Es domingo por la mañana y una lluvia fina cae sobre toda la ciudad. Es la despedida del otoño y la bienvenida del invierno. Ya los árboles han perdido casi todas las hojas y le temporada de lluvia anticipa la nieve que caerá pronto. Desde mi ventana, contemplo el panorama pintado de gris, justo como mi estado de ánimo. Aún no son las ocho de la mañana, pero ya no he podido dormir más. Decido bajar al gimnasio para despejar la mente y esperar un poco para llamar a Diamonds, ya que la prudencia me dice que llamar a alguien un domingo a las siete treinta de la mañana, no es algo decente. Desde que estuve ayer en la comisaría no he sabido nada de ella y asumo, que, si no me ha contactado aún, es porque no tiene novedades. Aunque debo admitir que espero que la reputación que he oído de