Volvieron a Mayrit, las cosas parecían ir mejor, aunque Egan tuvo que volver a trabajar.
Grecia estaba con su nana en el hospital.
—La presión arterial está mejor, así que, tomando sus medicamentos, conservando su dieta, y haciéndose sus chequeos de rutina, creo que todo estará bien.
Salieron del hospital y Grecia llevó a su abuela a comer a un restaurante.
—Mi niña, ¿para qué gastas en un lugar como este?
—Porque lo mereces, nanita —dijo Grecia.
Pía miró en la otra mesa, encontró ahí a Román Palmeri.
—Tu hermano está ahí.
Grecia se giró a mirarla, ella iba a decir que se fueran, pero el hombre levantó la vista, se encontró con ellas.
Antes de que pagaran la cuenta, Román fue a ellas.
—¿Cómo están? —dijo y besó la frente de la nana Pía.
—Bien, querido hijo, ¿y tú?
—Bien, nana,
