ARYA.
— ¿No hablaran? Están hablando de mí, escuché mi nombre. – insiste el beta.
— No eres el único de nombre, Luka. – Lexia habla por lo bajo.
— ¿Me puedo sentar con ustedes? – pregunta ignorándola.
— Adelante. – invita Sander y ella lo fulmina con la mirada.
— Gracias, Rodríguez.
— Bien, en lo que estábamos. – Kenner se aclara la garganta.
— Sí, hablábamos de que…
— ¡Sander! ¿Que no deberías estar haciendo algo productivo?
— No, mi querida amiga Lexia, terminó mi turno, pero, sí que puedo ofrecerle algo al be… a Luka. – mira al nombrado.
— Pues no sé qué están tomando, pero se ve apetecible. – responde el beta.
— Hay otras mesas. – susurra Lexia, Kenner ríe y niega con la cabeza.
— Iré a traerte uno igual, de todos modos, debes saber una cosa.
— ¿Qué cosa?
— Ya regreso. – se levanta y ríe por el camino.
— ¿Qué es lo que te causa gracia, Stone?
— Que ya me di cuenta de algo bastante interesante, Luka y es gracioso porque es tan obvio. – se encoge de hombros mirando con expresión divertida a Lexia.
— Pues podrías decirme, para reírme también.
— No me corresponde. – se apresura a decir.
— Aaamm, bueno, creo que debemos enfocarnos. – intervengo. – Pero, primero Lexia, necesito que me acompañes al baño, no sé dónde queda. – me levanto y ella rápido copia mi acción y casi corre llevándome.
Entramos por un pasillo y tan pronto abre la puerta la cierra recostándose sobre la misma. Se lleva la mano hacia el pecho y respira varias veces tratando de calmarse.
— Gracias. – susurra.
— Me dirás lo que sucede. – me cruzo de brazos.
— Yo… no…
— No era pregunta. – me apresuro a decir, ella resopla y saca su celular y me envía un mensaje.
— Léelo.
Lexia: Luka es mi mate.
— No entiendo. – digo, pero luego recuerdo que eso significa que es el alma predestinada. – Espera, creo que sí ya entiendo, entonces, él…
— Shhh, nos escucharán. – me tapa la boca y comienzo a reír.
— No puede ser.
— También te ríes de mí, ¿cierto? – se lleva el cabello para atrás.
— No. – me apresuro a decir. – No es por ti, es que hoy por la mañana me enteré de un caso similar, y que ahora descubra esto es… de cierta forma gracioso
— Estoy perdida. – arrastra la última palabra.
— No veo el por qué, creo que…
— No hables más, no quiero que lo sepan. – susurra señalando la puerta dando a entender de los chicos. Le guiño un ojo.
— ¿Sabes? No es tan malo tener un novio un poco mayor que tú. – digo adrede y ella me mira confundida, mientras le escribo un mensaje.
Arya: No le veo el problema de que sea tu mate, es guapo, harán linda pareja.
Lexia: Es un odioso.
Arya: ¿Él ya lo sabe? ¿Qué es tu mate?
— Arya, no sigas. – continúa mi juego negando con una sonrisa.
— Bueno, de todos modos, lo conoceremos. – abro el grifo para lavar las manos.
— Estás loca. – me susurra.
— No tienes idea de cuánto.
Lexia: No, no lo sabe porque he estado ocultando mi aroma cada vez que lo veo o lo siento cerca.
Arya: Creo que deberías decirle.
Lexia: Todavía no, primero haremos la tarea, si me toma desprevenida, quizás.
— Bueno, volvamos, ya te veo de mejor color ese rostro. – responde ella y regresamos junto a los chicos que está en silencio y mirándose como unos mafiosos.
— Bien, es hora de continuar con el tema. – dice Kenner.
— No dirán que estuvieron en silencio todo este tiempo o ¿sí? – miro a los tres hombres.
— No afirmo nada. – Kenner se encoge de hombros.
— No niego nada. – Sander copia la acción.
— Yo solo quiero saber por qué me estaban nombrando. – copia la acción el beta, observo disimuladamente cómo Lexia lo mira.
— Pues yo tengo la respuesta y te la diré. – digo captando la atención de todos.
— Arya…
— Cuida lo que dices…
— Yo sí quiero ver esto…
— Habla.
Las voces de Sander, Lexia, Kenner y por último Luka se mezclan haciendo que sonría “inocente”.
— Bien, Luka, te estábamos nombrando porque tú eres. – miro a Lexia y luego de nuevo a él. – Resulta que eres el dúo de Lexia en el trabajo de la biografía en Literatura y decíamos eso, con quienes nos toca equipo. – con total tranquilidad bebo mi helado derretido.
— Ah, eso, qué bueno que lo dices, porque no asistí a esa clase y Ryan no me dijo con quién me tocaba ese trabajo. – Luka se rasca la nuca en señal de disculpa creo y mira a Lexia de una forma extraña.
— Pues era eso, solo estábamos dando emoción al tema. – me encojo de hombros.
— Yo debería contratarte. – Kenner me toca el hombro.
— En verdad que ustedes las mujeres son un caso difícil. – afirma Sander.
— Entonces, vendrás a la casa principal para hacer lo del trabajo, ¿cierto? – Luka se dirige a Lexia.
Nosotros aguantamos la risa porque ella había dicho que eso mismo es lo qué diría, lo disimulamos bebiendo otro sorbo de helado, ella traga grueso.
— Aaamm, no.
— ¿No?
— La casa principal es para uso más importantes, además, yo… podemos hacer de forma separada, yo hago mi biografía y tú la tuya y luego intercambiamos y ya. – responde ella evitando su mirada.
— No estoy de acuerdo en eso.
— Cierto, Sander, nosotros a fuerza tendremos que convivir y eso que somos de diferentes personalidades. – enmarca Kenner ya que supuestamente no sé nada.
— Deben HACERLO juntos.
— Sander, creo que no aprecias tu vida. – lo amenaza la castaña.
— Yo tampoco estoy de acuerdo, yo sí quiero hacer el trabajo, quiero conocerte. No podemos hacer trampas. – responde el beta sonriendo de lado para ella.
Me muerdo el labio inferior mirando a otro lado para calmarme y no hablar demás, en eso mi celular vibra dentro de uno de mis bolsillos y veo el mensaje que llegó.
Desconocido: Estoy llegando a la cafetería, espero encontrarte allí o iré por ti a tu casa.
Oh no, mierda, maldito karma, yo riéndome de la situación de Lexia y ahora debo hablar con el hombre de n***o, lo peor, aún sigo con mis amigos, ¿qué haré? Trago grueso y respondo.
Arya: Oye, ¿qué sucede contigo? Ayer ignoras mi mensaje y ahora prácticamente me estás ordenando verte, no soy tu empleada.
Ryan: ¿Quieres que vaya por ti, rubita?
Pongo los ojos en blanco, otra vez el idiota de siempre.
Arya: Deja de llamarme así, hombre de negro
Ryan: Nos vemos en 10.
— Bien, nosotros nos vamos. – se levanta Kenner y me mira.
— Aaamm, yo debo quedarme un poco más. – respondo.
— ¿Por qué?
— Es que mi dúo vendrá para coordinar lo del trabajo. – pongo los ojos en blanco.
— Wow, eso es nuevo. – Sander se levanta también. – En fin, entonces yo iré contigo.
— Ni de coña, castaño. – espeta Kenner y yo río.
— Oye, oye, es por el trabajo idiota, tampoco me agrada estar a solas contigo. – levanta las manos y Lexia y yo reímos.
— Se quieren tanto. – Lexia finge secar una lágrima de sus ojos.
— Pues creo que deberían aprovechar por lo del trabajo y convivir un poco más. – apoyo la idea y ellos me ven de mala gana.
— Mmm, no deberías hablar. – responde Kenner.
— Pero, si no dije nada malo. – me encojo de hombros, en eso Kenner aprieta ligeramente la mandíbula.
Voltea hacia la entrada y yo también y ahí está el hombre de n***o, vestido completamente de n***o, valga la redundancia, vaqueros, bota de trabajo, camisa, esperen, ¿trae puesta solo camisa? De mangas largas remangadas hasta los codos y esa media sonrisa de creerse mejor que todos, al instante se roba las miradas de todas y entonces yo la aparto porque yo no soy igual a ellas.
— Sander, vamos, me sigues en tu moto, trataremos de comenzar ya. – ordena Kenner.
— Vale. – responde este y se acerca a besar mi frente. – Mide tus palabras, no es nada agradable cuando se enoja. – me susurra luego va y copia la acción con Lexia, pero le dice otras palabras.
— Hola. – dice él parándose en frente de Kenner, es como si lo estuviera desafiando o algo así, son del mismo tamaño, súper altos.
— Ryan, no sabía que vendrías. – responde Luka.
— Vine aquí por ella. – me clava la mirada, no lo veo, pero lo siento.
— Pero…
— Arya, llámame si sucede cualquier cosa, ¿de acuerdo? – interrumpe Kenner mientras se acerca a besar mi mejilla, asiento con la cabeza. – Puedo venir por ti.
— No es necesario, ella irá conmigo. – interviene Ryan.
— Hablo con Arya, no contigo.
— Pues ya te…
— Okey. – interrumpo, me levanto y llamo la atención de Kenner. – No te preocupes, ahora ve y trata de llevarte mejor con Sander. – sonrío, pone los ojos en blanco y sale de la cafetería seguido de Sander.
— Lexia, es mejor que nosotros vayamos a otra mesa. – pide Luka, nosotras nos miramos y está clara nuestra respuesta.
— Sí, deberían irse. – Ryan toma asiento.
— No, no vayan, la mesa es lo suficientemente grande para los cuatro. – respondo rápidamente.
— Además, no quiero dejar sola a Arya, ella es nueva y ustedes no son de su entorno. – agrega Lexia.
— Conmigo no le sucederá nada. – el tono frío de Ryan hace bajar la mirada de mi amiga.
— ¡Oye! Yo no quiero que se vaya. – intervengo arrugando el entrecejo. – Además el trabajo es el mismo, solo que en equipos diferentes. – lo veo apretar la mandíbula.
— Arya, no hay problema, yo…
— No. – la corto. – Ustedes se quedan aquí.
— Aaamm, bueno, entonces, deberíamos enfocarnos en el trabajo. – Luka trata de calmar la tensión.
— Esto te saldrá caro, rubita. – susurra cerca de mi oído y me alejo considerablemente.
— Te agradeceré que respetes mi espacio personal. – digo tajante y él solo sonríe de lado.
— Claro. – responde.
Hablamos idioteces de cómo hacer el trabajo, sé que parecía un poco ruda al principio, pero esa mirada oscura intensa fue bajando toda la rudeza que tenía conmigo, no dejó de mirarme en ningún momento y cuando miraba a Lexia buscando una salida ella también se estaba conteniendo, ¿qué mierda sucede con estos dos?
— En fin, muchas ideas, pero, ninguno las anotó. – mencionó Luka.
— Cierto, eso significa que debemos reunirnos de nuevo. – secunda Ryan.
— No es necesario, ya tenemos claro cómo hacer la biografía. – resto importancia.
— Si te lanzo datos de mí, no lo recordarías. – me reta.
— Cierto porque no me importa. – me encojo de hombros, Luka ríe y se calla al instante que el pelinegro le da una mirada asesina.
— Aaamm, creo que deberían venir a la mansión, ahí tenemos todo lo necesario.
— Nosotras también tenemos lo necesario. – se defiende Lexia.
— Cierto, es más, ustedes debería venir a nosotras no al revés.
— Arya, nunca fue así.
— Nosotros no vamos tras de ninguna mujer, aunque sean trabajos del instituto. – secunda el beta.
— Siempre hay una primera vez. – me encojo de hombros.
— Ustedes vendrán. – dice Ryan, yo sonrío.
— Mmm, suerte con eso, no iré a ningún lugar desconocido sin supervisión de mi abuela.
— Yo no puedo, mis padres no me dejarán. – Lexia se excusa en voz baja.
— Yo arreglaré eso. – Luka le resta importancia.
— No es necesario.
— Lo haré.
— Que no.
— Que sí.
— Aaah, eres un puto odioso. – se levanta, llevando su cabello para atrás, la miro sorprendida, creo que está en problemas. – Te estoy diciendo que no iré, mañana haremos la tarea aquí, a la mañana, mi padre va a matarme si desobedezco su orden.
— Pero…
— Me voy. – lo corta antes de darse la vuelta.
— Siéntate. – ordena con voz potente Ryan. Ella aprieta los dientes y se sienta.
— Lexia, yo no… – Luka parece avergonzado, mira a Ryan y luego a ella.
— Lexia, dijiste que te irías, te vi muy decidida, no entiendo, ¿por qué no te vas?
— Porque él me lo ordenó, Arya. – responde entre dientes, arqueo las cejas sorprendida.
— Ah, dile que se puede ir. – volteo hacia Ryan.
— ¿Qué te hace creer que te haré caso? Rubita.
— Ya, ustedes se creen demasiado por ser hombres. – me levanto y me coloco detrás de Lexia. – Dile que puede irse o me…
— ¿O qué?
— No quieres averiguarlo. – dije entre dientes.
— No lo haré. – asiento con la cabeza y suspiro.
La verdad es que no puedo hacer mucho, yo no soy nada para él, así que amenazarlo no fue mi mejor movimiento, pero, no acostumbro a quedar en ridículo, saco mi celular para llamar a Kenner, debo irme, de todos modos, esperen…
— Lexia, debes hacerlo. – le susurro.
— No. – niega frenéticamente con la cabeza.
— No puede levantarse si no se lo ordeno. – se cruza de brazos recostándose por la silla, ellos no saben que yo sé.
— ¿Por qué?, ¿ella es una empleada tuya? Te sientes superior cuando muestras tu poder, ¿verdad? Es una lástima, porque solo muestras lo vacío que estás por dentro. – digo con “inocente” voz, aprieta la mandíbula, lo he ofendido.
— Ryan, déjala ir. – pide Luka.
— No. – insiste él.
— Lexia. – toco su hombro. – Creo que ya es hora.
— No, Arya, me quedaré aquí todo lo necesario, pero, tú llama a Kenner para que venga por ti, no te vayas caminando, ya va anocheciendo.
— Está bien. – respondo marcando el número, pero rápido el celular desaparece de mi mano.
— Yo te llevaré. – responde Ryan, arrugo el entrecejo y este, ¿quién se cree?
— No y devuélveme mi celular, no tienes derecho de quitármelo.
— Déjame llevarte. – pide, ¿amable?
— ¿Tienes bipolaridad o algo? – extiendo mi mano esperando mi celular.
— No, solo déjame llevarte, necesitamos hablar.
— No, del trabajo lo hablamos mañana por mensajes.
— Rubita, estoy haciendo un esfuerzo grande, yo te llevaré a casa.
— Ese no es mi nombre. – lo desafío.
— Pues…
— Escucha, Castillo, si dejas ir a mi amiga iré contigo, sino no.
— Te devuelvo el celular si me dejas llevarte.
— No.
— No hay celular. – se encoge de hombros.
— Siempre puedo comprarme otro e ir caminando. – copio la acción.
— No. – gruñe, en verdad lo estaré molestando, ¿no?
— Castillo, quiero mi celular y que dejes ir a mi amiga.
— Si lo hago, ¿me dejarás llevarte?
— Sí.
— Bien. – me extiende el celular y voltea hacia Lexia y Luka que nos miran en forma extraña. – Lexia, puedes hacer lo que quieras.
— Uff. – se levanta de un brinco y toma su chaqueta y bolso. – Después hablamos, Arya. – camina alejándose, Luka la sigue, creo que ella le gusta.
— Ahora tú y yo hablaremos. – me toma de la mano y me lleva fuera tras dejar un billete sobre la mesa.
— No tenemos de qué hablar, ya te dije lo del trabajo lo vemos mañana. – me abre la puerta del copiloto y subo, él copia mi acción del otro lado.
— Rubita, no me entiendes.
— Castillo, deja de decirme rubita, ese no es mi nombre. – digo pasando la mano por mi rostro en señal de frustración.
— Me gusta decirte rubita, eres la única por aquí. – comienza a conducir.
— Vaya, no me había dado cuenta. – digo irónica y él ríe.
— Eres graciosa cuando quieres.
— Bien, Ryan, habla que te escucho. – me dedico a ver directamente el camino, no debo verlo o caeré en tentación seguramente.
— Rubita, me agradas, solo quiero invitarte a mi casa para hacer mejor la tarea.
— No conozco el lugar y me sería más cómodo que fuera en un lugar público, ya sabes, soy paranoica. – miento descaradamente.
— Insisto en mi petición.
— Lástima. – me encojo de hombros.
— Prometo comportarme mejor. – su voz es gentil, como si fuese una blanca palomita, pero, por alguna extraña razón no le creo.
— Está bien. – respondo al ver que llegamos a casa, me preparo para bajar y deja vu, me sujeta del brazo. – Castillo y ahora que…
No, no, ¿QUÉ ESTÁ HACIENDO? Sus manos sujetan fuerte cada lado mi rostro mientras me está besando los labios, ¡me está besando! Pero ¿quién mierda se cree? Lo empujo sin tener éxito, tiene mucha fuerza, solo se me ocurre corresponderle el beso, en eso siento que parece relajarse y lo empujo con fuerza logrando separarme de su cercanía.
— PERO ¿QUÉ MIERDAS HICISTE? – grito furiosa y veo como sonríe de lado, ¡quiero golpearlo! – ERES UN…
— ¿Qué? Te besé y ¿qué?
— Ah, no lo vales. – digo entre dientes y me apresuro a salir del auto, camino a paso apresurado hacia la entrada.
— ¡Oye! ¡Rubita! – me paro en seco tratando de controlarme. – Tus labios son dulces. – me sonrojo y entro corriendo a la casa.
— Idiota. – susurro una vez adentro y subo a la segunda planta.
De nuevo ni señales de mi abuela, pero, creo que es mejor así, no quiero que me interrogue, además, ese idiota me ha besado, me lanzo en mi cama ahogando mi grito de frustración con la almohada. Una notificación en mi celular me despega de la almohada.
Ryan: Si te pido disculpas por el beso que te robé estaría siendo muy hipócrita, pues no me arrepiento de nada, Arya.
No me ha dicho rubita, eso significa que… ¿está hablando en serio? No, los hombres no son serios, no te creas esto, solo quiere confundirte. No le responderé.
Ryan: Paso por ti mañana a las 8 para hacer el trabajo en casa, buenas noches.
Menudo idiota, ya da por hecho que iré después de que me haya dado tremendo beso, está loco si cree que hará lo que se le dé la gana.