A partir de este momento, eres solo mía

1143 Words
Capítulo 5 A partir de este momento, eres solo mía Él sonrió ampliamente, pero dentro de esa sonrisa que dejaría sin aliento a cualquier mujer normal, yo, pude observar mucha más malicia que cuando pensó que tenía un fetiche por verlo haciéndomelo. Sin perder más tiempo, aprovechó la ya muy poca distancia que había entre nosotros, debido a que mis brazos estaban envolviendo su cuello, me tomó por la cintura con delicadeza subiéndome a su regazo y comenzando a masajear mis pechos, me preguntó “¿todavía duele mucho?” negué con la cabeza, el, con un solo movimiento, me recostó en el sofá nuevamente para quedar sobre mí, pero, se acercó a mi oreja y dijo “creo que lo que necesitas es un beso para sentirte mejor” Por un momento pensé que me besaría los labios y quedé aturdida, pensando en lo que quería decir cuando se acercó deliberadamente a mis labios, pero ni siquiera los tocó, me regaló una gran sonrisa y se alejó, pero… supe a lo que se refería cuando comenzó a besar mí ,eran besos cortos, fue bajando al centro, mis piernas estaban cerradas y el parecía no tener prisa, paseo su lengua por la ranura central de mi parte más íntima y se encontró con mi botón rosado que activa mi placer, yo seguía sin abrir las piernas y el se reía un poco, pero continuaba besándome, con los labios, con su lengua llegaba sin problemas a dónde quería… quizá por ser nueva en esto del sexo, no pude aguantar más su provocación, abrí las piernas como una bailarina y lo tomé por la cabeza para traerlo directamente al área que hace un rato estaba adolorida, el, estaba muy divertido porque me dijo “este es un besito para que te olvides pronto del dolor” si no se hubiera enterrado en mi haciéndome excitar hasta quedar sin control quizás me hubiera reído… no tuvo la necesidad de abrir mis piernas con sus manos, pero aunque estaba muy excitada, no podía relajarme del todo, el pareció notarlo porque sacó su cara de mi entrepierna y me dijo “relájate, déjame todo a mí, no te volveré a lastimar”. Antes de que mi cerebro pudiera procesar sus palabras, ya tenía su boca en mi entrepierna haciendo maravillas nuevamente, estuvo allí un rato hasta que sentí como perdía el control de mi cuerpo debido a la excitación, ya había olvidado el terrible dolor de hace un momento y lo que quedaba en este preciso instante era placer, las rosadas puntas de mis pechos estaban erectas y el resto de mi cuerpo estaba temblando, esta vez, ojitos verdes no se detuvo en ningún momento y sin poder controlarlo en unos instantes sentí una descarga salir de mi vientre, me escuche gritar sin control y tenía su cabello entre mis dedos sin medir mi fuerza, la verdad creo que lo halé cuando finalmente él, sacó su cabeza de mi entrepierna, y esta vez fue mucho más impresionante porque tenía demasiados de mis fluidos esparcidos en todo su rostro. Aún me encontraba temblando cuando sentí que callaba mi boca con la suya haciéndome saborear mis fluidos con ese beso, en ese momento volví a escuchar su voz “¡estás deliciosa pelirroja!” fue lo que lo escuché decir antes de que dirigiera su lengua a las puntas rosadas de mis pechos y nuevamente, llevó su m*****o endurecido a mi entrepierna, comenzando a acariciar desde mi entrada hasta mi botoncito del placer y viceversa, con la punta de su herramienta, esta vez fue muy diferente, se acercó a mi oído y me dijo “va a doler un poco de nuevo, pero solo será un poco, ya estas lista para mí y esta vez lo vamos a disfrutar” yo solo asentí y lo dejé hacer… comenzó a embestir, esta vez fue más suave, e iba aumentando la fuerza de sus movimientos progresivamente hasta que sentí de nuevo un dolor, sí, definitivamente fue terrible, pero no era nada comparado con el de hace rato, a diferencia de la primera vez, en este momento detuvo sus movimientos cuando comencé a sentir dolor, parecía que a él también le dolía un poco… yo estaba sudando, pero no por los movimientos ardientes como dicen todos, era el dolor que me hacía sudar, intenté no quejarme, pero fue muy difícil, ¡lo hice!, dejé escapar un gemido doloroso que él se encargó de silenciar con sus ardientes besos y palabras suaves con su voz magnética y ronca “ya está hecho pequeña muñeca, a partir de este momento eres solo mía” me dijo esas palabras, pero, en este momento no le presté atención, porque sinceramente me dolía demasiado, él no perdió el tiempo, me besaba con mucha más pasión los labios y el cuello, yo estaba allí, con su duro y enorme m*****o inmóvil dentro de mí, adolorida y excitada, pero pronto el dolor fue cediendo, pasó un rato y sentí como mi cuerpo se acostumbró a tener su m*****o dentro de mí, dejando de lado todo ese dolor de hace un momento y dejando en su lugar solo esa excitación que causaron sus besos, en este momento entendí que necesitaba más de ese hombre, así que comencé a mover mi cintura de arriba abajo haciéndolo sonreírme. Al ver mi disposición a continuar con nuestros asuntos, comenzó a moverse nuevamente, esta vez sus embestidas fueron suaves y se lo agradecí silenciosamente, al pasar un rato me miré moviendo mis caderas al ritmo de las suyas, no sé en qué momento comencé a hacer eso, sólo se siente realmente bien. Hasta que comencé a experimentar de nuevo ese calor en mi vientre que bajaba hasta mi zona más íntima, extendiéndose hacia mis piernas, mis pechos y explotando en las puntas rosadas de las montañas de mi pecho. El me embestía cada vez más rápido, acariciaba mis pechos y besaba mi cuello, ahhhhhhhhhhhggggg, se me escapó otro gemido, ya perdí la cuenta de cuantos fueron, qué sensación tan extraña, pero realmente placentera, sentí como salía un líquido de mi zona íntima cuando mi cuerpo comenzó a temblar de nuevo sin control, en ese momento solo quería que sus embestidas fueran duras y sin ningún tipo de piedad, así que se lo pedí, mientras su respiración era un poco pesada lo escuché decirme al oído “no aguanto más muñequita estás realmente deliciosa” en ese instante pude sentir como se ensanchaba y palpitaba su m*****o dentro de mí haciéndome experimentar esa sensación de entumecimiento de mi cuerpo nuevamente, no pude evitar gritar, el calló mis gritos de placer de nuevo con sus besos y se tumbó encima de mi dejándome cargar todo su peso, no sacó su m*****o de mi hasta que mis piernas dejaron de temblar y su m*****o dejó de palpitar.
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