López conduce el auto desde la casa de Higgs hasta la comisaría, en busca de su ordenador, lo que nos dará un poco de luz para saber el paradero del sospechoso. Según me ha dicho, tiene un programa especial que le permite rastrear dispositivos y otras cosas que me resultan incomprensibles. Las calles están recogidas porque ya son cerca de las diez de la noche y el frío hace que mucha gente se quede en casa. Se estaciona en frente del edificio principal de investigaciones, donde están todas las oficinas de la policía. Yo me paso al asiento del conductor, esperando por él a que regrese y en cuestión de minutos, estamos en la carretera otra vez. –¿Cómo harás para saber a dónde debemos ir? –¿Segura que quieres que te lo explique? – me responde tecleando con una sonrisa. –No