Desde el momento en que las puertas del ascensor se abrieron para darme acceso al living de mi penthouse, comencé a sacarme los zapatos para así comenzar a dejarlos regados, me encantaban los tacones, pero después de caminarlos durante casi doce horas, tendía a ser agotador.
Comencé a desabrochar mi camisa, para después retirarla y quedarme solo en sostén, anhelaba por un delicioso baño de agua caliente, un chocolate con malvavisco y meterme entre las cobijas a descansar. Pero un delicioso aroma a lasaña me hizo detenerme, a la vez que una enorme sonrisa se dibujaba en mi rostro.
A causa de tanto trabajo en el transcurso del día, había olvidado que no estaba sola, lo que me hizo reír a la vez que negaba con la cabeza, ¿Tan obsesiva al trabajo era para incluso llegar a olvidar que Nicolás estaba otra vez en casa? De pronto, todo el cansancio que sentía se esfumó, dándome la fuerza necesaria para poder dedicarme ahora a pasar tiempo con el chico que amo.
Caminé con rapidez hacia la cocina, ahí, en la isla de la cocina se encontraba una botella de vino blanco, un par de velas encendidas, y mi sexy esposo inclinado en el horno sacando la lasaña, dándome una perfecta vista de su bien proporcionado trasero. Cuando se volteó y logró verme, una sonrisa lobuna se abrió paso en sus labios, a la vez que barría mi cuerpo con su mirada, lo que me hizo acordar que ya me encontraba semidesnuda.
—¿Vamos a comernos primero el postre? —preguntó, deteniendo su mirada en mis pechos.
—Su mirada en la mía, señor Clark —reí, mostrándole mi rostro con mi dedo índice.
Él se echó a reír, colocó la bandeja con la lasaña sobre la barra y luego caminó hacia mí; sus manos rodearon mi cintura y me acercaron a su cuerpo, estampó sus labios con los míos sin siquiera pedir permiso, logrando desestabilizarme con rapidez. Me sostuve con fuerza de sus hombros, mientras me paraba de puntillas para poder regresarle el beso, su lengua invadió mi cavidad, reclamando cada vez por más, al punto que pude sentir su m*****o erecto a través de sus pantalones. Mordisqueé su labio inferior, a la vez que bajaba mis manos para comenzar a desabrochar su cinturón con rapidez, a lo que él me detuvo, poniendo un poco de distancia. Una sonrisa divertida se marcó en sus labios, a la vez que acariciaba su labio inferior con su dedo índice.
—¿No quieres cenar?
—Como que se me acaba de quitar el hambre —respondí, lamiendo mi labio inferior, mi mirada deteniéndose en su notoria erección.
—De acuerdo, la cena la dejaremos para más tarde —musitó, antes de acercarse a mí para comenzar a besarme de forma apasionada otra vez.
Sus manos llegaron hasta mi trasero, donde me impulsó para que mis piernas rodearan su cintura, comenzó a caminar hasta que mi espalda estuvo presionada contra la pared, sus manos recorrían mi cuerpo, encendiendo todo a su paso, llevando oleadas de deseo por cada partícula de mi piel. Podía sentir mis bragas mojadas, gracias a lo mucho que mi centro lo reclamaba.
Sus manos llevaron hasta el botón de mis pantalones, después me colocó abajo para poderlos arrastrar hasta dejarme sin ellos, me acerqué, y sin dudarlo comencé a sacar su camiseta, amaba verlo desnudo, y aquella noche no sería la excepción.
Nos tomamos algunos minutos en desnudarnos, en vernos e inclusive en acariciarnos, cerré los ojos y dejé salir un jadeo cuando dos de sus dedos comenzaron a penetrar mi húmeda feminidad, me sostuve de sus hombros, mientras él me presionaba contra la pared, haciendo que volviera a enredar mis piernas en su cintura, nos besamos, reclamando cada vez más el uno del otro,
Sus dedos no dejaban de penetrarme con rapidez, haciendo que mi cuerpo comenzase a ser recorrido por un sin número de espasmos, clavé mis dientes en su hombro con suavidad, para así no perder el control por completo, hasta que al final, en medio de un gemido había logrado llegar al orgasmo.
Lo miré, una sonrisa de satisfacción se marcaba en mi rostro, mientras que en el suyo se veía diversión pura, mordió su labio inferior, mientras se acomodaba entre mis piernas para después terminar de hundirse, haciéndome gemir nuevamente. Comenzamos a movernos en sincronía, en un vaivén cargado de emociones, sin decirnos una sola, solo dedicándonos a mirarnos con aquella adoración que sentíamos el uno por el otro. Sus movimientos comenzaron a tornarse más rápidos, sus músculos comenzaron a contraerse hasta que al final, ambos nos dejamos llenar por un maravilloso orgasmo.
***
Al final la lasaña había quedado guardada en el horno, probablemente iba a convertirse en nuestro desayuno, pues habíamos terminado por trasladar las velas y el vino hasta el jacuzzi, ahí, ambos nos encontrábamos jugando con la espuma a la vez de que hablábamos sobre nuestro día.
—Creo que lo que tus padres desean es tenerte cerca, por eso dijeron que no les importa el precio con tal de trabajar contigo —comentó él, mientras acariciaba mis brazos desnudos, después de que le conté sobre el contrato que firmaría con mis progenitores.
Asentí.
—Lo sé, y sé que seguirán insistiendo en permanecer a mi lado, por eso acepté sin siquiera pensarlo —tomé la copa de vino y la llevé a mis labios—, no me siento cómoda al jugar a la familia feliz, siempre he estado sola con Jolie, por lo que nunca me han hecho falta.
—Gracias por lo que ahora me toca —bromeó.
Sonreí y volteé a verlo.
—Ahora tú eres mi familia.
Me guiñó un ojo y se inclinó a darme un rápido beso en los labios.
—Amor, yo no tengo a mis padres, y los extraño cada segundo del día; tal vez, ahora que tú los tienes, deberías de darles una oportunidad… se nota a leguas el interés que tienen en recuperarte.
Resoplé, dedicándome a soplar la espuma que tenía en mi mano.
—No lo sé, Nico. Veremos qué sucede con el paso del tiempo.
Él guardó silencio por unos segundos, hasta que al final terminó por cambiar de tema, comenzando a preguntarme sobre la campaña con Calvin Klein, que había firmado en la tarde. Eso me tenía emocionada, al igual que a las chicas que participarían en dicha campaña; amaban la marca, por lo que sabían que después de lucir sus modelos de ropa íntima, podrían conservarlos. Me encantaba ver los rostros de mis muchachas en vallas publicitarias de diversas marcas reconocidas, eso me hacía sentir que estaba haciendo bien mi trabajo.
—Me hace sentir tan orgullo en ver lo mucho que has conseguido en tan poco tiempo —habló, realmente sus palabras se escuchan llenas de orgullo, lo que me hizo sentir extremadamente feliz.
—Supongo que ayuda el ser una adicta al trabajo.
Lo miré y él sonrió, a la vez que asentía.
—Deberías también de pensar más en ti y confiar más en tus empleados, debes descansar de vez en cuando.
Puse los ojos en blanco.
—En teoría, Jolie debería de estar a mi lado, apoyándome y ayudándome al dirigir la agencia; pero tiene semanas de que la veo como en otro planeta, no le importa nada, y por lo general solo envía mensajes para pedir dinero. Estoy preocupada, no sé qué le pasa.
Realmente esa situación me tenía mal, mi hermana menor no era la misma de antes, la responsabilidad que una vez demostró tener por sus deberes, se había esfumado, no me dejaba entrar a su vida cuando le preguntaba qué sucedía, lo que me hacía sentir frustración al no saber que la había hecho cambiar tanto.
—¿Por qué no la invitas a quedarse un par de días con nosotros?
—No sé si acepte, cuando no estabas le decía que viniera a pasar las noches conmigo y siempre se negó, poniendo ciertas excusas de que tenía que hacer ciertos proyectos de su carrera.
Nicolás suspiró, a la vez que me envolvía en sus brazos para acercarme a su pecho.
—Tú sigue con tus deberes, que yo voy a encargarme de averiguar qué pasa con Jolie, ¿Te parece?
Volví a mirarlo y le sonreí, a la vez que me dedicaba a asentir.
—¿Ya le había dicho que me siento afortunada al haberme casado con el mejor hombre de todo el mundo?
—Eso lo dices solo porque te envié rosas a la oficina —bromeó, haciéndome reír.
—¡Maldita sea! ¡Olvidé ponerles agua! —exclamé, llevando mis manos hasta mi rostro mientras negaba con la cabeza.
Nicolás se echó a reír.
—¿Crees que Adrien no haya pensado en ello? A veces siento un poco de celos por ese chico; parece conocerte mejor de lo que yo lo hago.
Apoyé mi cabeza en su pecho y cerré los ojos, dejando salir lentamente la respiración, dándome cuenta de que en realidad era afortunada al encontrar a Adrien, solo con él podía sentir que toda la responsabilidad no estaba sobre mis hombros, ese chico realmente era un regalo del cielo.
—Tienes razón, sé que no tengo que preocuparme al tenerlo trabajando para mí.
—No, si el que tiene que preocuparse soy yo —comentó con un poco de molestia.
Arqueé una ceja y lo miré.
—¡Nico! ¿En serio estás celoso?
—¿Por qué? ¿Solo por saber que Adrien pasa casi más de 12 horas contigo? ¿O porque incluso se encarga de llevarte el desayuno?
Me miró con el ceño fruncido, lo que me hizo separar los labios ante la sorpresa. ¿Qué carajos? ¿Desde cuándo Nicolás se sentía de aquella manera por Adrien? ¿Acaso estaba molesto? Pero al ver la sonrisa divertida que se dibujó en sus labios, a la vez que tomaba mi barbilla para volver a besarme, me hizo darme cuenta de que solo jugaba conmigo. Me resistí a que me besara, apretando mis labios con fuerza, a lo que él respondió echándome un montón de espuma sobre mi cabeza, para después echarse a reír.
—Claro que no estoy celoso, guapa —dijo, viéndome con diversión—, confío en ti hasta con los ojos cerrados, solo me gusta ver como tus mejillas se tornan rojas cuando te preocupas.
Le saqué la lengua.
—Si no fueses tan lindo, te mandaría a Las Bahamas sin boleto de regreso —terminé diciendo antes de comenzar a salir del jacuzzi.