Elizabeth sentía que estaba a punto de desmayarse, estaba muy impresionada, en medio de su malestar le dijo: —Eso que está diciendo es una mentira que ha inventado solo para que yo no la deje fuera de la herencia. Además, usted no sabe absolutamente nada de mi vida. —¡Te equivocas! Sé mucho más de ti de lo que te imaginas y ha llegado el momento en el que sepas toda la verdad. Ella la miraba fijamente, estaba muy alterada, pero en el fondo quería saber lo que tenía que decirle Graciela, ya que estaba consciente de que ella había sido adoptada cuando apenas era una bebé recién nacida. Eso la hizo darle un voto de confianza a Graciela. —Está bien señora, quiero saber qué es lo que usted sabe de mi, necesito que terminemos con esto de una buena vez. Graciela agarró el medallón que