—¿Qué dices?
—Patito feo, no me dirás que siendo tan hábil y lista creíste que Egan se enamoraría de ti, ¿verdad? Cariño, sé que fui ruin contigo esta tarde, pero quería que entendieras que, alguien como Egan no se va a enamorar de ti, pero si amará tu dinero —dijo con una gran sonrisa de mofa
Grecia sintió una punzada en su corazón, alzó la barbilla, sintió rabia, tragó saliva.
—Bien, no me lo creí, pero, si se ha ido con esa mujer, está bien, no lo dejaré así, me vengaré, sé cómo fastidiarlo, puedo llamar a su padre.
—¿Por qué no lo vas a comprobar con tus propios ojos?
Grecia sintió rabia.
—¿Dónde…? —preguntó con titubeo, un nudo en la garganta apresaba su voz.
—En el bar del hotel, míralos por ti misma, patito.
Ella salió de prisa, alejándose de él.
Jacques se sentó sobre el
