―¡No podías marcarla hasta la ceremonia! ―Nicanor lo miró enfurecido. ―¿Cómo pudiste quebrantar esa regla?
―No me controlé, no pude hacerlo. ―Lo miró con dureza, estaba cabreado de que lo estuvieran reprendiendo como un niño. ―¡Es mi luna y ustedes saben como somos con nuestras parejas cuando la conexión es aceptada! ―Los del consejo estaban realmente furiosos con él.
―La regla se puso por algo, Aspen. ―Lory lo miró directamente a los ojos, una mirada llena de severidad. ―No eres como los demás lobos, ¡Pudiste matarla! ―Lo reprendió como los últimos días. ―Lleva una semana dormida y eso que ella también es un lycan.
―¡Estabas convertido cuando la marcaste! ―Lion apretó los puños. ―¿En qué estabas pensando? ¡Llevabas toda tu vida sin una luna y por poco la pierdes al ser tan impulsivo e insensato! ―Aspen respiraba pesado, su lobo estaba deseando salir, pero debía controlarlo para no ofender a los ancianos, a esos mismos que lo criaron cuando estaba solo.
―Ella está bien y sé que despertará pronto, ¿Por qué hacer un problema de esto? ―Los miró con impaciencia, realmente irritado.
―Sabes cuál es el problema. ―Nicanor se puso en pie incapaz de pasar de la soberbia del muchacho frente a él. ―Si el día de la ceremonia ella te rechaza o la luna no les da la bendición, morirás, Aspen. ―Él qué lo sabía apretó la mandíbula.
―La he marcado y me pertenece. ―Fue arrogante. ―Por supuesto que me aceptará y en cuanto a la Diosa. ―Ladeó la sonrisa tensándolos a todos. ―Solo ella sabe lo que pasaría si no me da su bendición. ―Dio media vuelta. ―Ustedes han sido testigos de como Melinda me ha controlado desde que me encontró. ―Sin más salió del salón.
Con los forasteros y Salvajes merodeando por los alrededores poco tiempo tenía, pero aun así él permanecía al lado de Melinda todo lo que podía. Los niños estaban extrañándola y no poder decirle la verdad detrás de su estado solo llevaba a que ellos le reprocharan más.
―¿Por qué no ha venido hoy tampoco? ―Sebastián quien era el que más la extrañaba la miró con sus ojitos llenos de lágrimas. ―Quiero verla, la extraño mucho. ―Sollozó.
―Deja de llorar. ―Aspen no quiso ser duro, pero su tono de voz y lo poco que sabía ser reconfortante no lo ayudaron. ―Ella volverá pronto.
―¿Podemos hablar? ―Gregor lo miró a los ojos con seriedad. ―Niños, vayan con las cuidadoras. ―Las mujeres rápidamente tomaron a los niños y se marcharon. Aspen solo las miró y eso era suficiente para correr lejos de ahí.
―¿Quieres que me quede? ―Santiago se soltó de la cuidadora, pero al ver que Gregor negaba no pudo hacer más que volver al grupo y marcharse.
Aspen y el muchacho se miraron a los ojos. Un motivo por el que Aspen lo rescató es porque a la corta edad de siete años el niño lo enfrentó sin ningún tipo de miedo y ese era el valor que Aspen buscaban en un guerrero.
―¿La lastimaste? ―Esa pregunta no lo sorprendió ni un poco, Gregor es su versión, él mismo lo moldeó de esa manera.
―Sí. ―Contestó Aspen sin culpa o remordimiento alguno. ―No pude controlarme, es mi pareja. ―Gregor quien apenas estaba aprendiendo a controlar a su lobo apretó los puños y empezó a agitarse. ―Pero no fue de la manera en la que crees, no lo hice por maldad.
―¡Pero lo heriste! ―Gritó sintiendo como su lobo rasguña para tomar el control. ―¡Ella no hace más que ser buena con todos y tú la tratas así!
―¿Acaso no lo hacías tú también? ―Aspen no se inmutó por lo que se venía, sabía que él perdería el control en cualquier momento.
―¡Porque fui un tonto! ―Gritó enfurecido. ―¡Pero ahora es distinto, juré protegerla como ella me protegió esa vez y tú deberías hacer lo mismo! ¡Fue ella quien cuidó de ti! ―Aspen lo tomó por la camisa y lo sacó de la casa justo a tiempo.
Gregor se convirtió lleno de furia, incapaz de controlarse ni un poco. Rápidamente, todos rodearon el lugar, es sabido que el alfa no persona faltas de respeto ni altanería, pero también era claro que ese niño en particular tenía mucho afecto del alfa.
―¿Atacarás a tu alfa? ―Aspen no se preocupó en convertirse. ―¡Entonces hazlo y no dudes! ―Nadie se metió, aunque sintieron miedo por Gregor y lo que podría pasar.
―Alfa. ―Una de las sirvientas frenó al ver lo que estaba pasando, pero al tener la pesada mirada del hombre imponente espabiló. ―Ella ha despertado. ―El corazón de Aspen se saltó una serie de latido.
―Quiero que lo lleven al campo de entrenamiento y sea castigado. ―Miró a su beta. ―Que no se detenga hasta el amanecer. ―El hombre asintió sin cuestionar, Gregor al verlo irse lo quiso atacar por la espalda, pero un solo puñetazo de Aspen lo dejó desorientado.
Todos tragaron con fuerza, él ni siquiera está en su forma lycan y se pudo a ver como controló su fuerza a la hora del golpe y aun así lo noqueó al instante. Aspen entró a la casa principal y pidió que todos se retiraran para que los dejaran solos.
Melinda suspiró profundamente, ella se removió en la cómoda cama y una sonrisa se dibujó en sus labios al percibir el aroma de bestia. Recordó la noche que tuvo con Aspen y lo fenomenal que fue, pero está un poco enojada porque no lo encontró a su lado. Acariciando el lado de la cama donde duerme Aspen sonrió un poquito más.
―¡Me marcó! ―Exclamó al recordarlo, ella inmediatamente se llevó la mano al lugar de la mordida y su corazón se detuvo cuando no sintió nada. ¿Acaso todo fue un sueño?
―Sanó, has dormido por una semana. ―Esa voz firme y fría captó su atención. ―Quiero que lleves estas flores a donde sea que vayas. ―Melinda miró las flores, las conoce bien, sirven para no tener olor ni que nadie te perciba. ―No quiero que te relacionen conmigo cuando salgas de esta aldea a cumplir con tu papel de luna. ―Melinda lo miró con la boca abierta, sintiendo como su corazón se quiebra de mil formas y su alma de otras mil más. Él está siendo frío y distante con ella.
―¿Te avergüenzas de mí?