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1756 Words
*Katherine* —¿Cómo se supone que debo pasarla en aquel lugar? —Exclamé un poco confundida—. ¿Así que debo aparentar ser alguien fuerte mientras usted está planeando derrocar los planes del rey? —Sí, eso mismo estoy diciendo. ¿Te asusta la idea? —Un poco. Aunque en verdad aun no entiendo cómo es posible que usted decidió elegirme para hacer todo esto de intentar hacer un caos en el palacio. Si tan solo fuera capaz de explicarme del todo cuál es el verdadero propósito de este plan. ¡Seguro las cosas serían más fáciles para todos! Estábamos terminando de desayunar, de pronto no podía creer que yo estuviera disfrutando de un alimento bastante delicioso. Pan recién horneado. Tocino frito con una especie de jugo amarillo que sabía bien rico. ¡Qué cosas gozaba la gente en este lugar! —¿Quieres que te lleve de forma no tan llamativa? —¿Usted sería capaz de hacer algo así por mí? Porque en verdad que ayer yo no me sentía discreta. ¡El vestido era precioso! —Lo se. Xinto logró hacer un trabajo increíble. ¡Todos hablan de ti! —¿Es bueno que la reina misma quisiera invitarme al palacio? —La reina es una mujer increíble. —¿Te sorprende que así sea ella? —La verdad no, porque después de todo ella quiere lo mejor para su hijo y que oportunidad tan buena de que la pase con su amiga. Yo aún no podía creer que Cárter me hubiese presentado como su amiga. ¡Esto estaba pasando a toda velocidad! —¿Usted sabe algo sobre el compromiso del príncipe? —Por supuesto que he escuchado algo. Mi fuente de información dice que ella es de Tecate, muy al norte del continente. ¿Sabes que hay en el norte? —No. Nunca había salido de mi provincia, ¿Cómo espera que sepa que cosas hay en el norte? Su pregunta es demasiado desconsiderada conmigo. Asintió. —Tienes razón, me disculpo por eso. Bueno pues escuche que se casará con ella para formar una alianza económica. Carlos dio un trago de jugo, su mano sostuvo la membrana redonda de líquido. ¡Aquí no usaban vasos! ¿Y las copas? Solo las usaban para ocasiones especiales. —¿Una alianza? —Si. La mayoría de las veces a todos los hijos de los reyes se les considera como el oro. —¿De verdad? Pero eso no muy civilizado. —Tal vez no parezca muy civilizado, pero así son las cosas. Los hijos de los reyes siempre suelen servir para pagar deudas o arreglar alianzas que beneficien aparentemente a una nación. ¡Los príncipes son el dinero que paga la deuda que nos libra de una posible guerra! En este caso, tú también eres como el oro. Me detuve a pensar por unos segundos en Cárter. ¿Como se sentiría con todo esto de saber que tendría un matrimonio arreglado? ¿Estaría enterado desde siempre? ¿Que se supone que debe sentir un príncipe? Todo esto me estaba abrumando a toda presión y eso que yo no era nada de él. —¿Por qué cree que Cárter decidió elegirme como amiga? Tomé una servilleta de algodón líquido para limpiar unas gotas de jugo cerca de mis labios. —Eres una chica linda. Seguro que lograste cautivarlo. —¿Cautivarlo? —Me reí, no podía creer que algo así fuera posible—. ¿Como podría cautivarlo? Después de todo solo soy una chica de una provincia que está hundida en la miseria. —¡Eso mismo! Por esa razón, que tú eres una chica. ¿No sabes que las chicas lindas son capaces de cautivar un corazón? Enarqué las cejas. ¿De verdad era así? Yo no me consideraba una chica linda, siempre me consideré una chica normal. —¿Quiere que yo...? El sonido de una nota me hizo callar. ¡El tema se cambió por completo! Del centro del comedor salió una chispa de color azul que a su paso se convirtió en un holograma en forma de sobre. —¿Qué es eso? —Pregunté un poco impactada. —Es una carta. —¿Holograma? —Así es. ¿Te sorprende? Asentí. —La gente de este lugar es muy floja como para no querer escribir una carta en tinta y papel. Soltó una risita boba. —La vida es muy diferente aquí y eso ya lo has descubierto. ¿No? —Si. —Pues entonces no te sientas sorprendida cada vez que descubras algo que para ti es nuevo. ¡Intenta no sorprenderte demasiado! Estarás en el palacio y allí hay cosas todavía más sorprendentes. —¿Cómo qué cosas? Se limitó a mirarme por unos instantes. —¡Eso lo averiguarás pronto! Y cuando eso suceda solo trata de disimular todo tu asombro. ¿De acuerdo? —Está bien. Intentaré controlarme. Asintió. —¿Para quién es la correspondencia? —Preguntó al holograma. —Es una carta del palacio, para la señorita Katherine —respondió una voz masculina con un toque un poco robótico-humano. — ¿Para mí? El conde tenía una sonrisa amplia. —¡Vamos progresando muy rápido! —¿Usted cree? Bebió un poco del líquido crítico. —Lee el mensaje por favor. La voz del holograma comenzó a leer. Para la señorita Katherine. Es un honor poder informarle que ha sido invitada a venir al castillo de Ángeles en Sonata. La familia real se siente muy complacida de poder invitarla a vivir con nosotros. Más que nada por los asuntos y planes que están aconteciendo, el príncipe Cárter necesita apoyo ante la futura decisión de casarse con la princesa de Tecate. Estamos seguros de que su presencia podrá animar y tranquilizar al príncipe, pues la amistad es aquel apoyo indispensable para poder hacer lo correcto en momentos de tensión. ¡Agradeceremos mucho que pueda acompañarnos! Se han hecho los preparativos necesarios para que usted llegue antes del atardecer. ¡Le esperan muchas cosas buenas señorita Katherine! Atentamente, su alteza real, Amanda de Castilla. ¡No lo podía creer! ¡Todo esto estaba pasando de forma rápida y muy inesperada! Mis ojos estaban en blanco, mi boca toda reseca y la respiración se me detuvo por algunos segundos. ¿Era parte del juego? —¿Y bien? Tragué un poco de agua, la membrana de agua disminuyó de tamaño. —¿Que tengo que hacer? —Serás la amiga del príncipe. —¿Eso es parte del juego? *** El sol estaba en su punto, coronando el centro del cielo azul y había uno que otro destello de algún blanco. ¡Al menos las nubes no eran hologramas! El cubículo flotante me permitía ver más a detalle todo lo que está ciudad tenía. La gente caminaba de acá para allá por las calles, su vestimenta era algo exótico y la forma de los edificios era alucinante. ¡La ciudad de los Ángeles no tenía ningún ángel! Atravesamos la ciudad siguiendo una ruta recta, se podían ver varios cubículos flotantes que iban de acá para allá con pasajeros metidos en sus respectivos mundos. —¿Cómo te sientes ahora? —Carlos estaba de pie a mi lado. —¡Muy bien! Bueno, me siento estable. —Veras que todo se tranquilizara en ti desde el momento que des el primer paso en el palacio. —¿Alguna vez ha estado en el palacio? —No. ¡Nunca! Los condes no tenemos permitido el ir al castillo. Lo más cercano a la casa real es el parlamento, no está muy lejos de Sonata. —Bueno, al menos si ha estado cerca del rey. —Pues ayer estuvimos cerca de ellos. ¿Lo olvidaste? —Bueno no. Pero, a lo que me refiero, es a que si antes ya ha estado cerca de la familia real. Era sorprendente que el cubículo fuese completamente transparente. —Antes solía vivir cerca de la familia real. —¿Y por qué ahora no? Sus labios se arrugaron más a causa de una sonrisa que no supe interpretar en ese instante. —Aún no estás lista para escuchar ese pasado. —¿El pasado de…? ¿Mi madre? —¿Al fin aceptaste que es tu madre? No lo había aceptado, de hecho, todo eso se me había olvidado a causa de estar pensando en lo del baile y el castillo. —¿Por qué no estoy lista para saber más sobre…? —¡Tú misma lo descubrirás! ¡Bienvenida a Sonata! El edifico no era un castillo como los que solían mostrarnos en los libros de la escuela. ¡Esto era realmente diferente! Una construcción grande, colonial con ladrillos rojos y piedras bien puestas que formaban dos torres. Una de altura pequeña en la fachada principal y la otra torre de altura más pronunciada en la parte trasera de la construcción. ¡Pensé que sonata sería un lugar más futurista como los castillos de los libros! —Identifíquense por favor —solicito el cubículo flotante con una voz de hombre broncudo. Carlos se descubrió la muñeca y la alzo frente a una pared de cristal, una luz azul leyó el código de su tatuaje. —¿Motivo de su visita? —Volvió a solicitar el hombre. —Soy acompañante de la señorita Katherine Ross, es una invitada de la reina. —¿Invitada? Permítame corroborar su invitación. Hubo silencio por algunos segundos, aun seguíamos flotando en el aire y mi respiración comenzaba a tornarse huracán. —Que la invitada muestre su identificación. Carlos me hizo una seña para mostrar mi tatuaje. Fue un alivio saber que mi tío se había encargado de alterar todo mi tatuaje para darme una nueva identidad. La luz recorrió rápidamente la palma de mi mano, mis latidos eran suaves. —¡Bienvenida señorita Ross! El cubículo comenzó a descender justo en la entrada principal del castillo y la puerta enorme de madera se abrió. Nuestro medio de transporte desapareció por completo desintegrándose y el viento comenzó a golpearme en la cara. —¡Todo saldrá bien! Ya lo veras —me dijo Carlos—. Él viene a recibirte. Asentí de forma suave y remojé mis labios con un poco de saliva. ¡Era verdad! Sus ojos se posaron sobre mis pupilas, había olvidado el color de sus labios y ahora lo recordaba, todo, una vez más. ¡Esto estaba pasándome! —¡Bienvenida a mi casa! —Dijo el príncipe.
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