Chloe

963 Words
Capítulo 2: Chloe. “¿A qué?” preguntó. “A secarte el cabello” ella bajó la toalla. Podía ver la confusión en sus ojos, pero eso no me detuvo. Le quité la toalla y comencé a secarle el cabello. La agradable fragancia que salía de su cabello me hizo llevar un mechón a mi nariz. “Hueles delicioso”, pronuncié aun olfateando su deliciosa fragancia. “Este… es el shampoo que uso, huele a flores primaverales, según la etiqueta” dijo ella con una sonrisa nerviosa. “Lo siento, no quise incomodar, Chloe”. “Yo puedo seguir secándome, tú también estás muy mojado”, dijo ella apuntando a mi ropa. Ni siquiera me había percatado de que estaba escurriendo todo el lugar. “Iré a darme un baño, te veo luego, linda”, caminé dejándola en ese punto, avancé directo a las regaderas. Comencé a quitarme la ropa una por una. Cuando estaba completamente desnudo, prendí la regadera. El agua bajaba por mi cuerpo. Era tan cristalina. Cerré los ojos para disfrutar la agradable sensación y grabar en lo más profundo de mi mente esa agradable fragancia, este olor tan peculiar. Entonces, la luz del pasillo se encendió. Abrí los ojos y el agua que descendía de mi cuerpo ya no era cristalina, sino roja. Un rojo tan profundo que me encantaba ver cómo se iba por la coladera. Mi cuerpo estaba bañado de sangre. Mi piel vibraba de felicidad y mi estómago gruñía de emoción. Comencé a sonreír como un demente cuando me vi en el espejo y mi cuerpo era lentamente limpiado en ese momento. Cuando mi cómoda y placentera ducha terminó, decidí secarme con la toalla que encontré colgada en un gancho fuera del baño. Era amarilla. Odio el amarillo, pero me encanta la mancha roja que está en ella. Observé la toalla justo en esa mancha. Mi estómago gruñía sin parar. No lo podía controlar. No podía esperar volver a casa. Las clases pasaron demasiado lentas, pero mi hora favorita llegó: la hora del fútbol. Estaba castigado porque hace unos días derribé con gran fuerza al capitán del equipo, quien se golpeó la cabeza. Dicen que aún está en coma, pero eso es algo que no me interesa. Quería ser capitán y haré lo que sea para conseguirlo. “Damián, entras”, gritó el entrenador. “Sí, entrenador”, corrí a la cancha y comencé a hacer lo que mejor sé: golpear a mis compañeros. Sus cuerpos caían por doquier, pero me desconcentré por un instante al ver a Cloe parada al final de la cancha. No logré sentir el preciso momento cuando fui derribado por uno de mis compañeros. “¿Estás bien, viejo?” preguntó él. Volteé a verlo por unos segundos que parecieron una eternidad, pero cuando pude asentir y girar mi cabeza a donde estaba ella, ya no estaba. Es como si… “Regresa al juego, Damián”, gritó el entrenador. “¡SÍ, ENTRENADOR!” grité y así continuamos con el juego. A pesar de ser un juego de práctica, ganamos. “Damián, quiero que te quedes al terminar de alistarte. Los demás pueden irse” dijo el entrenador, a lo cual solo asentí. Me fui a quitar el exceso de sudor del cuerpo y después caminé a donde estaba mi entrenador. “Damián” dijo él mientras miraba su tablilla de anotaciones. “¿Sí, entrenador?”pregunté posicionándome frente a él. “Damián, no quería hacer esto, pero tengo que reportarte. Sé que el fútbol americano se trata de derribar y avanzar entre los jugadores, pero tú usas esto como motivación para descargarte con tus compañeros. Lo siento mucho, pero me están pidiendo cuentas. Jacobo, tu compañero, murió esta mañana. En verdad lo lamento” dijo y dio media vuelta. “¿Me está echando del equipo, entrenador?”, pregunté en forma fría y seria. Me encanta que Jacobo muriera, pero no lo maté para que me echara, sino para qué me premiara por ello. “Damián, comprende, si no te echo, enfrentaremos cargos legales en la universidad”. “¿Me está diciendo que no me hará capitán?” troné los dientes de disgusto. “¿Damián?” no sé por qué él comenzó a dar algunos pasos hacia atrás, hasta que me vi en el espejo. Mis ojos se miraban verdes y una sonrisa siniestra se asomaba en mi rostro mientras en mi mano traía un bate que no tengo idea de dónde ni cuándo tomé. Pero si la vida te da limones, haz limonada. ¿Y si te da un bate? Haz tu cena de esta noche. “Damián, baja eso”, dijo el entrenador mientras estiraba su mano hacia mí. “Entrenador… Usted hace que mate a Jacobo con la falsa esperanza de ser el capitán, pero en el momento en que las cosas se ponen difíciles me echa” dije, luego de golpear con fuerza la mano de mi entrenador. “Damián” gritó él, sosteniendo su mano y aguantando el dolor que eso le producía. Mi sonrisa se ensanchaba aún más mientras lo golpeaba sin piedad. Su cuerpo estaba tendido en el suelo, respiraba con dificultad, y eso realmente me encantaba. Lo golpeé por último en la cabeza, ocasionando que su cráneo se hundiera. Después, lo metí en mi camerino. El espacio ya era demasiado reducido. Tener dos cuerpos en un espacio tan pequeño es deprimente. Tendré que pedir a la Dirección que me den un camerino más grande. Ahora, como capitán del equipo, necesitaba más espacio. Cerré de un portazo el camerino y salí del lugar. Fui a la cafetería y, en mi camino al lugar, me encontré con Chloe de nuevo
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