Lo mejor que pudo haberme pasado fue sin duda mudarme a París, desde que llegué a esta gran ciudad, mi vida se resumía en éxito tras éxito, era una mujer hermosa, alegre, deseada… no podía pedirle nada más a la vida, la cual estaba siendo muy buena conmigo.
Me detuve frente al espejo en mi habitación, acomodé una vez más mi cabello rubio a los costados de mi rostro y luego tomé mi labial de la cómoda y retoqué mis voluptuosos labios de rojo. Pasé mis manos por los costados de mi vestido n***o, alisándolo a la vez que buscaba la forma en que no se viese vulgar. Me dirigí a la zapatera y tomé un par de zapatos de tacón de aguja, me senté en la cama y me los coloqué. Ahora sí, estaba lista para una larga noche de fiesta.
Tomé el teléfono y le escribí a Camile, una de las chicas que trabajaba para Colette, no éramos las grandes amigas, pero al menos la pasábamos bien juntas, más ahora que Nicolás había regresado a la ciudad, lo que significaba que Colette no tendría mucho tiempo para sus amigas.
Quince minutos después, me encontraba bajando al living del edificio, ahí Camille me esperaba, tan despampanante como siempre.
Sus largas piernas se encontraban descubiertas gracias al apretado vestido azul que llevaba consigo.
—Que me hayas llamado no significa otra cosa más que Nicolás está en la ciudad —rio la morena, al darme un abrazo.
Puse los ojos en blanco.
—Colette se volvió mucho más aburrida desde que contrajo nupcias con Nicolás —me reí, entrelazando mi brazo con el suyo para después caminar hacia la acera en busca de su auto.
—¿Cuál es el plan? —preguntó Camille, mientras desbloqueaba el auto, me acomodé en el asiento del acompañante y me coloqué el cinturón de seguridad.
—El Rex, se pone genial después de la media noche.
—¿Estás segura? Sería un milagro que logremos entrar.
La miré, sus ojos castaños me veían con duda.
—Confía en mí, Camille. Tengo mis contactos.
—Puedo suponerlo —rio, elevando una ceja en mi dirección.
En una noche de copas en aquel lugar, había terminado acostándome con el dueño, lo que provocó que terminara por tener entradas vip, las veces que yo quisiese. Increíblemente era con el único tipo con el que mantenía una amistad, después de un acostón… bueno, después de Nicolás, claro.
Cuando llegamos al sitio, como debí de suponerlo, el lugar se encontraba lleno. Entrelacé mi brazo con el de Camille para así comenzar a caminar con la frente en alto hacia la entrada del lugar, ignorando por completo los murmullos y las molestas miradas que nos dirigían los que estaban haciendo fila. Saludé al guarda en la entrada y sin esperar más, nos dejó entrar.
Ya dentro, Camille comenzó a moverse al compás de la música electrónica que resonaba en el lugar, haciéndome reír como loca, al ni siquiera esperar a llegar a la pista de baile.
—¡Vamos por unos tragos! —exclamé, jalándola hacia la barra.
Pedimos dos Gin Tonic, y nos sentamos a saborearlos mientras nos dedicábamos a ver a nuestro alrededor; el sitio estaba lleno, muchos chicos y chicas bailaban al compás de la música electrónica, toqueteándose entre sí. Miré a mi costado, Camille comenzaba a tomar su segundo Gin Tonic a la vez que comenzaba a coquetear con el bartender.
Me eché a reír, a la vez que veía hacia mi otro lado, ahí, mi mirada se encontró con la de Adrien, quien se encontraba apoyado a la barra, tomando de un vaso. Su cabello oscuro se encontraba desordenado, las comisuras de su boca se levantaron en una sonrisa mientras levantaba una mano en mi dirección en señal de saludo. Le devolví el saludo, para así volver mi atención al trago en mi mano.
Adrien era un buen tipo, lo conocía desde hacía más de un año atrás, y siempre lo había visto como el tipo de persona que siempre estaba disponible a lo que Colette necesitase, era del tipo de hombre que vivía por y para el trabajo, por lo que ahora comenzaba a preguntarme qué hacía en un sitio como aquel.
Sonreí, a la vez que levantaba una mano para pedir otro trago, los cuales comenzaron a convertirse en uno tras otro, hasta el punto de que ya comenzaba a sentirme mareada.
Camille había salido a bailar hacía un rato atrás, y yo me estaba divirtiendo al verla como se le restregaba al sujeto que la había llevado a la pista de baile. Mi compañera parecía estarla pasando bien, por lo que, pensé que era momento en que yo también comenzara a divertirme.
Volví a mirar hacia Adrien, él estaba entretenido en su teléfono mientras un bartender le acercaba otro trago, así que tomé mi móvil y le envié un rápido mensaje:
“¿Quieres bailar?”
Mordí mi labio, esperando su respuesta. Adrien era un chico muy guapo, lo que más llamaba la atención, eran sus grandes y chispeantes ojos marrones, además de su sonrisa, ya que gracias a sus voluptuosos labios, lo hacían verse apetecible. ¿Divertirme con el asistente de mi mejor amiga? Eso definitivamente no sería un delito.
Regresé mi atención a él, se encontraba viendo hacia mí, tomó su teléfono y lo observé escribir. Su respuesta fue rápida, cortante, seca… lo que me hizo sentir un mal sabor de boca.
Él había contestado con un simple: “No”
Fruncí el ceño. ¿Qué carajos? ¿Acaso me estaba rechazando? Suspiré, comenzando a sentir una cierta rabia encenderse en mi interior, no estaba acostumbrada al rechazo, los hombres por lo general deseaban un poco de atención de mi parte, ¿Qué mierdas tenía en la cabeza ese chico?
—¡Perla! —Chandler exclamó al acercarse a mí y estrecharme entre sus brazos.
Le sonreí ampliamente y le devolví el abrazo, Chandler era una de las pocas personas que podía considerar “amigo”; cada vez que él se enteraba que yo estaba en su club, sacaba un poco de su ajetreado tiempo para acompañarme. Aún me parecía increíble el simple hecho de que nos fuera fácil entablar una conversación e incluso darnos bromas, sin necesidad de comentar la aventura que tuvimos en el pasado.
—¿Qué estás tomando? —preguntó, haciéndole un gesto al bartender para que se acercara.
—Gin Tonic —respondí, para después terminar de vaciar el poco contenido que había en mi copa.
—Dos Gin Tonic, Luis —le habló a su empleado, quien asintió enseguida y comenzó a prepararlos—, ¿Y bien? ¿A qué se debe el placer de tu visita a mi pequeño sitio un día entre semana? —sus ojos celestes escrutaban en los míos con diversión.
Me encogí de hombros.
—Tenía flojera de quedarme en casa —volví a mirar a Adrien, me sentía frustrada al ni siquiera conseguir que volteara a verme.
Chandler siguió mi mirada y luego se echó a reír.
—¿En serio, Russell? —cuestionó, dándome un golpecito en el hombro—, ¿Le has echado el ojo al pobre Adrien? ¿No se supone que ustedes son compañeros de trabajo?
Volví a mirarlo con curiosidad.
—¿Lo conoces?
Él asintió.
—Fuimos compañeros en la preparatoria, ahora somos muy buenos amigos —me contó—, por lo que temo decepcionarte, pero creo que ahí no podrás conseguir nada.
Fruncí el ceño, no es como si quisiese conseguir algo… no, claro que no era eso —me dije a mí misma para convencerme.
—No quiero nada con él, Chandler —dije con fuerza para hacerme escuchar a través de la música.
Eché una mirada a la pista de baile, para poder ver donde estaba Camille, pero no di con ella.
—Tu amiga se fue hace unos minutos —arguyó, tomando el vaso que el chico de la barra había puesto frente a él—, parece que la estaba pasando bien.
Resoplé, sintiéndome de pronto molesta.
—Maldita perra, se supone que andábamos juntas.
Él se echó a reír, a la vez que me hacía un gesto con su cabeza a mi nueva bebida.
—Podrías decirle a Adrien que te lleve —musitó, moviendo sus cejas en repetidas ocasiones.
Hice una mueca, antes de beber de un sorbo todo el contenido del vaso.
—No comiences a joder, Chandler.
—Es divertido —dijo el rubio, sonriendo de medio lado—, no creo que termines en la cama con él, creo que es homosexual.
Mis labios se separaron al escucharlo decir aquello. ¿Qué cosa? ¿En serio Adrien podría ser homosexual?
Ahora que lo pensaba, jamás lo había visto salir con ninguna chica, pues en realidad solo se la pasaba tras Colette, anotando cosas en su agenda electrónica.
—¿Es posible? —pregunté, negando con la cabeza.
Él se encogió de hombros.
—Jamás lo he visto con una chica, viene aquí algunas noches, se sienta en el mismo sitio y se la pasa bebiendo algunos tragos mientras juega en su teléfono… la verdad, ni siquiera sé a qué carajos viene, pues bien podría comprar unas cervezas y quedarse en su casa.
—Supongo que es algo raro… por algo se convirtió en el hombre de confianza de mi jefa.
Regresé mi atención a él, se encontraba cancelando su cuenta, luego se puso en pie y comenzó a caminar hacia la salida. Ahora, después de haber hablado con Chandler, debía de admitir que me encontraba sumamente interesada en saber quién era en realidad Adrien Dupont, solo necesitaba saber si el hecho de haberme rechazado, era simplemente por el motivo de ser homosexual… mi ego me lo pedía, no podía quedarme con la duda, pero por lo pronto, iba a acostarme aquella noche con el primer chico sexy que llamara mi atención; así que salté del taburete de la barra y me despedí de Chandler para así comenzar a caminar hacia la pista de baile.