Me recostó en el sofá de nuevo y con la yema de sus dedos comenzó a detallar las minicurvas de mi cuerpo. Varios gemidos salieron de mi boca cuando a él no le importaba más que hacerme gritar sin piedad su nombre, sus dedos me estaban penetrando con prisa, mientras su lengua no dejaba de moverse con braveza en mis pliegues, mis labios estaban hinchados y mi botón estaba por explotar, entonces quise cerrar mis piernas para apretar con fuerza su cabeza, pero él me abrió más las piernas gruñendo en mis pliegues. “Para:.” Suplique en un susurro “Bebé ábrete más” y yo, más que obediente, abrí mis piernas más, mucho más, el palmeo mi v****a con la mano y eso solo me provocó un terrible escalofrío, el cual no se detuvo después de tres palmadas más. “Si pudieras ver el delicioso manjar que