Enrolló sus piernas en mi cintura, la cargué sin dejar de besarla y la arrojé a la cama. “Saimon” sus ojos se clavaron con los míos y no quería detenerme a decirle cosas bonitas, quería abrirla de piernas y cogérmela, ya o mi m*****o me iba a reventar en el pantalón de lo duro que estaba, parecía una maldita espada la cual quiere encajarse en ella ya. “Eres un idiota” dijo ella mientras me quitaba la camisa y la arrojaba lejos. “Maldita hechicera” le dije y ella sonrió besándome y haciéndome girar. “Yo sí recuerdo como me hiciste … como tuvimos sexo anoche, tú tenías el control de todo Saimon, pero ahora es mi turno” dijo ella cuando en un movimiento rápido esposó mis manos al la cabecera, ¿De dónde demonios saco las esposas? “Suéltame maldita” dije y ella comenzó a reír. “Soy tu