— ¡No puede ser! Entonces mis sospechas eran ciertas, esa joven es mi hija. — decía Graciela incrédula, por fin había corroborado que el medallón era el mismo que le había puesto a la pequeña recién nacida que abandonó en aquel orfanato. — No puedo permitir que esto se sepa, ese secreto tiene que seguir en el pasado, porque aunque Ángel Gabriel, no es mi hijo de sangre, él es el heredero de todo este imperio y no puedo permitir que una hija producto de una violación, venga a perturbar mis planes y todo lo que me ha costado construir por tantos años, hasta tener que soportar al moribundo de mi marido. Y es que efectivamente, Elizabeth, había sido procreada de una violación que sufrió Graciela, lo que la convirtió en una mujer amargada, llena de odio hacia la vida. Por su parte, Ángel Ga