Capítulo 2: Rechazo y Muerte

1362 Words
Seiko fue el primero en sentirla, él se separó de Coral, pero nada fue lo suficientemente rápido, ella lo había visto a ambos teniendo sexo. —¡Se supone que podía confiar en ustedes! —Se destrozó, el llanto no pudo contenerse y el dolor la sumergió en una agonía asfixiante. —¡Son mi familia! ¿Por qué me hicieron esto? ¡¿Por qué a mí?! —Escucha... —Te lo di todo, Seiko, te di todo de mí. ¿Cómo pudiste traicionarme con mi mejor amiga, a esa que amo como a una hermana? —Ella lo cortó en un desgarrador grito. —¿Cómo pudiste tirar todos estos años de supuesto amor a la basura? ¿Por qué buscaste en ella lo que yo te daba felizmente siempre que querías? —¡Ella sí puede darme hijos y tú no! —Gritó Seiko callándole la boca. Melinda lo miró con ojos grandes en shock por lo que escuchaba. —¡Tres años, Melinda! ¡Estuvimos tres años juntos y no pudiste quedar embarazada ninguna sola vez! —Ella se llevó la mano al pecho para intentar respirar, pero nada funcionaba. —No has podido darme un heredero y se supone que esa es tu responsabilidad. Tres años de tratamientos de fertilidad con las brujas y ninguno funcionó contigo. —La miró con decepción como si ella tuviera la culpa de todo. —No mereces el lugar de luna, confío más en Coral, ella será mejor luna que tú, al menos en el aspecto de darme hijos. —Melinda posó la mirada en Coral y esa sonrisa malvada destruyó lo poco que quedaba en ella. Ella simplemente no podía más con lo que estaba pasando, pensó que haberlo visto juntos ya la había destruido por completo, pero saber el motivo por el cual él estaba eligiendo a su mejor amiga por sobre ella es algo que no puede describir. Ella ni siquiera tiene control en eso, no es su culpa que los Dioses la hayan castigado de esa cruel manera. Antes de que pudiera salir del lugar, Seiko la tomó por el brazo con fuerza y la detuvo. La frialdad de esa mirada heló su corazón y también a su loba quien perdía la fuerza con cada segundo que pasaba. —Por favor, ya la elegiste a ella, ahora déjame ir. —Suplicó entre el incesante llanto. —Eres mi luna y, por lo tanto, tiene que seguir siendo así. —El hombre que le estaba hablando con tanta indiferencia parecía desconocerlo, no es el mismo del que ella se enamoró y al cual le entregó cada parte de su ser. —No dirás nada de lo que está pasando aquí. —¿Por qué hacerme esto? No soy yo quien cometió un error, Seiko, aquí quiénes deben tener miedo son ustedes, no yo. —¡No tienes nada! —Gritó Seiko callándola. —Así que si no quieres que te destierre del mundo sobrenatural entonces guarda silencio y mantén en secreto mi relación con Coral. —Melinda soltó un doloroso grito, ¿Cómo podían estar haciéndole algo tan cruel como eso? —Por ser mi esposa legítima, te daré el privilegio de todavía vivir en la mansión hasta que Coral tenga a mi primer hijo y pueda hacerla mi luna. —Solo déjame ir, Seiko, no importa a dónde, pero no me hagas esto, no me destruyas más de lo que estoy. —Si abres la boca, o intentas escapar, haré que te ejecuten. —La amenazó mirándola a los ojos. Él no podía quedar en evidencia, de ser así perdería a sus aliados y el respeto de todos. —Eres libre de actuar como siempre lo has hecho, dormirás en mi habitación y te entregarás a mí siempre que yo lo desee, pero si intentas algo ya no verás la luz del día. —La soltó para acomodar su ropa. —Ahora, vayamos con los invitados, hay personas importantes entre ellos y debemos ser los mejores anfitriones. —Melinda cruzó mirada con Coral y ella poco contenta con lo que Seiko había dicho, se acercó a él para ayudarlo a arreglar su ropa. Tras limpiar sus lágrimas y ocultar el dolor que siente dentro, salió del lugar y disimuló todo lo que pudo. La fiesta fue toda una tortura para ella, que todos la felicitaran por su perfecta relación, el amor y el respeto que había le enfermaba. *** Su momento favorito era cuando amanecía, pero ahora eso se sentía como si no valiera nada para ella. Al mirar a un lado de la cama no se extrañó al encontrarlo vacío, Seiko le dejó muy claro que desde ahora permanecería más al lado de Coral y no de ella, pues debía concebir a su heredero. Saliendo de la cama se metió a la ducha llorando como lo había estado haciendo desde que los vio. Él no le negó la salida de la manada, así que ella hará lo que tenía que hacer desde hace tiempo. Su corazón roto la limita bastante, las lágrimas en sus ojos no dejan de formarse, pero aun así se alistó y salió sola. —Ya le estábamos esperando, Melinda, por favor, pase. —El doctor se echó a un lado dándole el pase. —Estamos listos para hacerle los exámenes. Por favor, cámbiese de ropa. —Melinda obedeció al hombre, se metió en un pequeño cuarto y se cambió de ropa. Con todos los exámenes hechos, Melinda volvió al consultorio del doctor y tomó asiento una vez volvió a cambiarse de ropa. El doctor con el ceño fruncido debido a la concentración que tenía al revisar los exámenes la puso nerviosa. —¿Hay algo malo conmigo? Bueno, ¿Algo peor? —Bromeó para su dolor. —Melinda, no eres infértil de nacimiento como lo dijo la hechicera de tu manada. —Melinda lo miró atónita. —De hecho, no has podido salir embarazada en estos tres años debido a que ingerías algún tipo de toxina que ataca directamente tu sistema reproductivo. —La noticia la impactó. —Parece que esta toxina la has ingerido de manera abundante, es como si entraran a tu cuerpo constantemente. —El doctor negó un par de veces. —Lamento decirte esto, pero debido a la gran cantidad de toxina que llegó a tu sistema ya no podrás salir embarazada nunca más. —Melinda se quedó mirando a la nada, absorta en su dolor. Ella siempre cuidaba lo que comía, jamás salía de noche y siempre se rodeaba de cosas naturales. ¿Cómo es posible que esa toxina pudiera llegar a ella? De manera involuntaria el difusor de aromaterapia vino a su mente. Ella dormía con eso justo frente a su cara, pasaba demasiadas horas del día frente a ese objeto aspirando los aromas que su supuesta mejor amiga le regalaba desde el día de su ceremonia. Con más dolor del que ya tenía aceptó que Coral es el motivo por el cual ella no puede tener hijos. Derrotada en ese agujero oscuro donde ya no tenía nada más que tristeza y dolor volvió a la manada y fue directo a su habitación. Seiko y Coral quienes la habían estado buscando, llegaron a la habitación una vez le llegó la noticia de que ella estaba de vuelta. —¿Qué hacen aquí? —Melinda los miró a la defensiva. —Estoy aquí para rechazarte. —Dijo Seiko en tono frío mientras mira a Coral con ojos amorosos. —Ella ya está embarazada de mi cachorro. —Melinda no podía creer lo que estaba escuchando, el dolor agudo que le invadió la imposibilitó de todas las maneras. —Y he cambiado de opinión, ya no te quiero en nuestras vidas por más tiempo, ahora sé que es más fácil que mueras y me dejes libre. —Melinda apenas escuchó un murmullo, el dolor desgarrador en su cuerpo es como si se estuviera quemando en el mismo infierno. —Yo, Seiko Rover, te rechazo a ti, Melinda Scar como mi luna y mate. —El intenso dolor aumentó a tal grado que Melinda cayó en una oscuridad total.
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