La enfermedad del corazón

1460 Words
Dos semanas después… — Señorita Elizabeth, con permiso, es que un mensajero acaba de traer este paquete para usted. Elizabeth se sorprendió cuando vio que se trataba de una caja enorme con un lazo de color rojo en el centro. — ¿Pero quién me ha enviado esto? Yo no conozco a nadie que pueda darme un regalo. ¿Estás segura que es para mí? ¿No será para tío Camilo? — No señorita Elizabeth, aquí en la tarjeta dice claramente que es para usted, pero mejor ábralo y así sale de dudas, tal vez este obsequio le cambie un poco el ánimo. — Está bien, por favor colócalo aquí sobre la cama para poder abrirlo. Elizabeth estaba muy ansiosa por saber de qué se trataba, prácticamente era la primera vez que recibía un obsequio tan grande, definitivamente la curiosidad la hizo abrirlo rápidamente. Rosarito estaba alerta mirando todo lo que hacía Elizabeth, pero cuando por fin abrió la caja, la expresión de la joven fue realmente desgarradora al leer la tarjeta que se encontraba en el interior, la cual decía: “Espero que sea de tu agrado y de tu talla el vestido de novia, la boda se celebrará este próximo fin de semana, tú encárgate de verte hermosa que yo me ocuparé de lo demás Atte. Ángel Gabriel Mendizábal” Elizabeth rompió la tarjeta en pedacitos y lanzó la caja al suelo ante la mirada de sorpresa de Rosarito, que jamás la había visto actuar de esa forma tan violenta. — Señorita Elizabeth, por favor trate de calmarse, mire que puede escucharla don Camilo. — ¡No me importa que me escuche! Él es el culpable de toda mi desgracia. ¿No te das cuenta que ya prepararon la boda para este fin de semana? — ¡Dios mío señorita Elizabeth! ¡No puede ser! ¿Pero tan pronto? Si apenas usted ha visto a ese señor solo una vez. — Y el muy descarado me envió el vestido de novia, quiero que lo quemes, yo no quiero casarme y mucho menos me voy a poner ese mugroso vestido. — Señorita, pero este vestido debe costar una fortuna, no creo que sea buena idea quemarlo, su tío puede ponerse furioso y eso empeoraría las cosas. En ese momento entró Camilo a la habitación sin tocar la puerta, estaba acostumbrado a hacer su voluntad, sin importarle lo que sintiera Elizabeth, le dijo: — Espero que te haya gustado el vestido de novia que te envió tu futuro esposo, ya todo está listo para celebrar la ceremonia el sábado en casa de los Mendizábal. — No puedo creer que no tengas corazón y no te importe venderme al mejor postor. Siempre te vi como a un padre, pero qué equivocada estaba, nunca me quisiste, la verdad es que todavía no entiendo como me dejaste vivir en esta casa. — ¡Ya basta Elizabeth! No vine a poner en discusión lo que ya está decidido, solo vine a decirte que te vayas preparando para este sábado, porque vas a conocer a los padres de Ángel Gabriel, y te recuerdo que ellos no saben que este matrimonio está arreglado. Así que pon tu mejor cara y todos saldremos ganando. — Tío Camilo por favor te lo suplico, no me hagas esto. — Tienes mucho qué pensar de aquí al sábado, o te casas con Ángel Gabriel o puedes ir preparándote para pedir limosnas en la calle con Rosarito. Salió de la habitación, dejando a Elizabeth peor de lo que ya estaba, no tenía más familia, no tenía a donde ir y tampoco quería que su fiel amiga Rosarito, quedara en la calle igual que ella. (…) Los días habían pasado demasiado rápido para Elizabeth, ya había llegado el sábado, un día que para ella era tan terrorífico como el día del accidente. Sabía que no le quedaba más remedio que tener que aceptar casarse con aquel hombre al que veía como su peor enemigo. Muy temprano en la mañana, había llegado la estilista que había enviado Ángel Gabriel, para que ayudara a vestir y maquillar a Elizabeth. Ella se encontraba como desconectada del mundo, no decía una sola palabra, estaba resignada a lo que iba a pasar y se dejó arreglar por la estilista sin mostrar ningún tipo de interés por lo que le rodeaba. — Ha quedado hermosa señorita Elizabeth, definitivamente el vestido le quedó a la medida, lástima que… — la estilista de pronto se quedó en silencio ya que pensó que estaba a punto de cometer una imprudencia, pero Elizabeth se había dado cuenta y en medio de su rabia e impotencia, le dijo en tono desafiante: — ¿Lástima qué? Anda no te quedes callada y di lo que pensabas decir, lástima que esté paralítica, que esté postrada en esta silla de ruedas. ¿Eso es lo que ibas a decir? — No señorita, no es eso lo que yo quise decir, yo..la verdad es que…por favor dispense no quería ofenderla. — ¡Cállate! No necesito tu lástima, si ya terminaste tu trabajo recoge tus cosas y vete, quiero estar sola. — Señorita por favor, no llore se le va a correr el maquillaje. — Ya te dije que te vayas, no quiero ver a nadie, fuera de aquí, ¡Vete! — gritaba Elizabeth desesperada, sus gritos hicieron que Camilo se acercara a la habitación: — ¿Pero qué son esos gritos? — la estilista estaba nerviosa y tratando de excusarse solo alcanzó a decir: — Ya terminé mi trabajo señor y no se preocupe por el p**o, el señor Mendizábal ya me pagó todo, con su permiso. Camilo se quedó observando a Elizabeth muy sorprendido de lo hermosa que estaba a pesar de sus lágrimas. — Caramba sobrina, definitivamente te ves hermosa, la verdad es que no sé qué pasó con esa estilista y tampoco me importa, pero lo que no hay que negar es que sabe hacer muy bien su trabajo. Bueno, si y estás lista, entonces vamos que ya llegó el chofer de Ángel Gabriel. — Por favor tío Camilo, estamos a tiempo de acabar con toda esta locura, no permitas que esta boda se lleve a cabo. ¿No te das cuenta que me estás desgraciando la vida? Camilo en medio del nerviosismo que le causaba el solo hecho de pensar que Elizabeth decidiera no casarse, pensó rápidamente y se le ocurrió decirle algo que podía hacer que ella no titubeara en aceptar ser la esposa de Ángel Gabriel. — Querida sobrina, te voy a decir algo que tal vez te haga cambiar de opinión, yo no quería que lo supieras, al menos no por ahora, pero en vista de las circunstancias, no me queda más remedio que decirte la verdad. Elizabeth se sorprendió al ver la seriedad con la que Camilo le hablaba, se imaginó que debía ser algo muy grave porque jamás lo había visto tan vulnerable. — ¿Pero qué pasa tío Camilo? ¿Qué es eso que no querías decirme? ¡Habla por favor! — Muy bien, te lo voy a decir: el problema no es solamente que he quedado en la ruina, sino que hace tiempo me enteré que debo someterme a un tratamiento muy costoso, porque estoy enfermo del corazón y el médico me dijo que me queda muy poco tiempo de vida. Debo operarme y todos los gastos médicos salen por una suma de dinero muy elevada. — ¿Pero qué estás diciendo? ¡Dios mío eso no puede ser! ¿Pero por qué no me habías dicho nada? — Porque no quería preocuparte, ya tienes suficiente con no poder caminar y haber perdido a tus padres, mi única preocupación es asegurar tu futuro querida sobrina. Elizabeth estaba consternada con lo que estaba contando Camilo, enseguida le alzó los brazos para abrazarlo y él enseguida le correspondió mientras le decía: — ¿Te das cuenta por qué tienes que casarte con Ángel Gabriel? Si te casas con él, no perderíamos la casa y yo tendría dinero para poder operarme; y así no te dejaría desamparada, solo tienes que sacrificarte un poquito por mi. ¿Comprendes? Elizabeth le respondió mientras se secaba las lágrimas: — Sí tío, ahora entiendo, la verdad es que no pensé que las cosas fueran tan graves, me siento muy mal por todo, no quiero que quedemos en la calle, me preocupa Rosarito y ahora tú, no puedo permitir que te mueras, a pesar de todo eres lo único que me queda de mi papá. Mientras Elizabeth estaba totalmente desecha con semejante noticia, Camilo pensaba dentro de si: “Se creyó todo completico, es una tonta ingenua. ¿Cómo no se me había ocurrido decirle esto antes? Definitivamente merezco un premio Oscar.” (…)
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