Pero su madrastra había ido a visitar a Emily, en lugar de que ésta la visitara a ella, de modo que Grace nunca conoció el fin de la historia. Ahora dijo en voz alta con voz determinada: —Estoy segura, Mitty, de que Su Señoría no se quedará mucho tiempo, y entonces podrás estar tranquilo y ocultarme tan sólo de mi papá. —¡No puedo hacer eso, milady— dijo Millet con voz angustiada—, y no sólo porque no me gusta la idea de engañar a su señor padre, que siempre me trató como un caballero. Se trata también de que no deseo perder mi nuevo empleo. —Supe que te habían dado el cargo de mayordomo cuando el viejo Temple murió. —Así es, milady. El señor Baines, el administrador, me pidió que ocupara ese puesto, que no implicaba ningún trabajo duro, puesto que no había nadie en la casa. Se detuv