Fiesta sopresa

1028 Words
Después de ese momento tan incómodo regresé a casa, allá estaban esperándome mi novio y mi madre, ambos muy preocupados. Antes de que pudieran decirme algo me disculpé, fue un gran error no haber avisado, pero todo pasó tan rápido que lo olvidé. La mirada de Julio era pesada, era obvio que quería que hablara lo más pronto posible, para calmarlos un poco les dije: —Aunque no me crean fue un día muy extraño, me imaginaba mi primer día totalmente diferente a lo que pasó hoy. Hay muchísimo trabajo en la oficina y tuve que acompañar a mi jefe hasta su apartamento por estos papeles que tengo en la mano. En principio se me hizo muy extraña esa invitación a ese lugar porque sé que de profesional no tiene nada, pero aun así me arriesgué pensando en no perder mi trabajo. Al llegar allí se encontraba su esposa, lo que me dio un poco de seguridad, por cierto, es una mujer muy amable, comprensiva y respetuosa. Pudimos hablar sobre algunos temas laborales, me ocupé leyendo los formatos que me entregaron y organizando mi horario, así que ya tengo claro que debo hacer mañana en la oficina. —No lo sé Paulina —dijo Julio inmediatamente— me parece muy extraño que te haya hecho ir hasta ese lugar y tiene menos lógica si dices que allí estaba su esposa, pues eso aparentemente niega cualquier intento de acercamiento con interés sentimental o s****l. Sin embargo, el hecho de que hayas ido por no perder tu trabajo me hace pensar que estás dispuesta a lo que sea con tal de cumplir tus metas. ¿Hasta qué punto podrías llegar por no perder tu nuevo empleo? Solo pregunto, discúlpame si te parezco irrespetuoso, de paso te pido perdón querida suegra si consideras que es inapropiado. —Julio las cosas entre tú y yo hasta el momento han estado muy bien, tal vez porque al principio toda relación es así y no quiero que eso cambie. Estoy dispuesta a respetarte, a cambiar un pasado un poco descuidado para poder ser mejor para ti, pero para eso debes creerme. De nada sirve que yo te prometa mil cosas si tú no confías en lo que yo soy como mujer. Si te digo que las cosas pasaron así es porque así fueron, tal vez no debí apresurarme a acompañar al jefe hasta ese lugar, pero apenas inicié y el sueldo es medianamente bueno para el nivel de vida que quiero tener con mi madre. Discúlpame tú por pensar en ella antes que en ti, pero siempre será así, creo que ya es mejor que hablemos mañana, me siento cansada y no quiero decir cosas de las que luego me pueda arrepentir —dije mientras me acercaba a él para despedirme. Creo que lo que le dije lo calmó un poco porque se dejó dar el beso de despedida, le dijo adiós a mamá y partió en su taxi. Mi madre me conoce muy bien, sabía que había algo que estaba escondiendo, pero no me preguntó para que mi mal genio no saliera a flote. Ese día me fui a la cama muy pensativa, ese asunto que las personas me advertían de mi jefe y el deseo no tenía pies ni cabeza. ¡Está bien! Tenía que aceptar que era un hombre muy atractivo, pero eso no significa que cualquier mujer debe caer a sus pies sin mayor reparo. Yo tenía autoestima y necesidad de darme mi lugar, aunque reconocía que era realmente difícil decirle que no a sus pretenciones. A Julio no le dije muchas mentiras, a pesar de que las cosas no fueron tal cual como se las dije, sí había alcanzado a conocer a su esposa Rosa. Aquella mujer me había dejado impactada, no sólo por su carácter, sino porque tenía un toque de belleza muy particular. El jefe nunca me comentó que tenía esposa, ni siquiera lo sospeché, creo que eso era algo importante a tener en cuenta antes de entrar con él a un apartamento, y más aun, estando solos. Si ella no hubiera llegado en ese momento no sé qué hubiera pasado, tal vez me salvé de un acercamiento más íntimo o probablemente guardaría yo mi postura de mujer difícil por orgullo y dignidad. Al siguiente día me desperté muy emocionada porque quería saber cómo iba a ser la reacción de mi jefe ahora que sabía que yo estaba enterada de que tenía esposa, además del hecho de que parecía no ser la más amigable. En el fondo lo que quería era descubrir cuáles eran sus pretensiones conmigo. No obstante, la sorpresa me la llevé yo, en cuanto pisé mi lugar de trabajo vi justo en mi escritorio un letrero que decía: “bienvenida”. Al parecer todos en la oficina me habían preparado una fiesta para celebrar que era la nueva integrante de la empresa. Yo sabía que eso tenía que ser obra de mi jefe porque los compañeros de trabajo evidentemente no me querían mucho o al menos de entrada no les causé una buena impresión. Continúe mi camino agradeciendo a todos por el bonito detalle, unos sonreían hipócritamente y otros simplemente me dejaban pasar. Había un desayuno sorpresa con dulces, frutas y unos globos de colores, en ese momento salió mi jefe y en voz baja me dijo: —Este será uno de muchos detalles querida Paulina. Es mi manera de pedirte perdón por el incómodo momento que te hice pasar, también quiero que empieces a crear vínculos con tus compañeros para que te acepten, lo ideal es que todos sean un gran equipo. Por cierto, después de que termines con tu desayuno pásate por mi oficina, quiero darte un poco de afecto. Después de eso se retiró, todos continuaron haciendo algo de ruido por la celebración y tomamos algo de té en unos vasitos plásticos, les agradecí en voz alta y seguimos trabajando. No sabía qué era lo que quería mi jefe conmigo en la oficina. ¿Qué era eso de darme afecto? ¿A qué se refería? Tenía los nervios de punta y el presentimiento de que algo emocionante estaba por pasar.
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