La Universidad que hasta el día de ayer estaba relativamente abandonada ahora se encontraba abarrotada, caminar en algunos lugares era casi imposible y aunque no conocía a nadie tenía que detenerme de vez en cuando para pasar por los grupos de estudiantes, era un poco frustrante y tratando de despejar ese negativo sentimiento me detuve en frente de las gradas que servían para subir al segundo piso y entonces, paso lo inimaginable. Fui atropellada por una bicicleta.
Confieso que mis reflejos no son buenos, menos mal los del ciclista si lo eran o la historia hubiera sido otra. Perdí momentáneamente el equilibrio, pero pude recuperarlo en seguida, aunque mi cordura estaba a punto de estallar pues las palabras mágicas “disculpa, fue mi error” no fueron pronunciadas y espere tontamente durante cinco minutos, dándome cuenta de la situación, empecé a subir las gradas hasta que una pregunta descarada me detuvo en el segundo escalón.
_ Hey. ¿No te vas a disculpar?
_ ¿Disculpar? ¿Yo? ¿Acaso escuche bien? Di media vuelta para ver al arrogante tipo parado en frente de mí con los brazos cruzados y volví a abrir mi boca una vez más ya estando donde inicié.
_ ¿Por qué habría de disculparme cuando eres tú el que anda en bicicleta en un área exclusiva para peatones?
_ Me temo que estas equivocada, ahí claramente dice que se permite usar bicicleta en esta área. Señalo con uno de sus dedos la señalética.
No la había visto, hasta el anterior semestre eso no estaba ahí, lo que significaba que habían modificado ligeramente la estructura, aun así, el debió haber tenido más cuidado.
_ Debes ser más cuidadoso y por supuesto no tener la campana solo por adorno, se supone debes usarla si es necesario y no lo hiciste, así que no voy a disculparme, no obstante, aceptare gustosamente las tuyas.
_ Pero la use. Hizo sonar la campana puesta en el manubrio izquierdo, el problema es que eres una mujer despistada que no se dio cuenta y eso es…
_ ¡Basta! Interrumpí. No la usaste, de haberlo hecho no estaríamos discutiendo.
_ Por supuesto que la use, no tengo porque mentir.
Arrugue ligeramente mi entrecejo, mi mirada que tenía escrita la palabra “muérete” se intensifico aún más, y de haber tenido tiempo lo habría hecho disculparse, pero ese no era el caso.
Con un suspiro exasperado dije _ No tengo tiempo para esto, debo ir a clases. Comencé una vez más a subir lo escalones, por supuesto mi mal humor hizo que mirara por encima del hombro al individuo dirigiéndole un “consejo”. _ Un hombre que no puede tener cuidado con su entorno no puede ser mejor que un mono. Así que se más cuidadoso para la próxima y discúlpate adecuadamente.
_ Y si no tengo la culpa también debo disculparme? Respondió.
No respondí, en ese momento lo único que me preocupaba era llegar al salón de clases lo antes posible. Para mi mala suerte, la clase estaba completamente llena y solo quedaban dos asientos disponibles en las últimas filas, no eran de mi agrado, tenía que tomar lo que quedaba.
Me senté de inmediato a la espera del profesor, mientras lo hacía me fue inevitable no mirar por la ventana; varias personas tenían un alegre semblante, parecían divertirse, parecían estar a gusto con las personas a su alrededor, yo no podía entender ese sentimiento y por mucho tiempo no tuve intención de averiguarlo. En el interior del aula no era diferente, varias conversaciones poco entretenidas, música, respiraciones agitadas y el tecleo de alguna que otra laptop se mezclaban entre sí para crear un insoportable ruido que agitaba mi cabeza.
En algunos minutos el profesor entro y puso orden, de inmediato expuso brevemente las reglas de su asignatura. Eran las mismas de siempre y me las sabía de memoria.
_ Buenos días con todos, la mayoría de ustedes ya me conocen, sin embargo y para los que no lo hacen mi nombre es Noah Meyer, bajo ninguna circunstancia acepto deberes atrasados, si por algún motivo deciden faltar, el trabajo debe ser presentado en la fecha límite a mi mail, por lo que no habrá razón alguna para no presentarlo. Los celulares deben ser apagados o puestos en silencio, no me gusta que me interrumpan y, por último, la puntualidad es primordial, si llegan atrasados no pierdan su tiempo golpeando la puerta, no se les abrirá hasta que termine la hora. ¿Alguna pregunta?
Una de las chicas de adelante alzo la mano sin titubeo realizando su pregunta, tenía una dulce voz, pero se podía notar cierto aire presuntuoso.
_ Entiendo que no quiera recoger deberes atrasados, pero si por alguna causa resulta ser una emergencia y se imposibilita la realización del mismo ¿Cómo se supone que presentemos el trabajo?
_ Debe saber señorita que yo no envió trabajos de un día para el otro, tienen la realización mínima de dos semanas, en el peor de los casos que tuvo un accidente dejándole inutilizada por cuatro días ¿No tendría once días para realizar su tarea? Por supuesto esto cambia si es de las personas que deja todo a última hora. Si no hay más preguntas continuaré con la clase.
Todos se quedaron en silencio, a veces este profesor podía ser aterrador, sin duda alguna es una inminencia dentro de su área, pero sus relaciones personales dejan mucho que desear, su carácter es algo explosivo. Un día arrojo el borrador del pizarrón a un estudiante que estaba jugando en su celular y lo termino confiscando hasta el fin del semestre. Ese tipo de reacciones eran muy comunes y en todo el campus era famoso por eso, por eso y por el agraciado rostro que combinaban perfectamente con esa agradable voz que penetraba hasta el último rincón de todo tu ser, voz que era más notable cuando narraba alguna historia o algún poema. Las mujeres se enamoraban perdidamente de él, por otro lado, los hombres parecían sentirse intimidados y consecuentemente las clases del Dr. Meyer siempre tenía más alumnado femenino que masculino, lastimosamente al inicio de semestre los cupos llegaban a tope e incluso sobrepasaban el límite, lamentablemente, según pasaban las semanas muchos de los estudiantes pedían el cambio con otro profesor y al final del semestre solo quedábamos la cuarta parte de los que había en un inicio. Una completa lastima.
La mayoría de los estudiantes se quedaron sorprendidos cuando el profesor empezó con la primera lección oral para medir nuestros conocimientos previos; con libreta en mano el Dr. Meyer realizo entre tres y cuatro preguntas por alumno, la mayoría no podía seguir el ritmo impuesto por él, era un poco deprimente ver esa situación, no entendía cómo es que no podían responder a algo tan sencillo, por un momento empecé a creer que no merecían estar ahí, empecé a creer que solo estaban por un simple capricho y hasta empecé a creer que algunas de las chicas solo estaban para coquetear, después de todo, eran las mismas escenas desde que tome por primera vez las clases con este profesor.
Fue mi turno, como era de esperarse conteste a las tres preguntas con mucha facilidad y al instante, mi propio ego me hacía pensar que nadie más podría superarme, aburrida de tanta ignorancia por parte de mis compañeros, concentre mi atención al paisaje que se podía apreciar desde la ventana que tenía a mi lado izquierdo evitando así el contacto visual con los demás estudiantes. Minutos después, alguien logro captar mi total interés, por lo que escuche, no solo respondió perfectamente las preguntas, sino que también logro tener un intercambio de ideas bastante atractivo con el profesor, sobre un escritor post modernista. Los análisis de sus obras eran acertadas y sugestivas, incluso había notado un pequeño rasgo de la personalidad del escritor que yo no lo había notado a pesar de haber leído todas sus obras, mi latente curiosidad por conocer al dueño de tan increíble conocimiento provocó una distorsionada mueca en mi rostro en el instante que mis pupilas lograron reflejar al sujeto que hablaba a mi lado derecho. ¡Que sorpresa! Era el mismo chico que vi de camino a la cafetería, no podía dejar de observar el perfil del sujeto hasta que fui sorprendida por la intensa mirada de aquel hombre y descubrí algo fatal. También era el mismo idiota que casi me atropella con su bicicleta antes de subir las gradas.
No podía apartar la mirada de esos hermosos ojos de un suave verde, era como un hechizo cautivador y hubiera seguido mirándolos de no ser por la molesta pregunta que formulo.
_ ¿Te parezco atractivo?
Mi entrecejo se frunció al instante, miré nuevamente por la ventana mientras me decía para mis adentros “es un engreído” no volví a reparar en su presencia hasta cuando el Dr. Meyer nos nombró a ambos al término de la clase.
_ Srta. Blanchett como siempre es la candidata perfecta para ser mi ayudante, sin embargo, este año no es la única persona que cumple con los requisitos. Seré breve, para la siguiente semana me enviaran al mail el trabajo de investigación junto con su respectivo análisis, el que lo haga mejor será mi ayudante. Si alguno de ustedes dos no desea este cargo puede rechazarlo en este momento.
Ambos nos regresamos a ver y al parecer estábamos pensando lo mismo, respondimos de inmediato con la misma frase.
_ ¡Lo haré!
Después de eso el profesor nos dio los detalles y salió del aula muy apresurado, por mi parte fui a recoger mis cosas para hacer lo mismo, no veía la necesidad de quedarme más tiempo en ese lugar, al darme la vuelta tropecé con un muro humano bastante reconfortante.
_ Tu silencio a mi pregunta me hace pensar que di en el clavo.
_ Lamento hacerte creer semejante irracionalidad. Respondí de inmediato.
_ ¡Oh! Hieres mi corazón. Contestó con un tono bastante fingido que de momento me hizo sacar una leve sonrisa.
_ Genial, la próxima vez seré más… Hiriente…
_ Entonces eso significa que esperas ansiosa nuestra próxima conversación.
_ En realidad lo que más espero y ansío de manera enorme es no tener que lidiar contigo. Ahora si me disculpas, me voy.
_ Por supuesto y prometo no volverte a hablar si me pides disculpas.
_ ¡¿Qué?!
_ Y bueno también un gracias estaría bien, de hecho, no te lastimaste debido a mis grandiosas habilidades.
_ Ja. Tú y tus grandiosas habilidades se pueden ir al carajo. Me precipité y agarre las solapas de la camiseta polo que llevaba puesto, lo atraje hacia mi muy enojada y susurre lo suficiente alto como para que solo él escuchara.
_ ¿Ves ese grupo de chicas?
_ Sí. Respondió, en el mismo tono que yo use.
_ Pues ve y moléstales a ellas, a diferencia de mí se ven bastante interesadas en ti y tienen tiempo para tonterías. Solté su camiseta, tomé mis cosas y salí apresuradamente sin mirar atrás.