La relación entre Matías y yo no sufrió de grandes cambios, una o dos veces por semana se quedaba a dormir en mi departamento, en el trabajo, el profesionalismo de ambos se puso a prueba y pasamos con éxito, pero las demostraciones de afecto no pasaban desapercibidas cuando su hermano estaba cerca. En ningún momento confirmamos nuestra relación al autor de los planes de esa noche, ni a ninguna otra persona y ahora que lo recuerdo bien, Matías jamás menciono formalmente una petición para ser su novia, en ese entonces creí que no era necesario puesto que estaba más que claro nuestro noviazgo. Debí suponer que ese no era el caso. Ese año, a diferencia del anterior, las cuatro estaciones estuvieron bien marcadas, el otoño llegaba a su fin al igual que el pequeño cuento de hadas que yo mis