Pronto llega la hora del receso, Sander me lleva a la cafetería del instituto mientras todos no dejan de verme.
— Es incómodo. – digo por lo bajo.
— Eres la sensación del momento, pues eres rubia.
— Eso no me hace sentir mejor, Sander.
— Lo sé, pero deberías acostumbrarte, eres hermosa, muchos voltearan a verte. – lo miro con una ceja arqueada.
— ¿Tú también? – se sonroja fugazmente.
— Aaamm, bueno, eso no serviría, no soy de tu tipo, digamos que eres una imposible. – se encoge de hombros y río.
— No digas babosadas, solo dime que quieres ser mi amigo.
— Está bien. – me extiende la mano en forma de saludo. – Señorita Arya Alves, ¿acepta ser mi amiga?
— Mmm. – lo pienso unos segundos y sonrío estrechando su mano. – A partir de hoy seremos amigos.
— Hecho. ¿Quieres beber algo?
— No, con este sándwich ya tengo suficiente, pero, gracias.
— ¿Sabes? Te ves frágil.
— ¿Yo? – me señalo y él afirma. – Ah pues no me conoces, también puedo ser torpe, desastrosa y la burla de muchas personas. – reímos juntos.
— ¡Sander! Llevaba tiempo buscándote, ¡me dejaste sola, idiota! – lo reprende un mujer, volteo a verla pues está a mis espaldas y otra mujer de cabellos castaños, ojos oscuros y cuerpo delgado, alta aparece ante mí.
— Lexía, lo siento, lo olvidé, siéntate con nosotros. – señala una silla para que nos acompañe, ella lo hace y me mira entrecerrando los ojos.
— Eres la nueva. – dice en voz baja.
— Lexia, déjala tranquila. – reprende el castaño.
— Sander, estoy bien. – miro a su amiga. – Hola, soy Arya Alves.
— Yo, yo soy Lexia Ledesma.
— Es mi amiga, desde niños. – aclara Sander.
— ¿Tus ojos son reales? – pregunta sin dejar de verme, puedo sentir las mejillas calientes, seguro me he sonrojado.
— ¡Lexia! No ves que la estás sofocando.
— Sí, son reales. – digo en voz baja, ella se acerca a tocar mi hombro, su cuerpo… ella también es loba, ¿todos lo son?
— Disculpa, pero es que eres alguien rara por aquí, rubia, alta, buena figura, cabello lacio, piel blanca no tan pálida y esos ojos color gris, ¡Dios! Caíste del cielo, ¿cierto? – bromea guiñándome un ojo y dejo escapar una risita.
— No, solo lo heredé de mi abuela. – respondo.
— ¿Tú abuela?
— Sí, la señora Alves es su abuela. – Sander pone los ojos en blanco y ella asiente.
— Aaah, wow, bueno, los amigos de Sander son mis amigos así que, espero nos llevemos muy bien. – me sonríe y le correspondo.
— Yo también, ser vista como bicho raro ya no es divertido. – los miro.
— Pues te acostumbras. – resopla Lexia, me toma por los hombros. – Disculpa, pero, ¿puedes mirarme fijamente? Es que tus ojos no se ven todos los días por aquí.
— Lexia, déjala. – dice el castaño. – No queremos incomodarla.
— Por mí…
Todos los alumnos miran hacia la entrada de la cafetería cómo entra el hombre de n***o rodeando la cintura de la chica puta hacia una de las mesas vacías donde aparentemente acostumbran a sentarse siempre y se creen el centro del universo. Bien ahora, la puta me mira y rápido desvío la mirada pues no quiero problemas el primer día de clases aquí.
— A esas personas no debes acercarte en lo que te sea posible. – Lexia es la que habla. – Ellos son los populares de aquí y odian “mezclarse” con nosotros. – agrega poniendo los ojos en blanco.
— Lexia, no digas esas cosas de…
— Es la verdad, pero, bueno, escucha Arya, la chica que está sentada en el regazo del que está vestido todo de n***o es Britana Alarcón, es una chica que acostumbra a tener a todos detrás de ella. – se encoge de hombros. – Pe-perra. – estornuda haciendo reír a Sander y a mí.
— Lexia, ruega porque no te haya escuchado.
— Pero, si estamos lejos de ellos. – digo, pero recuerdo que ellos sí pueden escuchar desde lejos, lo que significa que si él dijo eso es porque la tal Britana es también una loba, genial.
— Ah, aaamm, olvídalo. – se apresura a decir Sander.
— La vida es una adrenalina constante, Sander, ya que. – se encoge de hombros Lexia. – Ah, el que viene de n***o, que por cierto siempre acostumbra a vestir de ese color, es Ryan Castillo, el más "guapo" del instituto.
— Anotado. – dije con ironía.
— Bueno, el que está cerca de Ryan es como su mejor amigo, Luka. – pone los ojos en blanco como si lo odiara o algo parecido.
Miro de reojo hacia esa mesa solo para encontrar que el de n***o, Ryan me mira fijamente ignorando a la chica en su regazo y que el tal Luka también mira hacia nosotros, pero como buscando algo.
— Aaamm, creo que es mejor hablar de otros temas. – señalo disimuladamente a mis acompañantes de los que nos miran.
— ¡Sí! Por favor dinos, ¿cómo fue que terminaste aquí? – pregunta Lexia.
— Aaamm, yo, pues yo.
— Hasta que te encuentro, Arya. – interrumpe la voz de Kenner, se posiciona a mi lado.
— Kenner Stone. – dice Sander mirándolo de mala forma y apretando el puño.
— Pues es hora de descanso. – respondo.
— ¿Puedo? – pregunta Kenner, miro a Sander y a Lexia y parece no gustarles la idea.
— La cafetería es pública. – replica Lexia.
— Pues me siento. – lo hace a lado de mí. – Arya, ya me comentó tu abuela lo de la compra esa.
— Ah, o sea, que sí vas a acompañarme.
— Así es.
— Ustedes dos son, ¿novios? – Lexia arquea una ceja, mi amigo sonríe de lado.
— No, Ledesma, Arya no es mi novia, gracias por tu interés en ese ámbito. – le responde Kenner a Lexia.
— No pienses idioteces. – dice entre dientes ella.
— Ustedes parecen no llevarse bien, ¿o me equivoco? – pregunto mirándolos a los tres.
— En eso te doy la razón, digamos que somos de bandos contrarios.
— Stone, no deberías hablar de más. – Sander se ve cabreado.
— O ¿qué?
— Kenner, creo que ya entendí, pero no quiero que discutan por causa de mi ignorancia.
— Tranquila, no es por tu causa, Arya. – toca mi mejilla.
— Aaamm, quiero aclarar un tema con los tres. – digo seria.
— Te escuchamos. – Sander arquea una ceja.
— Creo que entiendo eso de bandos contrarios.
Ya sabía que lo habías notado, Arya
Busco al dueño de esa voz y siento la mano de Kenner en mi mano.
Soy yo Arya, Kenner, solo tú estás escuchando mi voz, sí, somos de manadas diferentes si es lo que quieres saber, ellos son de otra manada y yo soy el Alpha de otra, por eso las diferencias.
— Y ¿qué es lo que entiendes? – Lexia cruza los dedos de sus manos encima de la mesa.
Ella no es mala, solo es muy precavida, pero Sander sí es un poco más impulsivo, sin embargo, no te hará nada, no tiene tampoco malas intenciones.
— Qué seguro no se llevan bien porque aquí mi amigo ha de ser de uno de esos grupos de populares. – miento parcialmente.
En realidad no estás mintiendo, es verdad.
¡Deja de invadir mi mente!
Ok, ok, mensaje recibido.
— Pues sí, no nos juntamos con aquellos que se creen más que los demás.
— Lexia, yo no me creo más que ustedes, solo no quieren conocerme. – se defiende Kenner.
— Y ¿Qué se supone que debemos conocer de ti? Eres tan superficial como ellos. – Sander señala hacia el grupo apartado.
— No me compares con ellos, Rodríguez. – gruñe Kenner, esto se saldrá de control.
— Aaamm, tranquilos todos, yo solo quiero amigos, después de todo acabo de mudarme aquí y no conozco muchas cosas que ustedes tres, sí. – intervengo, me miran y parecen calmarse.
Te prometo no hacer un escándalo, disculpa, no quiero dejarte sin amigos.
— Pues por mí no hay problema si no nos humillan. – agrega Lexia.
— ¿Podemos intentar ser todos amigos? – pregunto casi en voz baja.
— Yo sí me apunto, no tengo problemas, seamos amigos por ella, lo merece. – interviene Kenner, Sander enarca una ceja.
— Pues yo sí quiero ser tu amiga, cuenta conmigo. – Lexia me sonríe.
— Supongo que no perdemos nada intentando, ¿no? – le sonrío amablemente a Sander.
— Gracias, llevo poco aquí ya siento que los quiero. – digo justo en el momento que suena la campana indicando la entrada a otras materias.
Nos levantamos y vamos a la clase de matemáticas que coincidentemente llevamos todos juntos. Creo que ya no es necesario decir a quién miraban como la rara, ¿no?