El mismo día
New York
Christopher
Me parece mentira lo que acaba de suceder, es que ni siquiera reacciono sonriendo como un tonto, mientras todavía siento el sabor de los besos de Jenna en mi boca, en tanto me sacan de mis delirios el sonido del celular, miro sin muchas ganas la pantalla dándome cuenta que es mi padre el que me llama, dudo unos segundos hasta que termino contestando.
–Hola papá ¿Qué sucede? ¿Por qué me llamas?
–¡Christopher! ¿Dónde diablos estás? Ahora mismo quiero que vengas a la casa, además no sé qué te hizo pensar que podías tomar las cosas de Lanci, te espero aquí en media hora, ¡¿Entendiste?! –me grita furioso.
–Papá estoy en casa de Scott reunido con los chicos, incluso a mamá le avisé de mi salida, no puedo irme ahora que recién empieza la diversión.
–Christopher no me interesa que estés con tus amigos, quiero la motocicleta de Lanci en la cochera de la casa, porque de lo contrario te quitaré las tarjetas de crédito, el celular y el auto, ¿Te quedo claro?
–Papá no te preocupes me has dejado claro el mensaje, ahora salgo para la casa, chao, nos vemos.
¡Diablos! Con las ganas que tenía de quedarme en la casa de Lindsay, pero ni modo me toca moverme, porque no puedo quedarme sin nada, además con el genio que trae mi papá estos días lo mejor será apurarme, salir de aquí antes que comiencen las preguntas de mis amigos sobre Jenna.
En fin, salgo de la habitación de la novia de mi amigo, pero para mi sorpresa me cruzo en el pasillo con Jenna mirándola con malicia, hasta que me saca de mi mundo su voz.
–¡Christopher! Seguías en la habitación, ¿Qué hacías todavía allí?
–Jenna no estaba haciendo nada de lo que piensas, porque no necesito hacer ese tipo de cosas, mejor dime ¿Dónde estabas tú? ¿En el baño? ¿Haciendo qué? Yo pude ayudarte a liberarte un poco, pero no quisiste, aunque aún estás a tiempo de que pasemos un buen rato.
–¡Eres un imbécil! Aun no entiendo que ven las chicas en ti, es que ni siquiera sé que me hizo pensar que eras alguien decente.
–Jenna no te hagas la ofendida ahora, que tú pusiste las reglas de juego, cuando me robaste en mis narices, en realidad te burlaste de mí, solo quisiste darme una lección.
–Christopher ¿Qué pretendías? ¿Qué me rinda a tus pies? Pues conmigo no funcionan esas cosas, además eres solo un niñito mimado.
–Soy el chico que te vuelve loca, ¿Verdad? –le afirmo mientras la pego a mí mirándola fijamente.
–¡Chicos! ¿Pueden parar? ¿No tuvieron suficiente? Mejor acompáñenme, vamos a bailar–nos sorprende Lindsay.
–Me encantaría quedarme Lindsay, pero mañana tengo que madrugar a la oficina, si no mis padres me matan– miento mientras suelto a Jenna.
–Christopher eres un chico responsable después de todo, ¿Qué más ocultas? – me dice Jenna con ironía.
–Estás a tiempo para que lo descubras Jenna, te lo aseguro.
Jenna
El día que decidí venir a estudiar a EEUU lo hice para respirar de la presión de mi madre, porque ella tiene la manía de querer controlar todo, pero a mí me exaspera esa actitud, la verdad es que no tenemos una buena relación, ya que cada cosa que hago siempre tiene algo que objetar, en cambio con mis hermanos es tan diferente, incluso siempre siento ese abandono por parte de ella, claro que mi padre vive defendiéndola y me pide que sepa comprender a mi madre, además no puedo negar que también me empujó otro motivo para estar aquí en New York, en verdad todo cambió aquel día en la cafetería cuando estaba con mis amigas de la facultad, me parece estar viviendo ahora ese momento
Seis meses antes, diciembre, Berlín
Hemos salido de la facultad de derecho con mi grupo de amigas, mientras voy entusiasmada charlando sobre los planes que tenemos para esta noche, hasta que Carlota propone ir por algo de comer, enseguida entramos a la primera cafetería que nos cruzamos, sentándonos en una de las mesas cerca de la ventana hasta que se acerca el mozo a tomar nuestro pedido.
–Chicas decídanse rápido porque estoy muerta de hambre– nos pide Carlota.
–Amiga ten cuidado, falta que estés embarazada de tu novio, espero que te estés cuidando– le afirmo.
–Jenna nosotros nos cuidamos, no me interesa tener un hijo ahora, soy demasiado joven, además yo amo a Oscar, pero de allí a formar una familia con él hay un largo trecho.
–Ese problema yo no lo tengo Carlota, algo bueno tiene la soltería– les afirmo.
–Jenna ¿No has vuelto a hablar con Dominik? ¿Qué sucedió con él? –pregunta Astrid.
–Saben que mis padres le prohibieron acercarse a mí o de lo contrario lo meterán a la cárcel por todo lo ocurrido, mejor cambiemos el tema, ¿Les parece? –les propongo.
–Hay gente que tiene suerte, miren a ese galán consiguió casarse con la mujer de sus sueños, es que parece un cuento de princesas, claro que ella es una princesa, pero es una historia linda de amor –nos explica Astrid viendo unas imágenes que pasan por el televisor.
–Astrid ¿Quién es él? ¿Cómo se llama? –pregunto desconcertada.
–¡Por favor Jenna! ¿No sabes quién es ese galán? Fue noticia mundial, ¿Dónde estabas? –responde emocionada.
–¡Astrid! Esa pregunta esta demás, sabes lo que le sucedió a Jenna, mejor cambiemos de tema– reclama Carlota.
–No te preocupes Astrid, ¿Pueden contarme quien es ese hombre? Porque apenas logre ver unas imágenes en el televisor.
–Jenna ¿Por qué tanto interés? Pero te sacaré la curiosidad, ese hombre es Lance Mckeson, uno de los herederos de las familias más ricas de EEUU, se decía que secuestro a Amira Zayed, la hija del jeque de Emiratos Árabes Unidos, pero en realidad los rumores decían que se fugaron para casarse, incluso la hermana de él hace algunos años casi se casó con el hijo del bendito jeque, aunque ahora acaban de anunciar que el jeque se murió y la prensa especula que pronto se verá a la parejita, porque nadie sabe dónde están escondidos, claro que yo creo que la familia los protege.
–¡Lance Mckeson! Me parece haber escuchado su apellido alguna vez, pero deben ser ideas mías–les digo pensativa.
Ese día me quedé perpleja por el parecido que había entre Lance Mckeson y mi hermano muerto Liam, incluso parecían parientes, pero fue solo el comienzo de la búsqueda por la verdad, en fin, por el momento intento pasar el rato lo mejor posible sin involucrarme con nadie, claro que siempre aparece un imbécil, aunque sin esperármelo casi terminé en la cama con Christopher Mckeson, no voy a negar que es un chico guapo, con esos profundos ojos marrones, su cabello castaño claro, con 1,80cm, tez blanca, divertido, ingenioso, inteligente, eso no quiere decir que pienso tener algo con él, además en este preciso instante tengo unas ganas de matarlo por ser un imbécil, para suerte estoy siendo rescatada por mi amiga Lindsay.
–Amiga te acompaño, porque para mí todavía es temprano para retirarme a mi departamento– le afirmo.
–Lindsay, Jenna, nos vemos otro día– nos asegura Christopher alejándose.
–Jenna ¿Qué pasó? ¿Te acostaste con Christopher? –me pregunta en un susurro.
–¡Lindsay claro que no! Pero tampoco me pienso acostar con ese imbécil, así sea el último hombre en la faz de la tierra, además no voy hacer una chica más para su colección.
–Christopher será todo lo que tú dices, pero te aseguro que te vas a terminar acostando con él, todas lo hacen, claro que no yo, porque solo somos amigos, además yo estoy enamorada de Scott.
Si Christopher Mckeson piensa que voy a caer en sus redes se equivoca, voy a enloquecerlo, es que ni siquiera tiene idea de quién soy yo, se va a terminar arrepintiendo de intentar acostarse conmigo, la verdad es que esto apenas empieza.