Una propuesta

1496 Words
Elena Greyson. 20 años. Amante de la literatura clásica. Estudiante universitaria. La preferida de los profesores. Excelente rendimiento escolar. Rata de Biblioteca. Ella, quien era conocida por su completa frialdad. — ¡Me gustas! En serio, me gustas mucho — gritó sin pena alguna el muchacho, mientras miraba con firmeza a la chica que estaba sentada en el banco del patio del instituto, leyendo un libro. — ¿Ah, sí? Interesante. — contestó ésta, sin siquiera despegar la vista de la página. Y así era Elena. ~ Un día cualquiera de clases, mientras Elena aprovechaba el tiempo libre para leer Hamlet, un chico llamado Alex Castle, mejor conocido como el capitán del equipo de fútbol de la escuela, tuvo el coraje para acercársele, y sin importarle la presencia de los demás estudiantes que observaban petrificados, le confesó sus sentimientos hacia la dama. — ¿Qué? — preguntó indignado. — Y-yo... ¿qué significa eso? — estaba ansioso por escuchar la respuesta de su querido amor. Pero en el instante en que las campanas sonaron dando el aviso de que el tiempo libre había finalizado, Elena cerró su libro con delicadeza y caminó con tranquilidad, ignorando a Alex para llegar a su clase correspondiente. Había sido claramente un rechazo, al estilo Elena. Desde ese instante, era el centro de conversación de entre los demás estudiantes, en conjunto con Alex, quien nadie se imaginaba que un chico tan llamativo y social supiese si acaso la existencia de una chica como Elena, alguien que ni siquiera se esforzaba en hacer amigos en el instituto. Sin importarle mucho los murmullos de sus compañeros de clases, Ela se sentó con tranquilidad en su asiento correspondiente y esperando a que el profesor llegara, continuó con su lectura de esa mañana. Sin embargo, fue imposible concentrarse al momento en que Alex apareció en la puerta de su salón, gritando el nombre de la chica. "¿Qué? ¿Realmente sabe quién soy?", se preguntó, sorprendida. — ¡Elena! — la buscó con la mirada entre la multitud de estudiantes esparcidos por el salón, hasta encontrarla. — Necesito una respuesta. ¡Cualquier cosa está bien! Y entonces, todos los demás reunidos, voltearon a verla curiosos, haciendo entrar en pánico a Elena, porque después de todo, odiaba llamar la atención. "Si lo ignoro se irá, lo sé". Entonces regresó su vista hacia el libro, esperando a que su plan funcionara, pero no podía evitar sentir ese manojo de nervios donde todos la estaban observando, como si fuera algo llamativo. — Después de clases, en el gimnasio, ¡te estaré esperando! — Gritó Alex cuando ya necesitaba marcharse, pertenecía a otra clase y ya su profesor había llegado, pero quería asegurarse de hablar con la chica que le gustaba. Justo en aquél instante, entró Jessie y mirando con intriga todo lo que ocurría allí adentro, le preguntó a Alex qué ocurría. Sí, Alex y Jessie eran mejores amigos. — ¡Lo hice, amigo! — exclamó con una gran sonrisa — ¡Me le confesé a Elena! — ¿Eh? — Jessie estaba confundido. — No me digas... ¿Ella era la chica que te gustaba? — y entonces volteó a mirar a la chica mencionada, estaba totalmente sorprendido. — Richter, vaya a su clase. Señores, la clase ya comenzó — e hizo su entrada el profesor de esa hora, distrayendo a los estudiantes de la divertida situación del día. "¿Por qué me pasa esto? ¿Qué hice para merecerme esto?", pensó ella, mordiendo su labio con nerviosismo. Y así pasó el resto del día, hasta el instante en que la última campana sonó, anunciando que era tiempo de los estudiantes de marcharse a sus casas. Elena pensó tomar sus cosas rápidamente y salir por detrás del instituto y así evitar encontrarse con Alex. Pero vio a Jesse acercarse hasta su asiento, lo que detuvo por completo sus intenciones. — Debe ser difícil, ¿no? — preguntó él con una sonrisa. — N-no entiendo — respondió con timidez. — Todo esto... Sé que es difícil. — se apoyó en la mesa de Elena. — Cuando una chica se me confiesa y todos se enteran de ello, simplemente no sé qué hacer. Nunca me ha gustado llamar la atención y tampoco es fácil para mí rechazar a alguien, porque me siento culpable después. "Es tan perfecto. Perfecto. Perfecto. Perfecto", gritaba ella en su interior. — Bueno, adiós — y comenzó a marchar rumbo a la salida del salón. "¿Qué fue eso? ¿Sólo me habló por eso? ¡¿O será que está molesto conmigo por lo del club?! ¡Me odia!" Pero reflexionó un poco, y decidió por fin encontrarse con Alex, para decirle que por favor no se burlara de esa forma y que por favor, la dejara en paz. Y tal como había dicho el muchacho en la tercera hora, estaba allí dentro del gimnasio, esperando en las gradas a que llegara la chica citada, al verla entrar, un entusiasmo recorrió su cuerpo, haciéndole desbordar una sonrisa. — Viniste — una chispa se prendió en sus ojos verdes. "Qué brillante", pensó Elena casi con irritación, porque aquellos ojos grandes y danzarines eran encantadores. — Si querías burlarte de los sentimientos de una chica, ¿por qué me escogiste a mí? — preguntó ella directamente. — ¿Burlarme? — estaba confundido. — ¡No! Te equivocas. No dije aquello sólo porque estaba aburrido o porque haya sido una apuesta. En serio me gustas. — y cada vez, el brillo de sus ojos se intensificaba. — Entonces... ¿Cómo te puedo gustar? Ni siquiera hablamos, me estás confundiendo con alguien más — atacó con furia. — Lo sé. Sé que es estúpido que me guste una chica a la que he observado desde lejos. Pero, fue amor a primera vista si quieres decirle así. El año pasado, estaba con Jessie y entonces nos topamos contigo, y mientras él te pedía un favor sobre la biblioteca, yo no podía despegar mis ojos de ti, y claro... ni siquiera volteaste a mirarme, pero, ¡yo si te vi a ti! ¡Y me encantaste desde ese momento! ¿Qué pasa con este tipo? Elena no quería confiar en todo aquello que le decía Alex, porque después de todo, ella era La Rata de Biblioteca. — ¿Y si tanto te encanté, como es que tuviste tantas novias desde hace un año? — arguyó ella, buscándole la falla a lo que sucedía, porque le parecía demasiado perfecto que un chico tan apuesto y tan reclamado como lo era él, se interesara en alguien totalmente distinto. — Bueno... — Alex miró a otro lado, avergonzado. — Me había dado cuenta de que si acaso te importaba mi existencia, y pensé que estar con otras chicas quizás levantaría el interés en ti. ¿No te diste cuenta que eran puras compañeras de tu salón? — se sobó la nuca, pensativo. — Sí, es cierto que me interesaron en otras chicas, pero nunca dejé de observarte cuando estabas en el patio, y tampoco perdí la esperanza de gustarte algún día. Hubo un silencio entre los dos, mientras Elena lo examinaba con profundidad, clavando sus ojos oscuros sobre él, pronunciando el entrecejo con molestia, y manteniendo los labios en una línea recta sin expresión. Mientras el corazón de Alex palpitaba con velocidad, sintiendo como se entumecían sus brazos y en lo único que podía pensar era en el odio de la chica. — Adiós — se dio la vuelta sin más qué decir. — ¡Espera! — le tomó por el brazo apresuradamente. — ¿Por qué me rechazas? — sentía alguna clase de decepción. Después de tanto tiempo imaginándose que Elena se enamoraría de él; como lo hacían tantas chicas, saber que aquello no era la realidad, le causaba cierto dolor. — Me gusta otra persona — anunció ella con hosquedad. — Suéltame. — ¿Quién? ¿Es mayor? ¿Menor? ¿Es mejor que yo en el fútbol? ¿Es alguien de la biblioteca? ¿Quién es? "Tu mejor amigo". Pero Elena prefirió no decirle quién era realmente el gobernador de sus sentimientos, sólo buscó zafar su brazo y así, poder marcharse a casa para hacer los deberes. — Por favor. Un día. — ¿Ah? — Sal conmigo, por un día. — N-no — comenzó a sentirse emocionada, ¿por qué? Quizás la idea de imaginarse estando con alguien, tener un picnic en un hermoso campo verdoso, hasta la puesta del sol, disfrutando cada uno de su compañía. Y decirse esas frases donde expresaban su amor mutuo, donde se prometerían amor eterno, tal como todas sus fantasías de literatura. — Un día, si después de ese día no sientes nada por mí... entonces, te dejaré en paz — propuso con firmeza. ¿Dejarla en paz? Aquello sonaba muy encantador para ella, por lo que aceptó la propuesta de Alex. Sólo un día. ¿Qué podría salir mal?
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