When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
Melinda abrió varias veces la boca, pero no le salían las palabras. Todo pareció darle vueltas, jamás consideró que él se sintiera de esa manera. ―T-tú me odias. ―Susurró sin quitarle la mirada de encima. Aspen dirigió sus ojos feroces y fríos hacia ella, esas palabras lo fastidiaron más que nunca, él le había confesado que deseaba tenerla a su lado y ella salió con algo tan estúpido como eso. ¿Cómo no darse cuenta de las cosas? ―Te trato mejor que a nadie, Melinda. ―Endureció el gesto. ―Eres a la única que le permito más de una cosa, ¿Cómo puedes estar segura de que te odio cuando soy realmente bueno contigo? ―Melinda lo miró atónito, ¿Es bueno con ella? ―¡Eres un animal salvaje conmigo, Aspen! ―Sus ojos parecieron salirse de su lugar. ―Literalmente me tratas de la patada, me hablas