Tomás abrió su boca una y otra vez tratando de pronunciar alguna palabra, claro está, que no tuvo éxito alguno. No lo culpo fue una escena bastante embarazosa para ambos. Salí de la esquina de la habitación con los hombros encogidos pasando al frente de él sin tener contacto en lo absoluto, vi el rastro de sangre y me era imposible dejarlo así. Determine que era necesario una sesión de limpieza en la madrugada. Fui a la bodega donde guardaba los utensilios de limpieza y regresé a la habitación, en ese momento no pensaba que debería decir al atónito hombre parado en medio de mi dormitorio hasta que lo vi quitando las cobijas y sábanas de la cama, por primera vez en mucho tiempo vi al lindo y sereno Tomás que solía conocer en mi niñez. _ No hace falta que hagas eso. Me acerq