Narra Faith: Ese par de ojos azules me escudriñan el alma y me siento como si pudiera leer hasta el más oscuro de mis secretos, así que me muevo incómoda sin saber qué decir. Para evadirle, regreso a la puerta y comienzo a tirar de las maletas, pero él me sigue y sin dificultad las deja en el recibidor, cerrando la puerta detrás de sí. Aprovecha y me quita la mochila también y con una sonrisa, se cruza de brazos y me mira con seriedad. —¿Qué es lo que sucede que te tiene tan cohibida y encima, de mal humor? Desde que llegamos no has dicho ni media palabra y pareciera que algo te preocupa. ¿Por qué no me dices que es? —Edward, yo… No sé si deba hacerlo —finalmente encuentro las palabras. —¿Por qué no lo harías? ¿No ha quedado claro que puedes confiar en mí? —parece ofendido y dolido,