El verano que tanto se resistía a darnos un respiro se aplaco abruptamente, prácticamente ese año nos saltamos el otoño y pasamos directamente al invierno. El calentamiento global tiene efectos secundarios y el cambio de clima con olas de calor ha sido uno de los más notables, por lo tanto, el interminable verano lo atribuí a tal fenómeno causado por el hombre. El cambio de estación combinó perfectamente con las decoraciones vistosas correspondientes a la época navideña que se venían mostrando desde mediados del anterior mes e incluso, en los lugares comerciales resaltaban desde hace más de un mes. Cada año parecía que la festividad se adelantaba y todo, únicamente servía para conseguir más ventas, a veces podía resultar molesto, pero funcionaban bastante bien desde mi punto de vista.