Mi vecino, el mujeriego

Pelea en el campo

"¿Qué hace esa criatura aquí?", entró en pánico, pero casi de inmediato recordó el lugar donde estaba, así que no debía preocuparse de que Vincent la viera, estaba disfrazada entre el resto de los estudiantes.

El partido había comenzado, y la atención de Elena fue dirigida completamente para Jessie, que también jugaba.

Era la primera vez que ella lo veía participando en un evento deportivo, por eso tenía que aprovechar para llenar de hermosos recuerdos de su príncipe sudado.

Pero había olvidado el detalle de Alex. “¿Me verás jugar?”, y a pesar de que le había dado esperanzas al muchacho con su respuesta, Elena no cumplía con su palabra.

No le hacía daño a nadie dirigir sus ojos hacia a otra persona que no fuera Jessie, ¿verdad?

Y aunque ella no sabía mucho de deportes porque en lo absoluto le interesaba, se dio cuenta que Alex jugaba realmente bien, quizás por eso era tan admirado y tenía el puesto de Capitán en el equipo. Aunque claro, jamás superaría la belleza de Jessie para ella.

Pero mientras sus ojos se movían por la cancha donde los chicos corrían de esquina a esquina, éstos captaron algo de más. Quizás fue una confusión del momento, pero le pareció ver cómo Vincent le dirigía una mirada a ella, específicamente a la chica de la última grada ubicada en la izquierda, y terminaba con un guiño.

"¿Me vio? ¿Cómo?", pensó sobresaltada.

Pero la atención fue dirigida al momento en que Jessie caía al suelo con rudeza, y el árbitro –su profesor de deportes–, daba pausa al partido.

— ¡Levántate! — exclamó Vincent que estaba a su lado, colocando las manos sobre la cintura y respirando agitadamente por el ejercicio.

— Lo hiciste a propósito — argumentó el chico tirado en la grama.

— ¿Qué? ¿Me echas la culpa de tu descuido? — y comenzó a reírse pedantemente. — Madura de una vez.

Para cuando llegó el árbitro, la discusión se desató donde Jessie intentaba explicar lo sucedido, a lo que el hombre prefirió creerse más el argumento de Vincent, y de ese modo sacaron del partido a Jessie, para que se tratara el tobillo lastimado.

"Pareciera como si se conocieran…", pensó Elena, mientras no despegaba su vista de la actitud entre esos dos. "Imposible, ¿cómo mi príncipe conocería a un chico tan repugnante?"

Pero pensó que quizás aquella era una ocasión perfecta para acercarse hasta su príncipe adolorido y ayudarlo en sus ratos de dolor. ¡No habría nada más perfecto que eso!

Antes de que pudiera terminar de bajar las gradas y llegar hasta donde su destino, Vincent se adelantó, y Elena se quedó postrada, observando antes de hacer cualquier cosa.

Observó cómo los dos muchachos comenzaban a hablar en un tono alto de voz, parecía como si Jessie no estuviera a gusto con su presencia, y entonces, ambos muchachos se fueron alejando del resto de los estudiantes, ¿y qué más podía hacer Elena que no fuera seguirlos y ver qué ocurría?

Rápidamente, aquello se tornó en una riña. Sólo podía ver cómo Jessie se abalanzaba sobre el otro chico rubio y le asestaba un puño en la cara. Seguido de ese acto, Vincent se defendió y así se desencadenó la pelea.

Elena prefirió intervenir.

— Oigan, oigan, ¡Basta! — gritó ella.

— Oh, chiquilla — Vicent expresó cierta felicidad al verla, mientras agitaba su mano izquierda, donde sentía los nudillos arderle por el golpe que recién le había dado a Jessie, mandándolo al suelo.

— ¿La conoces? — este se volteó hacia Elena. —;¿Lo conoces? — preguntó con desconcierto.

— No, no lo conozco... — dijo ella casi como instinto, de no querer ser relacionada con tal criatura.

— Qué cruel — decidió hablar Vincent. — Si hasta me besaste, ¿no significó nada para ti? — e intentó parecer lastimado.

Elena sólo podía pensar en el rostro de confusión y asco que tenía Jessie.

Y antes de que todo eso se volviera nuevamente en una pelea, apareció por fin Alex, quien andaba buscando con desesperación a Elena.

— ¿Qué está pasando aquí? — preguntó con firmeza.

— Verás... Tu amiguito decidió atacarme y entonces, me dijo muchas cosas crueles — se hizo la víctima el mayor del grupo, Vincent.

Entonces Alex miró a Jessie, quien intentaba reincorporarse del piso, mientras sentía su cuerpo adolorido, y le preguntó:

— ¿Es eso verdad?

— Yo... — no podía mentir, porque ciertamente era verdad, pero se sentía apenado por su salvaje comportamiento.

— Vete con tu equipo, ya — le ordenó Alex al visitante.

— ¿Sabes? No conozco esta escuela y no sé cómo salir de aquí — dijo con tranquilidad Vincent, casi en un aire como si se burlara de todos.

— Vamos.

— ¿Podrías llevarme tú? — dijo Vincent a Elena con una sonrisa.

— ¿Qué no te quedó claro que no te quiero cerca? — hizo una mueca de desagrado.

— Qué ruda eres —sonrió Vicent.

Alex no hizo más que acompañarlo hasta donde estaba el resto de sus compañeros, y dejó a Elena con Jessie, en la soledad de la parte trasera del instituto.

— Vamos a la enfermería — terminó por decir Elena, para romper aquél incómodo ambiente.

— Lo siento — expresó en un susurro Jessie, mientras estaba sentado en la silla, dejando que Elena pasara los hielos sobre los moretones del chico.

— ¿Por qué le golpeaste? — era la única duda que gobernaba su cabeza.

Jessie dio una pausa silenciosa antes de hablar, mientras apretaba con firmeza sus manos, pero Elena tomó una de ellas, con el corazón palpitando fuertemente, porque después de todo, estaba teniendo contacto con el príncipe.

Le pidió que abriera la mano, y comenzó a limpiarle los nudillos que estaban rotos.

— Tenemos asuntos pendientes de nuestro pasado... — contestó finalmente.

Ella quiso preguntar más, pero se percató del ademán de Jessie, de que no quería hablar más del tema y prefirió respetar su silencio.

— Regresemos a casa — propuso él, desviando aquél rostro de angustia que mantenía Elena y con delicadeza movió su mano herida, para así poder sostener la de ella.

Ela tuvo un vuelco en el corazón, y aunque quizás el príncipe pudo notar su rostro enrojecido, ella intentó mantener la calma dentro de la pequeña enfermería, no entrar en pánico y no salir corriendo como la primera vez.

— Sí, volvamos — finalmente, una cálida sonrisa esbozó sus labios.