, pero juzgando su voz es un hombre. Me acerco al lobo n***o que no deja de mirarme, respiro profundo.
— La quitaré y luego necesito que te quedes quieto para poder poner las hierbas. – digo viéndolo a los ojos, este parece estar de acuerdo.
Acerco mi mano a su pata, se ve ¿suave? Qué mierda, sacudo mi cabeza de esos pensamientos y tras dar una pequeña caricia a su pata toco lentamente la rama haciendo que gruña, seguro le duele.
— Lo haré en tres… dos… – la quito de una haciendo que chille un poco molesto. – Si contaba hasta tres iba a ser peor. – lo reprendo, aplasto las hierbas que seleccioné en medio de la palma y recito el hechizo en mi mente, sanance iptili rasgit, sanance iptili rasgit. Repito mientras voy colocando en la herida que sangra en su pata.
Abro los ojos que no sé en qué momento cerré y su herida deja de sangrar, me siento cansada, pero, ¿cómo? Seguro se me pasó eso del miedo de estar frente a un lobo de dos y un poco más de metros. Me levanto buscando una tela del cesto, vaya, mi pañuelo favorito y debo usarlo para esto, genial, pronto voy y lo vendo alrededor de la pata, este lobo no hace más que respirar y no dejar de verme, ¿me conocerá?
— Listo, ya está, no te dolerá por el momento. – retrocedo unos pasos.
Gracias.
— Yo… – sonrío y se me borra al instante al sentir un estruendo detrás de mí y ahí veo a otro lobo casi del mismo tamaño junto al cual estoy. – Mierda. – susurro viéndolo impactada.
Este es de color gris sin igual y de ojos verdes, parece estar muy enojado, pues le gruñe al lobo n***o, pero su vista recae en mí y podría jurar que lo vi confundido. Trago en grueso, por lo que veo son enemigos, pero yo no tengo nada que ver, solo curé la pata del n***o, el lobo gris se acerca lentamente a mí y yo retrocedo.
— Yo… yo no he hecho nada. – digo en voz baja. El lobo gris baja la cabeza como reverencia.
Arya, soy yo, Kenner, no temas, no te haré nada.
— No puede ser. – susurro, abriendo los ojos tanto como puedo, ¿Kenner?
Ven conmigo, no debes estar cerca de él, ¿te ha hecho daño?
No, yo solo le curé la pata.
¿Qué dices? Ven, aléjate de él, es de otra manada y no podré defenderte si tengo que luchar contra él.
Camino lentamente hacia el lobo gris, no puedo creer que este sea mi amigo Kenner, Dios, esto debe ser una pesadilla, aprieto el agarre en mi cesto conforme avanzo. El gruñido del lobo n***o me hace voltear, parece enojado, no tengo idea del por qué, pero me da miedo, es mejor que vaya con Kenner.
Sube a mi espalda, te llevaré hasta cerca de tu casa, me debes explicaciones.
De hecho yo las quiero. El gris se coloca dándome acceso a subirme, lo hago y el n***o parece respirar anormalmente, como muy enojado, cuando parece que hará algo (como atacarnos) sale corriendo por otro lado del bosque, eso fue extraño.
Kenner corre por en medio de los árboles por donde ya voy reconociendo el camino a casa, a unos metros antes de salir al camino se detiene dándome una señal de que baje y así lo hago.
Ahora ve, en dos horas regreso por ti para irnos a la cafetería, no le digas a nadie, lo que viste, ni siquiera a tu abuela.
Asiento con la cabeza y este regresa por donde vino, mi corazón late velozmente y respiro tratando de calmarlo, cuando creo que lo logro, cruzo la calle y subo los escalones de la entrada de la casa. Voy entrando y no doy señales de abuela, ella dijo que me esperaría.
— ABUELA, YA REGRESÉ, ABUELA. – camino hacia la cocina y no la encuentro, arrugo el entrecejo, me encojo de hombros y subo las escaleras. – ABUELA, ¿estás en casa? Abuela, ¿abuela?
Supongo que habrá salido, pero, decido tocar su puerta, escucho como respiraciones agitadas, ¿se sentirá mal? Golpeo un poco más fuerte
— Abuela, ¿estás ahí?, ¿te sientes bien?
— A… Arya, estoy bien niña, solo, solo estaba durmiendo. – arrugo el entrecejo de nuevo.
— Bueno, disculpa, no quería despertarte, iré a mi habitación, luego prepararé algo de comer.
— Está, está bien, no te preocupes por mí. – responde agitada.
— Abuela, si sucede algo me lo dices, ahora te dejaré descansar.
— Hecho.
Al entrar a mi habitación dejo el cesto encima de la cómoda y me lanzo a la cama de lleno, no quiero pensar mal, pero dicen “piensa mal y acertarás” y el mal pensamiento es este, mi abuela respiraba en forma agitada, pero decía estar, bien, mi sexto sentido dice que ella seguro estaba haciendo algo indecente, obviamente, no le preguntaré nada de eso, suficiente tengo con todo lo que ya vivo, huir de gemelos obsesionados conmigo, aprender a controlar mis poderes, tener amigos lobos que saben de mí, mi abuela con un pretendiente lobo “joven” según ella y hace rato esa extraña escena en el bosque en medio de dos lobos de inmensa altura.
— Esto es una total mierda. – susurro cerrando los ojos y suena el celular indicando llamada entrante. – Más mierda, seguro. – digo y contesto sin siquiera ver de quién se trata.
— Arya, creo que debes saber algo. – la voz de Adara me hace abrir los ojos.
— Prima, ¿qué sucede?
— No me lo vas a creer, pero creo que me gusta un chico. – dice en voz baja.
— Y ¿eso? No tiene nada de malo.
— Lo tiene porque es un ser fuera de mi alcance. – no me creo lo que escucho.
— No digas estupideces, claro que debe estar a tu alcance, Adara.
— Pues no, es un vampiro. – susurra.
— ¿QUÉ? – me tapo la boca y me siento de golpe en la cama. – No puedes estar hablando en serio, Adara.
— Pues por eso es que estoy tan nerviosa, es decir, es un vampiro, lindo, de ojos claros y cabello castaño, pero no puedo acercarme.
— Haces bien.
— Oye, eso no me anima.
— Sabes la opinión que tengo de los vampiros, Adara, ellos asesinaron a mis padres. – aprieto el puño.
— Lo sé, lo siento, no quería traerte recuerdos malos. – siento la sinceridad en sus palabras.
— Adara, no te preocupes, pero dime, ¿cómo sucedió todo?
— Pues es un alumno nuevo del instituto.
— Raro. – susurro para mí misma.
— Es todo un amor, desde el principio me habló y es muy amable. – esto es aún más raro, ellos de por sí son fríos.
— Adara, creo que algo no anda bien con eso.
— Arya, deja tu resentimiento de lado, Axel no es como ellos.
— ¿Axel?
— Sí, mi vampiro lindo, pero, mi papá ya me descubrió y me prohibió hablarle, estoy triste.
— Adara, sé que capaz no me veas objetiva, pero te daré un consejo, mantente alejada de los vampiros, son seres fríos por naturaleza, solo serían cálidos con su tua cantante.
— Sí, ya sé con su alma predestinada, papá también me habló de eso. – casi puedo ver cómo pone sus ojos en blanco.
— Adara, haznos caso, no seas pesadita, porque si sigues por bando contrario terminaran rompiéndote el corazón y nosotros le romperemos la madre a quien se atreva a hacerte eso.
— Mmm, supongo que debo ser un poco más inteligente y hacerte caso, ¿cierto?
— Así es primita
— Lo meditaré con mi almohada, ahora debo dejarte, tengo que ir junto a Sam, nos dejaron tareas, no sabes cómo odio a los benditos profesores, pero dos meses y adiós instituto.
— ¿Dos?
— Claro, ya estamos en a mitad de abril, chica, el tiempo pasa volando. – vaya que sí.
— Bueno, ya no te entretengo, también debo hacer tareas. – finaliza la llamada y vuelvo a cerrar mis ojitos.
Golpecitos en la puerta me despiertan, me restriego los ojos y me incorporo de a poco, no me creo que me haya dormido, genial, eh Arya.
— Arya, baja a comer algo, ya son las 13:30 – ¿13:30? Salto de la cama, dentro de poco Kenner debe venir por mí.
— Ya voy abuela. – respondo, veo mi ropa si está sucio o no y no tiene nada solo un poco de polvo.
Me sacudo la ropa, voy a lavar mi rostro, limpio mi pierna raspada, no es nada, viviré; solo aplico mi labial humectante cambio de abrigo por una campera de color azul marino con bolsillos en el interior y exterior; verifico llevar un poco de dinero, por si las dudas. Bajo a la cocina, mi abuela está tarareando mientras me sirve un platillo con pollo frito y verduras salteadas.
— Parece que te quedaste dormida. – se sienta frente a mí.
— Y tú pareces estar de buen humor. – entrecierro los ojos en lo que pruebo de la comida.
— La vida es bella. – sonríe.
— Sí, sí señora Alves. – si ella está bien no tengo por qué arruinarlo. – Por cierto, abuela, creo que llegaré por la noche, dependiendo de la plática con los chicos.
— Te adaptaste muy bien en poco tiempo.
— Sí. – me encogí de hombros.
— Arya, ¿está todo bien? – la miro ya casi terminando de comer.
— Sí abue, todo bien, ya debo irme. – me levanto.
— Yo quiero... – no termina cuando la bocina de la moto me indica la llegada de Kenner.
— Debo irme abuela, hablamos luego. – beso su mejilla y salgo de la casa.
— Vamos, en la cafetería hablamos. – asiento y subo después de colocarme el casco.
No le noté nada raro a mi amigo, pero creo que su interrogatorio me dejará exhausta, debido a la velocidad de carrera de Kenner, llegamos en pocos minutos. Al entrar al trabajo de Sander no estaban muchas personas, mi amigo nos hizo una señal para que vayamos junto a él, nos sentamos en una mesa de la esquina con mejor vista hacia el exterior, Lexia ya estaba con un helado en copa.
— Hola a todos. – dije sentándome en una de las sillas que me permitían ver la entrada del local.
— Aquí podemos hablar tranquilos. – Sander acerca otros dos helados para nosotros.
— Arya, ahora explícame por qué estabas en el bosque. – lo miro extrañada.
— Fui a buscar unas hierbas para mis prácticas de sanación, pero me alejé demasiado.
— ¿Al bosque?
— Sí, Lexia, la encontré junto a un lobo.
— ¿CÓMO DICES? – Sander voltea a todos lados dando una mirada de disculpas.
— ¿Por qué mejor no vas y lo publicas por todos lados? – replica Kenner.
— Vamos, tampoco fue tan malo, solo lo ayudé. – me encogí de hombros.
— Espera, pero no entiendo. – Lexia arruga ligeramente el entrecejo.
— No hay nada que entender, tienes suerte de que no te haya lastimado, pero debes tener más cuidado, no todos son así. – asiento tratando de tranquilizar a Kenner.
— Mejor hablemos de la tarea de Literatura. – digo probando mi bebida helada.
— Sí, Kenner y Sander la tienen fácil, yo debo hacerlo con el beta de mierda. – resopla.
— Hacerlo, eh. – mueve sus cejas en forma pícara.
— ¡Sander! Es obvio que me refiero a la tarea. – Lexia le da un codazo.
— Creo que me perdí de algo. – los miré a ambos.
— Verás, Lexia no se lleva bien con Luka que resulta ser es el beta de la manada. – explica Sander.
— ¿Beta?
— El segundo en mando después del Alpha. – responde Kenner.
— Así como lo es Raner para ti. ¿cierto? – asiente afirmándolo.
— Comprendo.
— Pero, mira el lado positivo Lexia, tú eres con el beta y aquí nuestra Arya es con el Alpha. – ella fulmina con la mirada a Sander.
— No le veo el lado positivo a eso. – miro mi bebida como lo mejor del mundo.
— Nosotras tendremos que ir a la casa principal para hacer la tarea, esos dos son unos odiosos. – pone los ojos en blanco.
— ¿Cuál casa? – la miro curiosa.
— Mira, ellos pocas veces salen de la casa principal, es como la fortaleza principal de la manada. – hace un gesto restándole importancia. – Las cosas siempre debe ser como ellos quieren.
— Pues nosotras cambiaremos eso. – me encojo de hombros, Kenner enarca una ceja.
— Así que quieres desafiar a un Alpha, eh Arya.
— ¿Yo? – sonrío de lado. – Para nada, pero, no dejaré que me den órdenes, yo no pertenezco a ninguna manada.
— Me gusta tu actitud, chica. – Sander afirma con la cabeza.
— ¿Sabes? Creo que tienes razón, pero yo sí formo parte de esa manada y me toca obedecer. – resopla la castaña.
— No es algo que tenga que ver con la manada así que básicamente no le debes obediencia, Lexia.
— Es que eso no es el único problemita que tiene. – menciona Sander ganando toda nuestra atención.
— Sander, ni al caso.
— Nosotros queremos saber también.
— Kenner, no seas indiscreto. – lo reprendo.
— Tranquilos, no es un secreto de estado, es por Luka.
— Y el por qué nuestra amiga lleva unos días ocultando su olor. – la molesta el castaño.
— Sander, voy a matarte si no te callas. – dice ella entre dientes.
— Ya me preguntaba lo mismo, pero, no le estaba tomando importancia. – Kenner se bebe el helado derretido.
— Lo que sucede es que…. Hace unos días descubrí que Luka es… – vacila en hablar, nos mira a todos y se sonroja. – No puedo estar cerca de él, no lo soporto.
— ¿Lo odias?
— Peor, Arya, no podría aguantar no lanzarme encima de él.
— ¿Estás en celo?
— ¡Kenner! – se exalta negando con la cabeza.
— Entonces, habla, esto de tratar de descubrir es un asco. – levanta las manos en señal de rendición.
— Es que Luka, es… – Sander pone los ojos en blanco y la interrumpe.
— Luka es…
— ¿Qué soy yo? – su voz se escucha detrás de Lexia y ella abre los ojos tanto como puede.
Sander aguanta la risa mordiendo su labio inferior, Lexia está en extremo sonrojada, Kenner afirma con la cabeza como si hubiera descubierto un gran secreto y yo estoy confundida, creo que ya debería de entender, pero, simplemente no me da la conexión.