Capítulo 3: Mala Venganza

1238 Words
La molesta luz golpeando directamente su cara la obligó a abrir los ojos en medio de parpadeos, ceño fruncido y malestar por el dolor de cabeza. Ella con un poco de esfuerzo se sentó. Estaba desorientada, es como si estuviera sufriendo la peor resaca de su vida y lo peor es que jamás se había emborrachado. Una vez pudo abrir los ojos por completo se miró las manos, es como si estuviera fuera de su cuerpo. Al mirar a su alrededor, todo le parecía extraño y diferente. ¿Qué había pasado? Se preguntó mirándose nuevamente las manos, ella corrió torpemente a la peinadora, se miró al espejo y de pronto tuvo un flashback. —Estoy viva. —Susurró llevándose la mano al rostro. No sabía lo que había pasado, pero recuerda todo a la perfección. El hombre que se supone ama con todo su corazón y la mejor amiga que jamás la dejaba sola, ambos la traicionaron y después acabaron con su vida. No sabe cómo, lo único que sabe es que se supone que ella no debería estar ahí. Los toques en la puerta la sobresaltaron, sabía quién estaba ahí del otro lado, podía percibir su aroma. Con el corazón acelerado y deseosa por saber realmente lo que estaba pasándole, abrió la puerta y ver el rostro de la mujer que la traicionó la hizo explotar. —¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó Melinda a la defensiva, su actitud sorprendió a Coral quién la miró atónita, su amiga jamás le había hablado a nadie en ese tono. —¿Cómo que por qué estoy aquí? Claro que es porque hoy es el gran día para que seas coronada como la luna de la manada Aurora Guardians. —Melinda la miró en shock, ¿Acaso había vuelto en el tiempo? —¡Hoy te convertirás en esposa de Seiko Rover! El Alfa más poderoso. —Chilló respondiendo la pregunta mental que se hizo Melinda. —Y cómo te amo tantísimo, tengo un regalo para ti. —Coral le tendió el difusor de aromaterapia. Melinda tomó el objeto en manos e inmediatamente recordó la ida al hospital, fue la aromaterapia la causante de su infertilidad. Por eso Coral insistía en que no fuera al médico y solo se atendiera con la hechicera de la manada. Todo tiene sentido ahora para ella. Ahora con sus pensamientos claros, se obligó a disimular y fingió estar feliz por el obsequio de su amiga. Ella fingió no saber que era veneno y el causante de su dolor en un futuro. —Muchas gracias, amiga. —Melinda la abrazó para que Coral no sospechara nada. —¿Todo está bien? —Coral la miró con atención una vez Melinda se apartó de ella. —Un poco nerviosa por mi boda nada más. —Coral con una sonrisa en los labios aceptó la respuesta. —Es hora de alistarte, llamaré a las sirvientas para que me ayuden a prepararte. —Caminó a la puerta llena de emoción. —¡Quedarás hermosa! —Melinda no borró su sonrisa fingida, ver cómo disimula ante ella le dio demasiado asco. Sentándose frente al espejo se miró fijamente, no sabe qué fuerza o qué deidad le dio la oportunidad para empezar desde cero, pero sin duda lo aprovechará. Incapaz de quedarse ahí como la primera vez, Melinda salió de su habitación y fue en busca de Seiko. Recordó que aquel día él llegó justo antes de la ceremonia y ella no lo cuestionó. Ahora tantas cosas le vienen a la mente y se siente tan tonta por haberlas pasado por alto. El día de su ceremonia, Coral llegó solo un minuto antes que Seiko, ellos la traicionaban incluso desde antes de ser esposos, ¿Cómo no lo notó? Es por eso por lo que Coral se aseguró de dejarla estéril. Tiene que verlos con sus propios ojos y estar segura desde cuando iniciaron a traicionarla. —Señorita, ¿Qué está haciendo fuera de la habitación? —Una de las ancianas la detuvo. —Se supone que las sirvientas ya estaban yendo a su habitación para ayudarla a prepararse. —Melinda con una cálida sonrisa negó. —Por favor, que me esperen. No voy a tardar, lo prometo. —Sin esperar respuesta de la mujer y dejándola bastante confundida, ya que ella no era de esas que dejaban a las personas con la palabra en la boca, salió corriendo a ese lugar donde sabe que encontrará a su esposo y mejor amiga. Al llegar fue muy cuidadosa para que no la escucharan ni la sintieran. Al escuchar los ruidos, esos mismos que recuerda cuando los vio por primera vez su corazón dio un vuelco, pero esta vez no fue de tristeza sino de ira. Una vez comprobó que las cosas estaban pasando desde antes, volvió para prepararse, era hora de cambiar el juego y nada podría evitar eso. —Ha quedado usted demasiado hermosa. —Los halagos no se hicieron esperar. —¡Te dije que serías la luna más hermosa de todas! —Seiko entró a la habitación con una sonrisa en sus labios. —Los dioses me han bendecido contigo. —Ayudándola a ponerse en pie besó sus labios. —Te amo demasiado, ¿Lo sabes verdad? —Así como yo te amo a ti. —Dijo exactamente lo que la primera vez. Su sonrisa parecía genuina y lo era, pero solo por el pensamiento de lo que iba a pasar. La hora de la ceremonia llegó, Melinda estaba posicionada en el círculo al igual que Seiko. La hechicera de la manada estaba lista para iniciar la celebración. —Abran sus corazones y demuéstrenle a la Diosa luna que sus almas son una para la otra. —La hechicera los miro por turno. —No dejen nada oculto, sean transparentes y hablen con el alma. —Se apartó para que ambos pudieran unir sus lazos. —Yo, Seiko Rover. —Empezó él apretando las manos de Melinda. —Alfa de la manada Aurora Guardians te acepto a ti, Melinda Scar como mi luna y compañera. —Melinda lo miró fijamente a los ojos escuchando cada palabra que él decía y recordando como todas las rompió. —Yo, Melinda Scar, m*****o de la manada Aurora Guardians. —La sonrisa le lucía hermosa y emocionada, eso le pareció hermoso a todos. —Te rechazo a ti, Seiko Rover. —Los suspiros de asombro no se hicieron esperar, el ambiente se volvió un caos. —Rechazo nuestra conexión, lazos y esta unión. —Seiko la miró impresionado y lleno de dolor. Ella también estaba sufriendo, pero sin duda también estaba demasiado feliz por lo que había hecho. —Te reniego como mi mate y mi Alfa. —Recalcó para más dolor de ambos. Seiko se llevó la mano al pecho, él es quien más sufre por el rechazo debido a que es el alfa. Es una maldición para los alfa, eso trasciende de milenios atrás, el intenso dolor es una norma para que ningún Alfa rechazara a su mate. Melinda al verlo sufrir tanto río a carcajadas sin poder evitarlo, su acto horrorizó a todos los presentes y enfureció a Seiko. —¡Esta mujer está loca! No puede quedarse en la manada, ¡Quiero que la capturen y la lleven a un manicomio, ahora! —Ordenó en medio de su dolor. —¡Llévesela de una vez por todas!
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