— Hice una pregunta. ¿Qué hace esta mustia en mi casa? Elizabeth enseguida la enfrentó, esta vez sin miedo, ya estaba cansada de los maltratos y abusos de Graciela. — ¡Ya basta señora! Primero le recuerdo que esta ya no es su casa. — ¿Pero cómo te atreves a hablarme en ese tono? Ya veo que te has tomado demasiado en serio el rol de heredera. — Pues sí, aunque le duela reconocerlo, soy la heredera universal del señor Mendizábal, así que la única que está sobrando aquí es usted. La invito a que salga de mi casa y vaya hacerle compañía a su querido hijito, que es un egoísta y falso como usted. Graciela ofuscada por la forma tan prepotente como se dirigía a ella, enseguida levantó su mano para darle una bofetada, pero Alicia intervino a tiempo, tomándola por la muñeca mientras le