Cuando la vi salir de casa después de mandarle el mensaje de que ya había llegado, respiré profundo. Quiero que esto termine pronto; me duele la cabeza a causa del hambre. Ella caminaba, provocándome inconscientemente con sus trotes. Sus enormes pechos rebotaban con cada paso, al igual que sus lonjas. Ya quiero liberarme en su cuerpo. La llevé a un restaurante a cenar. —Creí que no pasarías por mí —dijo ella, agachando la mirada. —No miento, sentí atracción por ti en cuanto te vi —le respondí, y ella se ruborizó.—¿Quieres bailar? —le pregunté, estirando mi mano hacia ella. Ella sonrió y tomó mi mano. La escolté hasta la pista de baile, donde unas pocas parejas bailaban. —Gracias por invitarme a salir; nadie quiere salir con una gorda como yo —dijo, agachando la mirada. Las personas de