—Voy a hacer todo lo que esté a mi alcance, para impugnar ese testamento, no cabe duda que mi marido no estaba en sus cinco sentidos. —Señora Graciela, con todo respeto, tengo una excelente reputación como abogado, he desempeñado mi profesión de forma impecable, no le permito que ponga en tela de juicio mi honor, esa fue la voluntad del señor Hugo; y le guste o no, debe respetarla. —¡Ja! Estoy casi segura que manipularon a mi marido aprovechándose de su enfermedad para que cambiara el testamento. Porque el único heredero tendría que ser mi hijo Gabriel. —¡Ya basta madre! Por favor salgamos de aquí, ya todo está dicho, no cabe duda que subestimamos la inteligencia de papá. Además, me siento demasiado culpable con todo esto. Graciela le dio un golpe a la pantalla del ordenador, aún es