EPISODE TRES

1344 Words
El punto de vista de Anna —¿Quieres ser mi cita esta noche, Anna?—, me pregunta Tony. Parpadeo varias veces mientras diferentes pensamientos recorren mi mente. Todavía estoy tratando de superar a mi exnovio. No quería verlo desde que rompió conmigo, y no lo he visto. Ahora, deseo verlo, aunque sea solo una vez, para poder pedirle que me dé una razón genuina para romper conmigo. Le di todo lo que tenía: mi corazón, mi cuerpo y mi alma. Lo amaba con todo mi ser, pero todo lo que hizo fue romper mi corazón en pedazos. Todavía estoy tratando de recoger los fragmentos de mi corazón roto y de arreglarlos de nuevo en su lugar. Espero que algún día sane. Escuchar a Tony invitarme a una cita me está trayendo de vuelta el dolor. Han pasado tres meses desde que Cameron rompió conmigo, pero todavía se siente como si hubiera pasado un día desde que sucedió. Esto se debe a que el dolor aún está fresco en mi corazón. No sé qué decirle a Tony. No quiero que se haga una idea equivocada de mí. Ya me pidió que fuera su novia, pero lo rechacé. Si acepto ir a esta cita, ¿significa que soy su novia? Sé que no estoy lista para otra relación. Es demasiado pronto. —Anna—, me llama Pam, sacándome de mi ensoñación. Estamos sentadas en la cafetería de la escuela y me hizo la pregunta después de haber almorzado. Me he estado sintiendo mal desde que llegué a la escuela esta mañana, así que le dije a Pam que me iba a saltar el resto de las clases después del almuerzo. —Está bien, Tony—. Finalmente cedo. Él sonríe de emoción y Pam aplaude. —Pero sigo sin ser tu novia—, aclaro en voz alta para que pueda oírlo. Su cuerpo permanece tranquilo mientras digo eso. Rápidamente reemplaza el dolor en su rostro con una sonrisa. —Está bien. Lo tomaremos con calma—. —Está bien—, me levanto. Pam hizo lo mismo mientras yo le arrojaba mi mochila al hombro, lista para irme a casa. Estoy empezando a sentirme mareada de nuevo, como me sentí esta mañana antes de mi primera clase, y me pregunto por qué. —Nos iremos, Tony. Gracias por el almuerzo—, le dice Pam. —Un placer—, responde con una amplia sonrisa. Está muy feliz y emocionado por esta noche. —Adiós, Tony—, le hago un gesto con la mano y camino hacia la salida con Pam. —Está bien, Anna. Iré a buscarte cuando sea el momento—, grita detrás de nosotros. Miro hacia atrás y asiento con la cabeza, sonriendo dulcemente. —Yo también voy a faltar a clase—, murmura Pam mientras caminamos hacia la puerta del campus. Tengo la intención de tomar un taxi. —No es necesario—, me opongo. —Te llevaré a casa—, insiste. Le sonrío a mi amiga con gratitud. Desde que empecé a sentir fiebre y mareos, pensé que era por la rutina de ejercicios que recién comencé después de tres meses. Dejé de hacer ejercicio después de la ruptura y retomé el hábito el día anterior. —Alguien va a tener una cita. Alguien va a ser la novia de alguien—, canta Pam. —Pam, es solo una cita. Además, es demasiado pronto, no estoy lista. Son solo tres meses...— —¿Tres meses no son suficientes para llorar sobre la leche derramada?—, pregunta con los ojos muy abiertos. —Siento que es demasiado pronto—. —Relájate, nena, déjate llevar y verás cómo resulta. Quiero que disfrutes esta noche. La última vez que te divertiste fue hace tres meses, ¿recuerdas?— —Eso fue un desastre—, le digo, recordando lo que pasó y el sexo entre el extraño y yo. —Un desastre, en verdad—. Pam se ríe. —Porque te cogieron—. —Ya basta, por favor—, le ruego que deje de burlarse. Me siento incómoda cada vez que habla de eso. —Me pregunto por qué no te gusta hablar de esa noche—, afirma. —Porque no estoy orgullosa de eso—, admito. —¿Qué? —Pamela se ríe entre dientes mientras saca las llaves del coche de su bolso y las balancea—. ¿No estás orgullosa de algo tan increíble como haber tenido sexo el segundo día después de la ruptura? Es algo de lo que estar orgullosa. Si no estás orgullosa de ello, bueno, yo estoy súper orgullosa de ti, nena. —Como sea. —Como sea —Pamela me pone los ojos en blanco. Ambas nos reímos. Llegamos al estacionamiento y encontramos el camino hacia el coche de Pamela. —Tony estará muy feliz si lo aceptas, ¿sabes? —Cállate y vámonos —le espeto. Una oleada de mareo me recorre de nuevo y casi me caigo al suelo, pero agarro el asa del coche. La sostengo con firmeza y cierro los ojos. Cuando los abro, Pam ya está dentro del coche y me mira con atención. —¿Qué pasa, Anna? Quiero responder, pero no me sale ninguna palabra. En el momento en que vuelvo a cerrar los ojos, me encuentro cayendo al suelo y perdiendo el conocimiento. **** Cuando me despierto, siento que alguien me agarra la mano. Es Pamela. Pamela está sentada al lado de la cama, mirándome con lástima. Cuando se da cuenta de que tengo los ojos abiertos, se sienta derecha. —Anna—, me llama. —Mi hija—, dice otra voz. Fue entonces cuando descubrí que mi madre estaba al otro lado de mi cama. Me doy vuelta lentamente para encontrarme con los ojos verdes de mi madre. Soy una réplica exacta de ella, excepto por mi cabello, que es castaño rojizo. —¿Mamá?—, llamo suavemente. —Nos asustaste—, me abraza brevemente en la cama. Cuando se aparta, puedo ver lo llorosa que está. Mi madre es una mujer estricta pero emocional. Desde que murió mi padre, ha estado trabajando muy duro para poner comida en la mesa y asegurarse de que vaya a la escuela. —¿Qué pasó, mamá?—, pregunto con curiosidad. —Perdiste el conocimiento—, me informa. Asiento con la cabeza mientras recuerdo lo que pasó. Me doy vuelta para mirar a Pamela. Ella me sonríe y toca mi mano de nuevo. —Estaba muy asustada—. —¿Qué dijo el médico? Todavía tengo fiebre—, ignoro su comentario y hago una mueca de dolor. —Te hizo una prueba, pero aún no nos dijo qué es—, responde Pamela. —Espero que no sea nada grave. No puedo permitirme perderte—, me da un beso en la frente. —Estaré bien, mamá—, le aseguro. Nos quedamos en silencio y miro a mamá, esperando que todo esté bien conmigo. Sé que mi madre estará desconsolada si resulta ser una enfermedad potencialmente mortal. Todavía tengo que averiguar qué puede ser cuando alguien entra. Es el médico. —Doctor—, mi madre se levanta de repente. —Estás despierta—, me sonríe el médico. Asiento con la cabeza en respuesta. —Bien—. —Espero que todo esté bien—, le pregunta mi madre al médico, que sigue sonriendo. —Es una buena noticia—, sonríe ampliamente. Pamela y yo nos miramos. Mi madre sigue mirando al médico con expectación. La sonrisa en el rostro del médico es lo suficientemente evidente como para que no se trate de algo malo, incluso antes de que dijera que era una buena noticia, me pregunté cuál era la buena noticia. —Su hija tiene 3 meses de embarazo. Felicidades, mamá—, anunció el médico. —¿Qué?—, exclamamos todos en estado de shock.
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