Ángel Gabriel, se encontraba en medio de la enorme sala observando todo a su alrededor; era una enorme casa, ubicada en una zona de lujo, sin embargo, estaba decorada con muy mal gusto, había muchos objetos valiosos pero que no tenían armonía con la decoración tan exagerada de los interiores.
Camilo, era un hombre al que le gustaban las excentricidades y le llamaba la atención todo lo que fuera costoso, aunque no se viera bien, él disfrutaba gastar el dinero en frivolidades y más si este llegaba de forma fácil a sus manos. Y es que le daba igual, tener una lámpara de color verde chillón y combinarla con unos muebles verdes con rojo.
Era un hombre que aparte de tener muy mal gusto, creía que al poseer cosas costosas, lo hacía ver como un hombre importante. Cabe destacar, que tanto la casa, como todo lo que había en ella, había sido comprado con el dinero de la herencia de Elizabeth, cosa de la que ella no estaba enterada aún.
— Buenos días, bienvenido a mi casa mi querido socio. — Dijo Camilo mientras le daba la mano a Ángel Gabriel, el cual no esperó mucho tiempo para decirle de una forma sarcástica:
— Querrás decir, mi nueva casa, porque te recuerdo que hasta no culminar nuestro pacto, esta casa me pertenece con todo y el mal gusto que tiene la decoración.
Camilo en ese momento sintió como si le hubieran vaciado un balde de agua fría, no le causó ninguna gracia su comentario, sin embargo, trató de disimular, ya que en el fondo sabía que lo que le estaba diciendo era verdad, puesto que Ángel Gabriel, había pagado al banco toda la deuda de la hipoteca, por lo tanto, la casa le pertenecía en su totalidad.
— Por favor socio, aún no has conocido a mi sobrina, además, recuerda que este matrimonio arreglado nos conviene a ambos, porque yo seguiré viviendo en esta hermosa casa y tú obtendrás tu herencia.
— Bueno, bueno, ya dejemos de hablar tanto y vamos al grano, estoy aquí como me lo pediste, puntual y ansioso por conocer a mi futura esposa. Por cierto, pensé que me iba a recibir ella. ¿Dónde está? Estoy ansioso por conocerla.
— ¡Pero por supuesto! Inmediatamente la mando a llamar. ¡Rosarito!!! Rosarito Por favor trae a Elizabeth.
— ¿Pero es que acaso no puede venir ella por si sola que tiene que traerla tu ama de llaves?
Camilo se puso más nervioso de lo que estaba, ya que no le había contado a Ángel Gabriel, las condiciones en las que se encontraba Elizabeth.
— No, no se trata de eso, lo que sucede es que hay un pequeño detalle que no te había comentado.
Él lo miró con el ceño fruncido mientras le preguntaba intrigado:
— ¿Pequeño detalle? ¿Y se puede saber a qué detalle te refieres?
Camilo no tuvo tiempo de responder a la pregunta que le había hecho, ya que en ese momento, estaba entrando a la sala Elizabeth, sentada en su silla de ruedas, ayudada por Rosarito.
A pesar de la condición de Elizabeth, era inevitable no admirar la belleza natural de aquella joven. Era de tez blanca, con un rostro verdaderamente hermoso, sus ojos azules iluminaban su mirada y la larga cabellera con aquel rubio natural, definitivamente la hacían verse como una diosa.
Cuando Ángel Gabriel la miró, se quedó tan impregnado de su belleza, que por un instante, se olvidó por completo de la silla de ruedas.
Por su parte, Elizabeth, lo miró fijamente a los ojos, ella estaba sorprendida al ver a aquel hombre de estatura alta, bien fornido, elegantemente vestido y perfumado. En medio de su nerviosismo y al mismo tiempo temor por conocer al que ella consideraba su peor enemigo; se había imaginado a un hombre totalmente opuesto a lo que sus ojos estaban viendo.
— Mucho gusto señorita, mi nombre es Ángel Gabriel Mendizábal, para servirle. — Le dijo al mismo tiempo que le extendía su mano.
Elizabeth estaba paralizada, bajó la mirada mientras que él se mantenía aún con la mano extendida esperando a que ella le correspondiera y también estrechara su mano.
Camilo solo observaba mientras tragaba grueso, ya que tenía temor de que Elizabeth se comportara de forma grosera o en el peor de los casos, se negara a aceptar casarse con su socio.
— ¡Pero por Dios Elizabeth! ¿Vas a dejar a Ángel Gabriel con la mano extendida? — le dijo Camilo un poco alterado.
Ella miró a Camilo fijamente, con una mirada llena de odio y luego miró a Rosarito, la cual estaba sudando y con una expresión de miedo, lo que hizo que inmediatamente accediera a darle la mano a Ángel Gabriel mientras le decía:
— Soy Elizabeth Bracamonte, y me disculpa si lo ofendo, pero no puedo decir que me da gusto conocerlo.
— ¡Elizabeth Por Dios! ¿Cómo vas a decir semejante grosería? — dijo Camilo molesto.
— ¿Y qué quieres que diga? No puedo sentirme feliz cuando me estás entregando a este señor por dinero. ¡Rosarito por favor sácame de aquí! Quiero estar en mi habitación. — dijo desesperada mientras secaba sus lágrimas.
Ángel Gabriel se quedó mirando como Rosarito empujaba la silla de ruedas llevándose a la hermosa joven, luego Camilo tratando de excusar a su sobrina, le decía:
— Disculpa su reacción, lo que sucede es que se puso nerviosa al verte personalmente.
— ¿Por qué no me dijiste que tu sobrina es paralítica? Eso no estaba en los planes y mucho menos al darme cuenta que ella ni siquiera quería conocerme. Creo que no me has hablado con honestidad, creí que tu sobrina estaba al tanto de todo.
— Calma, calma, lo que sucede es que está muy nerviosa, debes tenerle un poco de paciencia.
— ¿Paciencia? ¿Pero acaso te has vuelto loco? Yo no pienso casarme con una mujer que está paralítica. No me quiero imaginar la cara que va a poner mi madre cuando la vea.
— ¿Pero no tedas cuenta socio, que es mejor que Elizabeth sea una paralítica? Eso te va a dar más credibilidad ante tus padres, porque creerán que de verdad te casas enamorado, tanto que no te importa que no pueda caminar.
Ángel Gabriel se quedó pensativo, no tenía otra opción para poder cumplir con la última voluntad de su padre, además estaba contra reloj, su padre podía morir en cualquier momento; y si eso llegaba a pasar antes de que él se casara, iba a quedar fuera de la herencia, ya que su padre ni siquiera iba a dejarle parte de la herencia a su madre, si no que de no casarse su hijo, todo su dinero iba a ser entregado a una fundación benéfica.
Ángel Gabriel, miró a Camilo después de pensarlo muy bien y le dijo:
— Está bien Camilo, vamos a continuar con los planes, pero tienes que tratar de convencer a Elizabeth, sobretodo para que pueda fingir delante de mis padres, porque de lo contrario, esto no va a funcionar y yo me quedaré sin herencia y tú en la calle.
— Está bien, no te preocupes que todo va a salir bien. ¿Y para cuándo tienes pensado hacer la boda?
— Tiene que ser dentro de unos días, mi padre está demasiado enfermo y debo cumplir con su última voluntad antes de que este muera.
— ¿Y cómo vas a ser con la petición que te hizo de que tengas un hijo?
Ángel Gabriel se quedó pensativo por unos segundos y luego le respondió:
— Eso todavía no lo sé, esa cláusula la puso en su testamento, pero espero que al saber que voy a casarme, eso lo tranquilice y me entregue mi herencia. Y después veré como arreglo lo del hijo.
(…)
Dos días después…
¿Pero cómo que te casas en dos semanas? ¿De dónde salió esa mujer si hasta hace poco no tenías novia? — le dijo Graciela, la madre de Ángel Gabriel.
— Madre por favor no vayas a comenzar con tus sermones, tú y papá querían que me casara, pues bien, me voy a casar para darles gusto y por fin recibir lo que me corresponde de mi herencia.
— Pero, pero, me imagino que es una joven de nuestra clase social, porque no me importa con quien te cases siempre y cuando sea una mujer de familia adinerada.
— Sí madre, así es, es una mujer de muy buena familia. — dijo mientras pensaba en la cara que iban a poner sus padres cuando se enteraran de que además de no tener dinero, era paralítica.
— ¿Y cuándo la vamos a conocer? ¿Para cuándo piensas casarte con ella?
— Calma madre, todo a su tiempo, la van a conocer el día de la boda que será en dos semanas.
— Pero ¿Cómo es posible que la vamos a conocer el mismo día de la boda? ¿Acaso te has vuelto demente?
— ¡Ya basta madre! ¿Qué importa que la conozcan el día de la boda? A ti menos que nadie te importa quién sea mi futura esposa, total, solo quieres que yo herede toda la fortuna de mi padre porque sabes perfectamente que él no te va a dejar ni un solo centavo.
— No tienes que ser tan cruel en recordármelo, tu padre es un egoísta malagradecido, que no sabe valorar todos los años de matrimonio que tuve que soportarlo porque me casé con él por un matrimonio obligado que arreglaron mis padres.
Ángel Gabriel se quedó sorprendido al enterarse de que su madre había pasado por lo mismo que él estaba a punto de hacer solo por dinero.