Me desperté sin saber qué hora era. Aún no he conseguido un maldito reloj en braille. Me duelen las caderas, y todo mi cuerpo se siente magullado, pero aun así sonrío. La oscura figura que me tomó anoche sigue presente en mi mente. Lo que más deseo es poder ver algún día al hombre que me saborea todos los días. Han pasado ya tres meses desde que me mudé con él. Siempre terminamos en la cama, dándonos placer sin censura ni remordimientos. Él me cuida, y Deysi me hace compañía cuando tiene que irse al consultorio. Sin embargo, esta mañana me siento más sola que nunca. Normalmente, él se va antes de que me despierte, pero hoy su fragancia aún impregna el aire. No tengo claro qué somos. ¿Amantes? ¿Amigos? ¿Novios? No lo sé. Él sigue sin decirme lo que siente por mí, y yo no tengo el valor