–Susan, ¿qué haces aquí? Mi saludo puede sonar brusco, pero no me importa. Todavía no me he recuperado de la visita de Diamonds y la noticia que me ha traído, para también recibir a esta mujer. –Buenos días, Derek – me saluda con una sonrisa – He pasado a saludar y traerte algo de desayuno. Levanta una bolsa de papel que tiene un muy bueno olor. Yo la miro enarcando una ceja. –No debiste. No tienes porqué hacer esto. –Derek… – me reprocha con voz dulce. Estoy siendo un ogro, lo sé, pero no me importa. –Es cierto, Susan. Tú y yo terminamos muy mal el otro día. No quiero revivir eso, así que no entiendo qué haces aquí y menos, porqué me traes desayuno. –He venido en son de paz. Quiero disculparme contigo por lo que pasó la otra noche, pero por lo visto t