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1509 Words
*Cárter* Terminé de quitarme el vestuario pomposo. La fiesta había acabado, Mary se había casado y papá se había salido con la suya una vez más. ¡Sí! Papá a veces abusa de su poder y de nosotros sus hijos. Me quito la ropa interior y comienzo metiendo los pies en la enorme bañera de porcelana. El agua es cálida y el vapor sube por el ambiente. Cuento uno, dos, tres. Hasta que decido hundirme por completo en el agua. No puedo evitar abrir los ojos unos segundos desde lo más profundo de la tina y entonces la recuerdo. La vuelvo a ver en mis pensamientos y eso me hace sentir bien. Los rayos purificadores comienzan a limpiar mi cuerpo. Cierro los ojos. La sensación de mi cuerpo es bastante agradable. Mis pensamientos hacen que mis emociones se exalten cuando pienso en Katherine. La boda de mi hermana se estaba volviendo muy aburrida. Todo era aburrido. Me tocó estar sentado junto a los hijos de mi cuñado. ¡Que dolor de cabeza! No tienen modales. Cuando nos sirvieron la sopa todos terminaron con la ropa manchada. ¿Y los postres? Fue muy incómodo para mí el estar con ellos. ¡Pobre de mí hermana! Papá la caso con un rey tonto y obeso solo para poder quitarle sus bosques y combustibles. Decidí salir al jardín a tomar aire, necesitaba salir de todo esté gentío. Me puse de pie, hice una reverencia simple y entonces sin plan alguno, me giré para poder buscar donde esconderme. ¡La vi! Su cabello n***o y un vestido amarillo. Iba acompañada por dos hombres. Un hombre mayor que mi padre y el otro como de treinta y tantos. ¡Nunca la había visto! Ella caminaba erguida y su presencia me transmitía seguridad. Sentí mucha curiosidad por averiguar sobre esa chica. ¡Me dieron ganas de conocerla! De saber sobre ella y de poder acercarme. ¿Cómo lo haría? Nunca había sido bueno con las chicas. Es más, nunca había hablado de verdad con alguna mujer que no fuese o mi hermana o mi madre. ¿Me sentía nervioso? ¡Para nada! Solo estaba cautivado por ella. Debía acercarme sin miedo. ¡Así que lo pensé! Según la costumbre, el rey tiene que bailar con su hija en despedida porque ahora, gracias a la nueva alianza, ella pertenecería a otra familia. Así que las demás chicas solteras la acompañaban en un baile junto a sus padres. ¡Una oportunidad para ir en contra de los planes del rey! Papá había arreglado una alianza con el reino de Tecate y yo era la víctima. Una vez más, mi padre usaría a alguien de su familia para obtener beneficios personales, me usaría a mí para despojar a otro país. Así que esa era mi oportunidad de acercarme a esa chica y demostrarle que no estaba de acuerdo con sus planes. Si es que ella salía a bailar con su papá yo podría acercarme para invitarle a bailar en baile de los solteros. ¡Seguro que papá estaría desconcertado con mi actuar! No tenía elección. Papá quiere casarme con una chica que ni siquiera conozco y no me dan ganas de conocerla. Mi pensamiento comenzó a llevarse a cabo. La música empezó, Mary tomó a mi padre de la mano y empezaron a bailar. Mi corazón comenzaba a latir cada vez más rápido y un piquete en la mano izquierda me hizo querer arrepentirme. ¿Por qué la necesidad de acercarme a ella? ¿Por qué tanta preocupación por hablar y conocerla? ¡Nunca había tenido tantas ganas de poder conocer a alguien! La música termino de sonar. Las hijas caminaban a la pista en compañía de sus padres y al final ella no se ponía de pie. ¿Ya no era soltera? ¿No le gustaba bailar? ¿Por qué no caminaba a la pista de baile? Comencé a sentirme angustiado, desesperado, triste. Por primera vez quería hablar con una chica y resultaba que ni el mismo universo estaba de acuerdo conmigo. ¡Que carajos! Volví a la mesa y me dejé caer en la silla sin ánimo alguno. Obviamente tenía que aparentar estar bien, después de todo yo era el príncipe y eso me convertía en la atracción de todos, excepto con ella. Ella parecía no percatarse de mí y eso me angustiaba más. Resultaba ser que todas las doncellas presentes se dignaban a mirarme de vez en cuando y cuando yo las descubría y les dedicaba una mirada fugaz, a ellas se les detenía el corazón. En la mesa mamá hablaba de lo bien que se veía mi hermana. ¡Que se sentía un poco mal por la vida que probablemente tendría que llevar de ahora en adelante! Entonces lo entendí. Los hijos de los reyes siempre serán las herramientas para que el país no tenga conflictos. Sí, nos convertían en alianzas, pero éramos más que eso. Nos convertíamos en la garantía de que no habría guerra y en parte éramos pacificadores. Nosotros éramos esa parte del país que nadie parecía tomar en cuenta. ¡Que desdichado me sentía! Entonces de repente mamá se sorprendió y su vista estaba puesta en el vestido de esa chica. Sí. Su vestido estaba cambiando de color al ritmo de las vueltas que le daba su padre. ¡Su vestido era un jardín muy bonito! Nunca había visto flores como esas, esas flores parecían de verdad, muy hermosas como aquella chica. Ahora era ella quien tenía nuestra atención y cuándo vi sus ojos, me dio gusto. Si estaba soltera, había bailado y entonces yo podría acercarme como lo había planeado. La melodía termino y ya era el turno de los jóvenes. Me puse de pie rápidamente y sin dudarlo caminé en su dirección. La música ya había comenzado y la mezcla del violín con el piano me hicieron sentir nervioso, la mayoría de las otras chicas ya tenían pareja. Ella aún no se percataba de mí, parecía que se estaba rindiendo al ver qué nadie la sacaba a bailar y ahí cuando ella dio el primer paso, yo tomé su muñeca. Le di una vuelta y está vez me miraba con atención. ¡Estábamos de frente! Parecía tranquila y sus ojos me impactaron bastante. Era más bonita de cerca. —¿Se había dado por vencida? ¿Pensaba huir? ¡Vaya forma de empezar la conversación! Su tacto era cálido y se sentía bien. Mi emoción alucinaba al ver qué lo había logrado. —¿Disculpe? —Parecía desconcertada. Le sonreí. Me mordí ligeramente el labio inferior. —Pensaste que nadie querría bailar contigo y estabas a punto de volver a tu mesa. ¿Me equivocó? Su mirada era bonita. Me dieron de ganas de descubrir más sobre ella. ¡Ojos color fuego! —No realmente. ¿Darme por vencida? Yo no estoy en busca de hombre. ¡Vaya que era directa! Su respuesta me gustó. En parte este baile era para encontrar prospecto. —¡Que dama tan más directa! ¿Cómo te llamas? Bajo la mirada unos segundos y después volvió a mirarme. Sus labios se veían bien definidos, de un color atractivo. —Katherine. ¿Y usted? ¿Ella preguntando eso? ¿En serio? Quise reírme, pero al final solo le demostré que su pregunta me había desconcertado. —¿Cómo? ¿No sabes quién soy? —La verdad no. ¿Por qué debería saber su nombre? Nunca nos habíamos visto. Bajé la mirada. Eso me había dolido mucho. Pero bueno. Ella resultaba ser diferente a las demás doncellas y eso era lo que importaba. ¡Yo debía mostrarle quién era! —Soy Cárter. El príncipe de Angelópolis. Note un poco de sorpresa y admiración en el rostro de la bella dama. —Un gusto Cárter. Encantada de conocerle. —¿Segura que no sabías quién soy? —¿Por qué duda de mí? No dijo usted que yo era una dama muy directa. Platicamos un rato en el jardín y ahí supe que ella no vivía aquí en la capital. Había escuchado de su provincia. Papá solía hablar de San Francisco, pero parecía que esa provincia no le agradaba. Ella me dijo que era un lugar muy bonito y agradable, todo estaba bien salvo el tener que vivir bajo opresión. Resultaba ser que nuestro país era grande y fructífero, pero a muchas personas no les gustaba vivir seccionadas en provincias. Yo siempre he creído que las provincias son lo mejor de Angelópolis y por ello es que hemos logrado avanzar muchísimo en todos los aspectos. ¡No todos pensaban como yo! Era cierto que yo tampoco vivía en libertad pues papá siempre había planeado mi vida. Desde que nací, la mayor parte de mi vida ya había sido definida y eso me causaba dolor. ¿Por qué no podía elegir algo que realmente me causará pasión? Quizá y ella pudiera ayudarme a ser un poco más seguro y firme a la hora de pensar y decidir. ¡Ella sería mi amiga! Lo había decidido.
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