Sarah observó el cuerpo de Román tirado sobre el suelo.
Los ojos de la mujer eran enormes, su amante estaba en estado de shock.
Salió rápido del auto, miró al hombre sobre el suelo.
—¡¿Qué fue lo que hiciste, maldita loca?! ¡Lo mataste! —exclamó, llevándose las manos a la cabeza con desesperación.
Sarah bajó del auto, asustada.
—¡Sube al maldito auto, Dani!
El hombre la miró con reproche, varios autos que pasaron por ese lugar se detuvieron, bajaron a ver lo que ocurría.
Llamaron a una ambulancia.
—No iré contigo, ¡asesina! ¡Ella fue quien lo arrolló! Yo no quería esto, ¡no soy un asesino! —gritó el hombre
Sarah tuvo terror, la gente la miraba, intentó subir al auto, cuando la policía llegó.
Casi escapaba.
—¡Ella fue quien lo atropelló! No he tenido nada que ver —dijo el hombre
