CAPÍTULO DIEZ

1702 Words

Oigo que se abre la puerta cuando Ana entra en su habitación de invitados. Cuando me escapé de la casa, pensé en llorar afuera, pero no podía soportar la vergüenza de que alguien me viera llorar, así que corrí a la casa de Ana. Deja la bandeja que tiene en la mano sobre la mesita de noche y se sienta a mi lado. No creo que me haya movido desde que me acosté, llorando. Finalmente me detengo cuando mi cuerpo no tenía más lágrimas para dar. —¿Cómo te sientes? —pregunta ella, preocupada. —Mejor. Gracias. —Está bien. ¿Por qué me estás agradeciendo? —Han pasado horas desde que llegué a tu puerta llorando como un bebé y no me has preguntado por qué. Gracias por no empujarme a decirte lo que está mal. Y por dejarme llorar a carcajadas en tu habitación de invitados. Llegué alrededor del mediodí

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