Grecia no pudo evitar que su cuerpo se relajara por un segundo, cedió ante el beso, el olor de Egan a loción cara de menta y madera la hizo sentir perdida. Egan la besó con fervor, por un instante olvidó quien era ella, las cámaras o periodistas, cuando ella abrió un poco sus labios su lengua se abrió paso en una dulce caricia, estaba tan cerca de su cuerpo, que sintió como un instinto de placer le producía una erección «Ella no sabe besar, pero es tan dulce que me gusta, ¿Qué me gusta, la fea?», pensó, eso activó un botón de alerta en su interior. Detuvo el beso con rapidez, miró a los periodistas, volvió a sonreír, tomó la mano de Grecia, la llevó hacia el salón, dejando a los periodistas más que satisfechos. «¿Qué demonios fue eso?», pensó Egan con temor en su interior, sujetó más f