Melinda se vio al espejo con una sonrisa, su vida es tan maravillosa que parece un sueño. Su cabello negr0 brilla con la luz tenue de la habitación, sus ojos celestes casi blancos están llenos de dicha, y su rostro resplandece por la felicidad.
Justo ese día se celebraba su tercer aniversario de ser la luna de la manada Aurora Guardians, su alfa Seiko Rover es el hombre más maravilloso que puede existir en el mundo entero.
Con una sonrisa vacilando en sus labios por la felicidad que siente su corazón y el gozo de su loba, jugó con lo más preciado que había en esa habitación para ella, un exquisito difusor de aromaterapia que le había regalado su mejor amiga el día en el que se convirtió en la luna.
¿Cómo podía agradecerle tanto a los dioses? Ella es la mujer más afortunada en el mundo, tiene un buen hombre como esposo y una mejor amiga que la apoya en absolutamente todo y jamás la deja sola.
Ella pasó de no tener nada a tenerlo todo y es sumamente feliz. Tras dar un profundo suspiro para aspirar el aroma que desprende el aparato, agrandó la sonrisa. Era hora, debía prepararse para celebrar sus felices tercer aniversario.
Como siempre y por ser algo tan especial para ella, colocó el difusor de aromaterapia pegado a la cama justo en el lado donde ella duerme para después abrir la puerta y darles paso a sus sirvientas. No podía retrasarse, no en su propia celebración.
—Aquí está la más preciosa luna. —Coral, la mejor amiga de Melinda entró a la habitación justo después que las sirvientas. —Estás tan radiante, amiga, ¡Me encanta verte feliz! —Melinda llena de emoción la abrazó con fuerza.
—¿Puedes creer que ya van tres años? ¡Por favor! El tiempo se pasa volando. —Coral se sentó a su lado observando cómo arreglan su larga cabellera y preparan su hermoso rostro con un maquillaje leve.
—No te puedo decir nada, ¡Es toda una locura! —Bromeó Coral riendo. —Han venido personas de todo el reino sobrenatural, no solo lobos, así que esto es un acontecimiento demasiado importante y no es para menos. ¡La mejor luna del mundo está celebrando su aniversario! —Melinda sonrió llena de felicidad, ella apenas podía contener lo que sentía su corazón.
—¿Has visto a Seiko? Ha salido a hacer guardia, pero no lo he visto desde la tarde. —Coral negó.
—Sabes que apenas sé dónde está ese animal. —Melinda rodó los ojos, su amiga apenas lo soporta, pero por ella es cordial. —Oh, se me estaba olvidando. —Coral sacó un pequeño frasco de su bolsillo. —Y no, no es mi regalo, mi regalo está esperando por ti afuera. Esto es una nueva fragancia, es exquisita, te va a encantar incluso más que el anterior. —Melinda tomó el frasquito y al destaparlo aspiró el delicioso aroma.
—Lavanda, delicioso. ¡Me encanta! —Con un beso en la mejilla agradeció a su amiga.
—Ahora te voy a dejar sola para que terminen de prepararte lo antes posible. —Coral se puso en pie. —Debo ir a ver que todo esté perfecto.
—Sí, claro, tienes que irte porque las ancianas te necesitan. —Coral carcajeo caminando hacia la puerta.
—¡No pueden hacer nada sin mí! —Alzó los brazos divertida.
Los preparativos para la celebración estaban casi terminados. Todo estaba perfecto y hermoso. Melinda era demasiado querida no solo en la manada, sino que en todo el reino sobrenatural.
Ella es una joven que además de bella tiene un enorme corazón, es justa, bondadosa y se preocupa verdaderamente por su gente. Ella con su manera dulce de ser se ganó cada corazón en el mundo sobrenatural.
La belleza de la joven arrancaba suspiros allá donde fuera, su sonrisa cuál ángel encantador le devolvía la energía a cualquiera que la necesitara, Su dulce voz es como la mejor de las melodías que se pueden escuchar. Todo en ella es tan perfecto que solo su presencia es suficiente para que cualquiera caiga rendido a sus pies.
Melinda, totalmente lista para iniciar la celebración se dio una última mirada al espejo y salió, debía encontrar a su esposo, él siempre hacía eso. Su trabajo estaba por encima de todo porque de eso dependía la seguridad de la manada y de los miembros. Eso a ella le encantaba muchísimo, siempre había puesto a las personas por sobre ella y que su esposo haga lo mismo es algo maravilloso.
—Luna está usted hermosa. —Algunas de las sirvientas hicieron una reverencia.
—Muchas gracias, ustedes también están hermosas esta noche. —Melinda les devolvió el halago con toda la sinceridad de su corazón. —¿Han visto a mi esposo? —Las mujeres negaron de inmediato. —¿Y a Coral?
—Lo sentimos, luna, no hemos visto al alfa, pero la señorita Coral está afuera con el resto de los invitados. —Melinda siguió su camino, ella buscó en la mansión en cada rincón, pero no estaba así que solo le quedaba una opción ir al lugar donde su esposo siempre estaba cuando se ausentaba de la casa.
Saludando a todo el que pasaba a su lado llegó al establo. La noche estaba preciosa, la luna en lo más alto del cielo y las estrellas iluminando cuál faros.
El bullicio de la gente la llenaba de felicidad, pero al poner un pie en el lugar fue como si todo su alrededor quedara en silencio y lo único que pudiera escuchar son esos extraños ruidos que provienen del interior del lugar oscuro.
La sensación en su pecho fue sofocante y el desespero de su loba lo fue aún más. Melinda quería dar media vuelta y marcharse, quizás son algunos invitados que se están divirtiendo, eso quiso creer, pero algo en ella se revolucionó de tal manera que su estómago se encogió.
Pasando saliva con dificultad se internó en el sitio y al abrir la puerta que separa una habitación del resto quedó estupefacta. Su mundo se cayó sobre su cabeza y sintió el dolor más intenso que nunca antes había sentido.
El hombre al que ella ama con todo su ser y esa amiga la cual quería como si fuera su hermana estaban desnudos entregándose uno al otro y mirándose con mucho amor.
—¡Melinda!