Egan alejó al hombre con furia, le miró severo.
—¿Quién te has creído? ¿Cómo si Grecia te importara tanto? Sabemos que le hiciste mucho daño, no me mientas.
Román se quedó sin palabras.
—¡¿Qué le ha pasado a mi hermana?!
—Ella fue… drogada,
—¿Drogada? Lo ves, ella era una buena chica del campo, ¿y qué hiciste con ella? ¡La convertiste ahora en una drogadicta!
—¡Claro que no! Fuimos a una cena, la hija de mi socio le puso algo en la bebida, ella lo confesó.
Román le miró incrédulo.
—¡¿Qué clase de gente es tu socio?!
—¡Ya basta, Román! Yo cuidaré de mi esposa, nadie volverá a hacerle daño, te lo aseguro, ahora no vengas a dártelas del buen hermano, cuando sabemos que eres patético.
—¡Hermano! ¿Cómo está Grecia? —Egan abrazó a Nía.
—¡Gracias por venir, estaba desesperado!
—No
