Egan abrió los ojos, miró a la mujer dormida a su lado. Sonrió, la enrolló en sus brazos, respiró tranquilo.
«Es increíble la paz que se siente estar aquí», pensó
Los rayos de sol iluminaban la habitación, se levantó poco después, la dejó cubierta por las mantas.
Fue al cuarto de baño, se dio una larga ducha, se lavó el rostro y la boca.
Luego, al salir, sonrió al verla aún dormida.
«Le haré un delicioso desayuno», pensó.
Grecia despertó minutos después, primero se quedó en blanco, sin saber en donde estaba, luego los recuerdos volvieron a ella con mucha rapidez.
Enderezó su postura, Egan no estaba ahí, ella se levantó de la cama, sintió que su cuerpo dolía como si hubiese montado un caballo por horas, la sola comparación la hizo reír y se calló al sentirse un poco loca.
Se levant
