—Ya te dije lo que tienes que hacer—dice, tirando de mi cara hacia la parte delantera de sus pantalones. Miro a Nate y puedo ver en sus ojos que no quiere que lo haga, pero no puedo verlo morir electrocutado. Me perseguirá para siempre si eso sucede. —Lo haré. ¡Pero, por favor, déjalo a él! —No, cariño, tú vas primero—dice, bajando la cremallera de sus pantalones. Está a punto de sacarse la polla cuando una voz de afuera lo detiene. —Es suficiente, Gordon—escucho decir a Walden desde afuera. Nunca esperé estar feliz de escuchar su voz. —Está bien—dice el hombre repugnante y deja de electrocutar a Nate. Rápidamente corro hacia mi compañero para comprobarlo. —Nate, ¿estás bien? —pregunto, levantándolo del suelo y ayudándolo a sentarse. —Viviré—dice con voz ronca. Suena con mucho dolor.