Una propuesta insistente

1799 Words
Las avenidas quedaron cubiertas de agua debido a la torrencial lluvia, las personas huían a toda prisa para refugiarse en algún lugar, dejando de lado la extraña escena que tres personas protagonizan en medio del parque cerca de una de las universidades más importantes de la ciudad, el sonido de las zancadas que provocan al correr evocó mi infancia en una cinemática película dentro de mi mente haciéndome olvidar por unos segundos el tema principal. La sensación de ropa mojada pegada en mi cuerpo me hizo reaccionar volviendo a centrarme en los dos príncipes y la delicada doncella. ¡Qué gran lío! Dos hombres disputándose lo que para ellos es el premio mayor, pero para la vista de ajenos (incluyéndome) no es nada fuera de lo común y por supuesto, la pregunta del millón ¿Qué tengo que ver en todo esto? Pues bien, creo que debería empezar desde el principio.   Hace dos años cuando cursaba el último semestre de mi carrera universitaria y mi vida parecía seguir el ritmo normal y habitual basándose según las reglas que la sociedad dispone sin ningún inconveniente, las extrañas casualidades empezaron a juntarse y terminaron en lo que mencioné anteriormente, un extraño triángulo amoroso en el que me vi inmiscuida sin haberlo previsto.   Empezare a contar los detalles desde el día en que todas las casualidades empezaron, se suponía iba a ser un día normal, común y corriente, como cualquier otro; el primer día de clases de mi último semestre donde tenía que levantarme temprano, desayunar algo en casa, ir a clases puntualmente y regresar a mi hogar, como siempre. Pero decidí hacer pequeños cambios para satisfacer medianamente mis impulsos más absurdos… haya sido un error o no, lo hice y es un hecho que no puedo cambiar, por supuesto, gracias a esos ligeros cambios los engranajes del destino empezaron a funcionar de una manera un tanto caótica.   Dos años antes La alarma del celular sonó a la hora indicada, el cuerpo adormitado buscaba instintivamente el aparato electrónico para callarlo, los primeros rayos de sol se escurrían por un espacio que las cortinas no lograban tapar. obligándome a abrir los ojos y dejar las suaves sábanas de lado para empezar con la tediosa rutina del inicio de semestre, sin embargo, el primer día de clases no es algo que me llamaba la atención. Habían pasado cinco minutos desde que sonó la alarma y el estridente ruido volvió una vez más, mi mano tomo el celular para apagar el sonido definitivamente por ese día mientras mi cerebro luchaba internamente en si debía ir a clases como una alumna ejemplar, tal cual lo hacía desde el pre kínder, o si simplemente obedecía a mi deseo y caía una vez más en los brazos de Morfeo. Al final y sin darme cuenta, la segunda opción había triunfado.   El profundo sueño en el que me había sumergido fue interrumpido abruptamente por el molesto sonido del teléfono de casa, deje que sonara hasta que la contestadora automática se hiciera cargo y entonces una conocida voz me hizo levantar de un salto de mi cómoda cama. Escuche atentamente todas y cada una de las palabras que decía tras la línea.   _ ¡Eridanus! Fui a la universidad y no estabas, jamás has faltado a clases y hasta donde sé, tú no estás enferma, incluso si lo estuvieras no hubieras faltado. ¿Qué pasa contigo? Espero tengas una buena excusa. _ Tras una pequeña pausa continuó con su sermón. _ Una chica como tú está obligada a actuar de forma ejemplar, ya estas lo suficientemente grande para tener ataques de rebeldía. _ Nuevamente hizo una pausa, algo más larga que la primera. _Escucha hija, necesito hablar contigo, nos vemos en la cafetería de siempre a las 11 am. No llegues tarde, sabes que mi tiempo es limitado.   Después de eso colgó sin despedirse, me fije en la hora y faltaba alrededor de unos cuarenta minutos para que sean las once de la mañana. Busque la ropa que mejor se ajustaba al día, y me cambie de inmediato no sin antes tomar una ducha, antes de salir de casa considere la opción de probar algún bocado, pero al abrir el refrigerador, este se encontraba completamente vacío, mi disgusto no se hizo esperar, no era para menos, recordaba perfectamente que la noche anterior quedo algo de yogurt y fresas, al cerrar la puerta una nota escrita a mano cayó al suelo, cuando la recogí pude leer “Ya no queda nada de comer, debes ir de compras. Con amor, Matías.” Una sonrisa se dibujó en mis labios haciendo desaparecer enseguida mi mal humor, había olvidado que él se quedó a dormir en mi departamento, me gire con suavidad para tomar mi colorido bolso y salir a la jungla de cemento, no tenía prisa puesto que la universidad a la que  asistía me quedaba a quince minutos de caminata desde mi hogar, debía cruzar el parque lleno de árboles de Arupos que se teñía de un agradable rosa en temporada, bastante parecido al paisaje primaveral de j***n cuando los árboles de cerezo florecen; en medio camino me vino la duda y la incertidumbre, las preguntas no se hicieron esperar. “¿Debía ir a clases o a la cafetería? ¿Paso algo malo? ¿Se molestará si no llego?” seguí caminando a paso ligero por el refrescante sendero, después de todo, el lugar de encuentro con mi padre y mi centro de estudio quedaban en la misma dirección, entonces empecé a responder mis propias interrogaciones. “Si llamo es porque debió pasar algo, de lo contrario no lo hubiera hecho, y por supuesto que se enojaría si no voy. Aaaagh no tengo de otra, además hace mucho que no lo veo, pero no quiero escuchar el sermón de la mañana.” No estaba segura de lo que debía hacer.   Antes de cruzar la calle, la imagen de un apuesto hombre en bicicleta paso en frente de mí, lleva puesto las debidas protecciones y aun así se puede apreciar el fantástico y poco usual atractivo; cabello con suaves ondas naturales de color castaño danzaba con el viento, piel tersa y de un cuerpo bastante tonificado, pero sin exagerar, sería el ideal de la mayoría de las chicas, sin duda no queda desapercibido. Por lo que vi se dirigía a la universidad. En ese momento pensé que era atractivo, y que de seguro debe ser de primer año ya que no lo había visto con anterioridad.   Dejé de lado al chico mientras mi olfato se inundaba de un agradable aroma a café, sí, mis pasos me terminaron llevando a la cafetería, en cuanto abrí la puerta mis ojos buscaron en cada una de las mesas, hasta que por fin encontré a la persona que buscaba; un hombre de edad madura, con traje, cabello n***o con uno que otro mechón de color blanquecino que a decir verdad se le veía muy bien, usaba un Rolex en su mano izquierda, mano con la que también tomaba la taza de café. Volví a preguntarme si está bien que yo estuviera ahí y antes de que pudiera arrepentirme él me hizo una señal con la mano para que tomara asiento.   _ Buenas…  Salude mientras me sentaba.   _ ¿Por qué no fuiste a clases? Pregunto de inmediato.   Quede en silencio, sabía que si respondía de inmediato y sin cuidado mi padre dejaría salir la extensión del sermón que se ahorró hace unos minutos atrás. Cuando me preparé para responder, la mesera se acercó a la mesa con un vaso de jugo de naranja y una taza de café.   _ Recuerdo que siempre tomabas esto en el desayuno. ¿Aún lo sigues haciendo?   _ No con tanta frecuencia como me gustaría. _Sonreí amargamente para continuar. _ ¿Y bien? No creo que me hayas llamado solo para recordar lo que solía desayunar, normalmente tu no me contactarías si no fuera por algo importante.   _ Tienes razón. No es algo nuevo, así que iré directo al grano. Quiero que te unas a la empresa, estas completamente capacitada para hacerlo y eventualmente tomar mi lugar.   _ Creo que la última vez deje bastante en claro que no me interesaba. _ Coloque el codo en la mesa para poder apoyar mi rostro en la mano. _ De haber sabido de que se trataba no hubiera venido, eso podías hacerlo por teléfono, después de todo, ya sabes la respuesta.   _ No hagas eso en la mesa. ¿Dónde quedaron tus modales?   _ No desvíes el tema, ya te dije que n…   _ ¿Por qué renuncias antes de intentarlo? _Interrumpió con un tono suave. _ Además, el próximo año debes buscar un sitio para realizar las pasantías. Tenemos un programa del que puedes ser parte, por supuesto, que debes seguir con el proceso correspondiente, tal como los otros aspirantes lo hacen.   _ Hablas de modales y tú me interrumpes, tratando de tener la última palabra como siempre. Yo renuncie y no quiero estar en ese lugar porque jamás considere que realmente podría hacerlo, además tienes contigo a personas que te ayudan y lo seguirán haciendo sin necesidad de pedírselo.   _ Si esa es tu excusa sigue siendo muy pobre, esfuérzate más si quieres que te crea. Ven un día de la próxima semana, mira como esta todo, no pierdes nada. Además, no soy de las personas que ruega. _ Se paró de inmediato, tomo sus cosas, listo para terminar con la conversación, pero lo detuve porque no quería que se salga con la suya.   _ Oye… Estabas seguro de que iba a venir, así como estás seguro que iré a tu gran imperio…  ¿O me equivoco?   _ ¿Lo dices porque ordene por ti? No estaba seguro, pero sí esperaba que tengamos esta agradable charla. Cuando termines ve a clases, no deberías faltar solo porque tienes pereza… y… visita el negocio ¿Quieres? Todos estaremos gustosos de verte. _ Extendió la mano derecha hacia mi cabeza para revolver mi cabello, esa sola acción me tranquilizó y las comisuras de mis labios se levantaron sutilmente. Gran error. Él lo tomo como una aprobación. En definitiva, él gano.   Antes de salir del lugar se viro una vez más hacia mí, la voz medio ronca tan peculiar se despidió de la manera más inesperada _ Por cierto… Gracias por el café… volvamos a hacerlo pronto. ¿Sí? _ para cuando mire por encima de mi hombro la puerta termino de cerrarse, no me dio tiempo a nada, el muy tacaño me dejo la cuenta.   Tomé el jugo y pague la cuenta, después me apresure para ir al salón de clases, según el horario que escogí estaba a tiempo para llegar a mi materia preferida. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD