Voy de camino a darle a Nate su regalo de cumpleaños y estoy nerviosa. Me preocupa que no le guste o, peor aún, que no lo acepte. Llamo a la puerta de su oficina y entro una vez que me ordena hacerlo. No puedo creer que esté trabajando incluso en su cumpleaños. —¿Qué quieres, Elizabeth? —pregunta, sin apartar los ojos de los papeles que tiene delante. —Bendecido cumpleaños —digo, colocando el reloj de pulsera frente a él. Le compré un reloj de pulsera de cuero n***o cronógrafo. Espero que le guste. —¿Eso es todo? —pregunta, aturdiéndome—. Si eso es todo, puedes irte—dice, con los ojos aún pegados al papel frente a él. —Está bien—le digo y salgo de su oficina. Esperaba que no aceptara mi regalo. Pero decir, 'eso es todo' no lo podría haber adivinado. Me deja estupefacta. *** Más tard